domingo, 22 de junio de 2025

Imágenes al vuelo - OACNIG

Título: Imágenes al vuelo                                                                                         Autor: Organismo Autónomo Centro Nacional de Información Geográfica

Páginas: 67

Editorial: OACNIG

Precio: 10 euros

Año de edición: 2025

Estos días hay en Madrid una exposición muy especial, diferente, que puede que pase desapercibida para el gran púbico, pero que quiero recomendaros porque creo que vale realmente la pena visitarla. Se trata de la muestra titulada Imágenes al vuelo, que puede verse hasta el 20 de marzo de 2026, de 9:00 a 14:00 y de lunes a viernes (para otros horarios y visitas guiadas, consultar en reservas@cnig.es) en la sala de exposiciones del Instituto Geográfico Nacional (calle General Ibáñez de Ibero, 3 Madrid).

Está dedicada a la historia de la fotografía aérea en España y su utilización en la producción de mapas. En un ameno y bien documentado recorrido se repasan: los inicios de la fotografía aérea, en los que se utilizaban palomas provistas de cámaras fotográficas, cometas y globos aerostáticos; la fototeca del IGN, que atesora 500.000 fotogramas aéreos y 2 millones de fotos digitales que retratan España desde 1929 hasta el presente; el fundamento y desarrollo de la fotogrametría, la técnica de utilizar fotos aéreas para realizar mapas; el impacto de las técnicas digitales en esos procesos; la aparición de las ortofotos, imágenes a medio camino entre la fotografía y el mapa; la llegada de las imágenes tomadas desde satélite; la evolución del terreno a lo largo del tiempo a través de imágenes, y una serie de fotos aéreas que proporcionan imágenes insólitas, que en muchas ocasiones parecen cuadros abstractos.

La fotogrametría consiste básicamente en tomar fotos aéreas verticales y con solape entre ellas, desde un avión que vuela en línea recta, a una altura determinada, constante y conocida, con una cadencia tal, que luego es posible colocar esas fotos en un equipo especializado, orientarlas adecuadamente, ver con cada ojo solo una de ellas y contemplar el terreno y todos sus detalles en relieve, gracias a la visión estereoscópica. El aparato hace además que se pueda ver un cursor, un punto sobre esa imagen tridimensional y que el observador pueda moverlo sobre lo que ve. Al desplazar ese cursor sobre un detalle del mundo real, por ejemplo una carretera o un río, un artilugio similar a un pantógrafo va dibujando una línea a escala. Así se va confeccionando el mapa. Hay todo un aparato matemático que permite conocer la escala final. Lo que hemos explicado muy sintéticamente es la fotogrametría analógica, que años más tarde de su aparición se transformó completamente en un proceso digital, realizado con fotos también digitales.

En cuanto a las ortofotos, son fotos aéreas corregidas de todo tipo de deformaciones, de manera que se pueden tomar medidas sobre ellas igual que hacemos sobre un mapa. En una foto aérea vertical, el terreno se recoge mediante una proyección cónica, con lo que solo se pueden tomar medidas fiables en el centro del fotograma, con el problema añadido de que al tener el suelo relieve y no ser plano, se generan más deformaciones. Todos esos problemas se corrigen, al principio se hacía con lentes deformadoras y hoy en día digitalmente, para tener como producto final un mosaico de ortofotos similar a un mapa mudo. El Plan Nacional de Ortofotografía Aérea proporciona un recubrimiento completo de España con ortofotos de 25 cm de resolución cada tres años, es decir, que cada año se cubre un tercio del país.

En cualquier caso, en la exposición se proporcionan explicaciones más completas y claras y, para ir acabando, vamos a ver algunas de las imágenes aéreas más curiosas.

Agricultura circular en Toril (Cáceres)

Naranjos en Nerva (Huelva) y cultivos en marismas desecadas en Lebrija (Sevilla) 

El catálogo en papel, editado por el Organismo Autónomo Centro Nacional de Información Geográfica, que depende del Instituto Geográfico Nacional (IGN), puede comprarse en La casa del mapa, al lado de la exposición, y es posible descargar la versión digital en formato PDF gratuitamente en la página web de la muestra. 

