Título: El caballo ciego Autora: Kay Boyle
Páginas: 168
Editorial: Muñeca Infinita
Precio: 18,95 euros
Año de edición: 2022
Hay autores que, no se sabe bien por qué, se quedan perdidos en el olvido, a pesar de ser buenos autores y de haber tenido éxito en su época. Eso es lo que ocurre con Kay Boyle, una estupenda narradora de la que la editorial Muñeca Infinita ha rescatado esta sugerente y compleja novelita, publicada originalmente en 1940.
Estamos en la Inglaterra de 1938, en una familia típica de la clase alta, a la hija de 17 años, justo en el momento en el que tiene que tomar las decisiones que sentarán las bases de su vida, le regala su padre un caballo castrado que no ha sido una adquisición muy acertada. El pobre animal se queda ciego. La madre está decidida a sacrificarlo, pero su hija querida tiene otros planes: intentará quedarse con su montura e incluso, que aprenda a saltar a la ciega con ella. El caballo se convierte en el centro de las tensiones familiares, en el símbolo de todos los conflictos casi freudianos que se abren entre la madre, resolutiva y algo castradora, el padre, alcohólico y fracasado, pero que adora a su hija y la joven, que busca su independencia desesperadamente, pero no puede permitírsela. La narración se desarrolla en un crescendo dramático fascinante, que desemboca en la poderosa escena final, llena de tensión emocional y símbolos, en la que todo se resolverá.
Hay muchos planos dialécticos que aparecen y se tratan en esta novela, aparentemente sencilla, pero profunda y compleja como pocas. Aparecen la tensión entre los criadores tradicionales de purasangres ingleses y los especialistas modernos, el contraste entre la madre, británica y con dinero, y el padre, canadiense y dilapidador, la posición de los partidos convenientes que propone la madre y los deseos de su hija. Muchos matices y una considerable complejidad psicológicas del triángulo central y las situaciones que se plantean.
El lenguaje es fastuoso, poderoso y depurado, una sinfonía de frases, detalles y significados. La narración se desarrolla casi en tiempo real, deteniéndose en percepciones, las impresiones y sentimientos de los personajes, y abordando pasajes de reflexiones internas de los personajes que son casi un monólogo interior. La historia está contada por un narrador omnisciente, que se acerca sucesivamente a cada uno de los tres protagonistas para dejarnos ver su interior. Las situaciones metafóricas abundan en estas páginas: el pájaro que se traga un anzuelo, el fallecimiento de un veterinario de la vieja escuela, una adolescente que salta a ciegas en la noche...
Una novela espléndida, rica y compleja, extraordinaria, que conjuga sin esfuerzo aparente la perfección clásica de las narraciones decimonónicas y la modernidad de la novela psicológica del siglo XX. Su lectura es una buena manera de conocer a esta escritora deslumbrante, que parece más británica que estadounidense por la complejidad de sus obras. Una lectura muy muy interesante y una autora que vale la pena conocer y calibrar.
En esta ocasión la traducción del inglés, muy correcta y fluida, es de Magdalena Palmer, formada en Barcelona. Es una profesional muy fiable, de la que hemos leído ya varios trabajos, ganadora del XXIV Premio de Traducción Ángel Crespo por su traducción de «Otoño» de Ali Smith, con la que además fue finalista del XVI Premio Esther Benítez. Esta edición viene arropada con un ilustrativo epílogo escrito en 1994 por la novelista Joan Mellen sobre la vida y obra de la autora.
Kay Boyle (St. Paul, Minnesota,1902-1992) fue una escritora, educadora y activista política estadounidense. Era nieta de un editor e hija de un abogado, pero la persona que más le influyó fue su madre, una activista literaria y social que creía que los ricos tenían la obligación de ayudar a los pobres. Boyle defendió activamente toda su vida la integración de minorías y los derechos civiles, defendió la prohibición de armas nucleares y la retirada estadounidense de Vietnam.
Estudió arquitectura en la Universidad de Ohio y violín en el Conservatorio de Cincinnati; después se instaló en Nueva York a los 20 años y consiguió trabajo como escritora y editora de una revista. Ese mismo año, conoció a un estudiante de intercambio francés, se casaron y se mudaron a París. Allí siguió escribiendo y conoció a los escritores estadounidenses que había por allí. Tuvo tres maridos más, seis hijos, vivió en Austria, Inglaterra y Alemania.
Finalmente, volvió a Estados Unidos y sufrió la persecución del macartismo. Publicó un buen número de artículos y más de 40 libros, que incluyen 14 novelas, 11 volúmenes de relatos, 8 libros de poesía, 3 libros para niños, ensayos y traducciones del francés al inglés. Obtuvo premios O. Henry, dos becas Guggenheim
y una beca del Fondo Nacional para las Artes.
Los que la conocieron dicen que era alta, angulosa y elegante, y que poseía un encanto irresistible. Falleció a los 90 años, después de haber sobrevivido a una larga lista de enfermedades graves.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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