Título: El jacarandá Autor: Gaël Faye
Páginas: 256
Editorial: Salamandra
Precio: 21 euros
Año de edición: 2025
Esta novela, poderosa, conmovedora y terrible, delicada y lírica, me ha vuelto loco. Me ha fascinado, me ha impresionado muchísimo con su armónica mezcla de belleza y horror. Es un libro que ha ganado el Premio Renaudot 2014, ha vendido ya más de 350.000 ejemplares en Francia y ha sido un verdadero bombazo. No me extraña, tiene méritos sobrados y está escrito con la fluidez de los grandes superventas. Pero no nos adelantes, vayamos por partes.
Es la historia de Milan, un chico de 12 años, mulato, hijo de madre ruandesa y padre francés, como el autor que un día descubre que tiene un primo ruandés, Claude, de su misma edad. El chico aparenta ser más pequeño y Milan lo adopta inmediatamente como el hermano con el que siempre había soñado. Ha sido una sorpresa fantástica, su madre no le había dicho nada, de hecho, nunca hablaba ni de su familia ni de su país, y de pronto allí estaba: el mejor compañero de juegos. Pero ¡ay! un día, Claude desaparece igual que había llegado, de pronto y como por arte de magia. Han aparecido familiares suyos que le reclaman y tiene que irse.
A partir de ahí Milan irá conociendo poco a poco el país de su madre, su historia, su cultura y sus costumbres. Al cabo de los años, visitará Ruanda, volverá a encontrarse con Claude, hará nuevos amigos, estará con sus familiares ruandeses y el país le robará el corazón. Está contada en primera persona, así que el lector acompañará al protagonista e irá conociendo con él mil detalles de ese país centroafricano, su historia reciente y, sobre todo, las devastadoras consecuencias del genocidio de tutsis del año 94.
El estilo es espléndido, sensible, tierno y poético, de manera que embellece todo lo que cuenta. Tiene a la vez, algo de discurso sincopado, val directo al grano y eso hace que haya frases largas y evocadoras junto a otras cortas y muy concretas. La narración es precisa, muy ajustada a lo que quiere contar el autor y casi no pierde el tiempo en descripciones. La mayoría de la narración está compuesta de acción, reflexiones y diálogos. El conjunto es un libro hipnótico, que casi no se puede dejar de leer, que te embarga y te transporta a otro mundo. Y creedme, la experiencia vale la pena.
Algunas citas pueden completar esta breve reseña: «La paz no es más que una guerra en suspenso», «¿No sabes lo que nos hicieron los franceses?», «Yo no sabía que éramos tutsis», «... querían hacer bonitos regalos a sus hijos y esposas», «Mi corazón estará en paz cuando haya hecho lo que tengo que hacer», «Ese país me perturbaba, me asustaba, me repugnaba», «Incluso la cultura se está convirtiendo en una mercancía. Si no hacemos algo al respecto, pronto los poetas recitarán tablas de multiplicar», «Los belgas decretaron que los altos y delgados eran tutsis y que los bajos y rechonchos eran hutus. Que los tutsis eran astutos y refinados y que los hutus, tímidos y perezosos», «Los belgas impusieron el carné con expresión de la etnia», «... desde hacía varios meses había un gran contingente de la ONU en Kigali. Me decía que, si surgía algún problema, estarían ahí para protegernos», «No estábamos hechos para los negocios, ni para ninguna otra cosa, excepto quizás escuchar música, leer, beber cerveza, ligar chicas y dormir durante el día. No estábamos orgullosos de ello, pero esa fue la conclusión honesta y lucida a la que llegamos Claude, Sartre y yo», «Matar a un tutsi no era delito», «Lo peor es que han creado una sociedad de la desconfianza», «Son los lugares los que nos eligen, no al revés».
Una obra lírica y conmovedora, que te toca el corazón y es a la vez una patada en el estómago, una puñalada lenta que te deja el cerebro en carne viva. Una radiografía social de Ruanda, un resumen de su historia y un borrador de instrucciones para sobrevivir a un genocidio. Me parece muy difícil escribir sobre un tema como ése, y el resultado es una novela bella y terrible, estupendamente bien escrita, hermosa y tremenda, que se queda en la memoria días y días, sin dejarnos pasar a otra cosa fácilmente. Un libro extraordinario, casi diría que de obligada lectura.
La traducción al castellano del original francés es obra de Lydia Vázquez Jiménez, catedrática de Filología Francesa en la Universidad del País Vasco, que ha realizado un gran trabajo. Y, por supuesto, en el libro aparece un majestuoso jacarandá que juega un papel muy especial en la trama.
Gaël Faye (Buyumbura, 1982) es un rapero de Burundi, ganador del Premio Goncourt des Lycéens en 2016 con Pequeño país. Hijo de un francés y una ruandesa, tuvo que huir a los 13 años de su país debido al genocidio tutsi y la guerra civil burundesa.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.