No os perdáis esta estupenda y asombrosa exhibición sobre el arte y la técnica de las fotografías aéreas. Es espectacular, instructiva y está muy bien montada. Vale la pena. Especialmente recomendable para amantes de la cartografía.

Instituto Geográfico Nacional

Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

sábado, 21 de junio de 2025

«El Bienhablao» - Varios autores

Se presenta como un repertorio de vocablos de La Manchuela y en realidad, es un diccionario digital en línea de términos castellanos propios de esa región, típicos de allí y que parece que solo allí se utilizan. 

Se trata de un conjunto de más de 2000 voces recogidas durante más de dos décadas por un grupo de voluntarios entusiastas de la cultura manchuega, como Ángel de MoraLarry Fedorowick, Joaquín Reyes, David Zafra y unos cuantos más. Aquí podéis consultarlo:

«El Bienhablao»

Veamos algunos ejemplos de su contenido:

ababol: amapola.

abrazafarolas: borracho.

abrigarse: meterse entre pecho y espalda cualquier bebida o comida. 

aviar: arreglar.

chache: hermano mayor. 

estar de gambiteo: irse de fiesta.

falaguería: habladuría.

guacho: crío. 

ligero: rápido. 

rulo: cilindro grande de piedra con un eje utilizado para aplanar las eras. 

saltacequias: persona torpe.

Hay además una wiki llamada Wikihablao para proponer términos nuevos y debatir lo que se desee. 

Mapa de La Manchuela

La Manchuela es una comarca española situada a caballo entra las provincias de Albacete, Cuenca y Valencia, al Este de La Mancha y al Oeste de la Serranía de Cuenca, entre esas dos zonas, como un territorio de transición. Tiene unos 5700 km² y aproximadamente unos 116.000 habitantes.
 
En fin, un recurso interesantísimo para conservar y dar a conocer parte muy importante de la cultura de esa región.
 
Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

viernes, 20 de junio de 2025

El devorador de hombres y otras historias cortas - Horacio Quiroga

Título: El devorador de hombres y otras historias cortas                                         Autor: Horacio Quiroga

Páginas: 308

Editorial: Menoscuarto

Precio: 15,99 euros

Año de edición: 2013

Horacio Quiroga fue uno de los grandes maestros del cuento en español. Este hombre de vida dura y atormentada, que durante años sobrevivió en el territorio salvaje de Misiones, al norte de Argentina, escribió una obra impresionante marcada por el pesimismo, la confrontación entre el salvajismo y la civilización, la crueldad de la naturaleza, la muerte, la misantropía, la locura, el amor de perdición y el instinto animal que todos llevamos dentro. 

Quien haya leído cuentos como «El almohadón de plumas», «Anaconda», «El síncope blanco» o «La miel silvestre» no los olvidará fácilmente. A Horacio Quiroga se le conocía como el Poe de la selva. Es cierto que su mundo torturado se parece a las creaciones más terroríficas del norteamericano, pero el uruguayo fue original e irrepetible. 

El devorador de hombres (2013) incluye seis novelas cortas. Fueron publicadas con pseudónimo entre 1908 y 1913 en revistas argentinas. Tienen un aire folletinesco y melodramático, aunque en ellas late el espíritu feroz, selvático, de su autor. Y es que cuando un escritor es de raza, su personalidad también se manifiesta en trabajos aparentemente alimenticios. 

Estas seis novelitas se leen estupendamente. La agilidad narrativa de Quiroga era extraordinaria. Sabía interesar al lector desde la primera línea. El ritmo nunca decae. Estamos ante un escritor entretenido, lo que dice mucho a su favor. Disfrutar de estos relatos olvidados no es perder el tiempo, sino ganarlo, al menos para los aficionados a la lectura. 

