lunes, 29 de abril de 2024

Oscura monótona sangre - Sergio Olguín


Título: Oscura monótona sangre                                                                                           Autor: Sergio  Olguín

Páginas: 186 pág.

Editorial: Tusquets

Precio: 8,95 euros 

Año de edición: 2012

Hay novelas que, además de sumergirte en una trama, te zambullen al mismo tiempo en toda una ciudad. «Oscura monótona sangre» es una de ellas. Estamos en Buenos Aires y los lectores que conozcan la capital argentina seguro que podrán identificar muchos de sus lugares. También estamos en la piel de un potente empresario, Andrada, y en las tentaciones que en su día a día puede tener.

Más allá de la componente urbana, que es bastante fuerte y sutilmente introducida, la historia narrada puede parecer muy típica: empresario adinerado y de éxito se enamora de una joven prostituta, y, por supuesto, él está casado y lleva una vida ejemplar como cabeza de familia. Sin embargo, por circunstancias que la razón no puede explicar, Andrada está dispuesto a llevar a cabo unas cuantas peripecias para vivir en calma con sus deseos y, a esta sencilla historia, esa lucha entre corazón y cerebro le pone mucha pimienta.

En este libro, como podéis imaginar, hay una buena dosis de acción en los bajos fondos, zonas desdichadas de Buenos Aires que se mezclan —al no encontrarse tampoco muy lejos— con las excelentes zonas de bonaerenses pudientes, y, sobre todo, en esa mezcolanza, la presencia de policía, pistolas, drogas y meretrices, aparece tan asumida como parte del paisaje que de ahí a normalizar la violencia que en las páginas de «Oscura monótona sangre» se nos describe, hay un paso minúsculo.

Sergio Olguín
 
Sergio Olguín (Buenos Aires, 1967) es un autor argentino de dilatada trayectoria, que escribe novelas cuidando mucho la trama y la literatura. Ése es el caso de este libro, y he tenido la suerte de conocerlo gracias a una obra de impactante desarrollo, «1982». Desde entonces, he querido volver a leer algo suyo y hasta estos días no había tenido ocasión. El buen quehacer literario de este autor, sin ir más lejos con «Oscura monótona sangre» cuando aún era inédita en 2009, ha sido reconocido con el prestigioso Premio Tusquets.

Publicado por Jesús Rojas.

domingo, 28 de abril de 2024

Café-librería El monaguillo

 

Siguiendo con las reseñas de librerías madrileñas curiosas y destacables por algún motivo, hoy vamos a hablar del café-librería El Monaguillo, situado en la Plaza de la Cruz Verde número 3, a la altura de la Calle de Segovia, y en el barrio de Palacio, distrito Centro. La placita se llama así porque en ella se celebraban algunos pequeños autos de la Inquisición y en el último, en tiempos de Felipe II, se dejó allí una gran cruz de madera pintada de verde, que desaparecería con el paso de los años. Hoy en día es un rincón muy agradable, con un grupo de grandes árboles en el centro y, mirando a la calle Segovia, la fuente del Viaje del Bajo Abroñigal, construida en 1850 y coronada por una estatua de la diosa Diana acompañada de una pareja de delfines.

El fondo del café, dedicado a librería

El establecimiento es un café clásico, decorado a la antigua usanza, amplio, agradable y con una amena terraza. La gracia del sitio estriba en que, al fondo, hay un buen número de estanterías llenas de libros de segunda mano, que se venden a 4 euros la unidad. Los asientos son cómodos, el personal amable y los precios, normales. El nombre del negocio proviene de una estatua de un monaguillo que sostiene una hucha en la que espera limosna, situada cerca de la entrada y que se supone que sirve para recaudar propinas. Está protegida por un cristal, con un agujero abierto para que se puede introducir la mano y depositar unas monedas en la hucha.

El monaguillo que da nombre al café

Hay además un confesionario en una de las paredes, así que el local parece haber aprovechado una antigua capilla. Un lugar muy recomendable que abre todos los días desde las 12:00 del mediodía hasta las 2:00 de la madrugada. Ésta es la página web del café y éste su usuario de Facebook.

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

sábado, 27 de abril de 2024

Los olvidados despertadores humanos

Mary Anne Smith
 
¿Habéis oído hablar de los despertadores humanos (knocker-ups)? Eran personas cuyo trabajo consistía en ir por las casas despertando a los trabajadores a una hora convenida para que no llegasen tarde al tajo. Increíble, pero cierto. En Irlanda e Inglaterra, en plena era industrial, más concretamente durante el siglo XIX y principios del XX, había turnos de trabajo en fábricas y minas que comenzaban a horas bastante intempestivas, a las 4:00 de la mañana, por ejemplo, y no era fácil para algunos levantarse a tiempo. Hay que pensar que los relojes despertadores aparecieron a mediados del XIX, pero eran aparatos bastante caros y poco fiables.
 
Para solucionar el problema, había mujeres como la de la foto, Mary Anne Smith, que se levantaba todos los días a las 3:00 de la madrugada, ganaba seis peniques a la semana y hacía un recorrido despertando a sus clientes lanzando guisantes secos contra su ventana con una pequeña cerbatana. El método de los guisantes era el más extendido, pero también había quien usaba una caña de pescar o un palo largo para llamar a las ventanas de los pisos altos. Otros colegas trabajan con un mazo de madera para golpear la puerta. Lo convenido era que el «despertador» actuase hasta que el cliente diera señales de vida.
 
Despertador de caña

 
Despertador de mazo
 
Esta práctica se mantuvo en algunos sitios hasta los años 70, pero las fotos que ilustran esta entrada son de los años 30. En la novela «Grandes esperanzas» de Charles Dickens hay una breve descripción de este peculiar oficio.
 
 
Publicado por Antonio F. Rodríguez.