La novela que da título al volumen no es la mejor, pero sí altamente disfrutable (como las otras cinco). Un tigre nos cuenta en primera persona sus desventuras y la intriga que planea para vengarse de un cruel domador. Horacio Quiroga admiraba la furia natural de los reyes de la selva como si fuera una sencilla virtud. Nuestro tigre desprecia a los humanos, aunque admite que algunos, muy pocos, son valientes. Tigres y humanos son incompatibles, pero hasta el peor enemigo es digno de admiración si posee valor.

«El mono que asesinó» es un complejo relato sobre un fenómeno de regresión. Un hombre visita el zoológico. Se acerca a la jaula de los monos. De pronto, oye hablar a uno de los primates. A partir de esa anécdota, Quiroga nos sumerge en una historia delirante: un viaje en coche de caballos por un Buenos Aires fantasmagórico, una habitación de altas paredes en donde se siente el estertor de una bestia, un médico escéptico que debe rendirse ante lo inexplicable. Desde luego, la línea que separa al hombre del bruto es más tenue de lo que se cree. 

En «El hombre artificial» asistimos a un experimento demencial al estilo Frankenstein. Un ruso, un italiano y un argentino, como en los chistes, deciden crear un hombre mediante estímulos eléctricos. Quiroga no abunda por fortuna en el aspecto «científico» del asunto, concentrándose sabiamente en las dudas morales que van acorralando a estos creadores de vida a partir de la nada. La soberbia de quienes quieren imitar a los dioses será castigada. Quizá sea posible construir un remedo de hombre; darle un alma es imposible. Lo último cae fuera de la competencia científica.   

Las otras tres novelas nos cuentan la terrible venganza que planean un hombre y una leona, la caída de Roma desde la perspectiva de un joven patricio que mantiene vivas las virtudes republicanas que dieron alma al imperio y el lento navegar de un barco por un gran río africano. El hombre que aguarda en la orilla se entretiene disparando a los cocodrilos que emergen de las aguas cenagosas como monstruos antediluvianos. 

Pasen y lean. Es cierto que el maestro Quiroga cae a veces en excesos truculentos lamentables. Algo casi inevitable en un autor que escribía para el gran público con el sano propósito de comer. Pero lo que brilla en estos cuentos es lo bueno: la belleza de las descripciones, la fuerza imaginativa de los argumentos, los estupendos diálogos, la capacidad para mantener la intriga hasta el final y la atmósfera de pesadilla que va envolviendo las historias. Quiroga era de la estirpe de Poe, Kipling, Conrad, Maupassant, Ambrose Bierce o su contemporáneo Leopoldo Lugones, otro gran cuentista. Lo dicho: pasen un buen rato con este gran escritor. 

Horacio Quiroga

Horacio Quiroga (1878-1937) fue un escritor uruguayo nacido en la ciudad de Salto. Su padre era descendiente del caudillo riojano Facundo Quiroga y se mató de un escopetazo accidental delante de la familia. Su padrastro se suicidó de la misma manera cuando Horacio tenía 18 años. Sus hermanos murieron de fiebre tifoidea en el Chaco. Quiroga mató accidentalmente a su amigo Federico Ferrando mientras manoseaba una pistola. Pese a tanta tragedia, estudió en Montevideo, viajó a París y empezó a escribir. Siempre le gustaron las máquinas, la fotografía y la vida campestre. Tuvo amistad con Julio Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones y José Enrique Rodó

Deseoso de escapar del mundo, se instaló en Misiones, en el Alto Paraná. Allí compró una chacra de 185 hectáreas y explotaba yerbatales. Se casó. A sus dos hijos los educó para que supieran afrontar cualquier peligro, ante el enfado de su madre. Pero los pequeños disfrutaban con un padre tan especial. Como una maldición, el desastre volvió: su mujer se suicidó bebiendo un mejunje empleado en el revelado fotográfico. Horacio quedó destrozado. Se fue a Buenos Aires con sus hijos. Años más tarde regresó a  Misiones y se volvió a casar. Libros como Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), Cuentos de la selva (1918), El salvaje (1920) o Los desterrados (1926) le dieron fama. En 1937, enfermo de cáncer de próstata, Horacio Quiroga se suicidó con cianuro.

Publicado por Alberto.