sábado, 8 de marzo de 2025

¿Qué era una vanvera?

Vanvera

La vanvera era un objeto curioso donde los haya, que alcanzó gran popularidad en Italia durante el siglo XIX, especialmente entre la nobleza veneciana. Su propósito era amortiguar el ruido y eliminar el mal olor de las ventosidades cuando uno estaba en compañía de otras personas.

Su origen es muy antiguo, se usaba ya en el antiguo Egipto y en Roma, donde se llamaba prallo. Se utilizaba en los largos banquetes de los faraones y emperadores. Tenía un depósito, de tripa de animal, y dos aberturas, una en forma de embudo no rígido, flexible que se ataba al trasero del individuo, adaptándose a su forma, y otra que se podía abrir a voluntad. Entre los romanos, era costumbre llenarlo de hierbas automáticas para que disimulasen el olor.

La vanvera se recuperó en Venecia en el siglo XVII en dos versiones. La vanvera de paseo, de cuero, con una cavidad que se podía vaciar tirando de una cuerda cuando la persona estaba sola y una terminación en forma de copa que se adaptaba a las nalgas y se fijaba con cuerdas; se disimulaba bajo faldas y mantos y se podía utilizar en el teatro, en bailes, en la corte y en situaciones sociales distinguidas. La vanvera de alcoba era parecida, pero acababa en un largo tubo que acababa en una ventana o en otra habitación; era utilizado frecuentemente por hombres de la nobleza en su noche de bodas, para evitar situaciones incómodas.

Vanvera de alcoba

La vanvera perdió popularidad a principios del siglo XX, cuando cambiaron las costumbres y se relajaron las normas de etiqueta. Hay una expresión italiana, parlare a vanvera, que procede del nombre de este artilugio, y significa hablar sin sentido, a tontas y a locas.

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

viernes, 7 de marzo de 2025

Las doradas manzanas del sol - Ray Bradbury


Título: Las doradas manzanas del sol                                                                                   Autor: Ray Bradbury

Páginas: 304

Editorial: Minotauro

Precio: 14,95 euros

Año de edición: 2024

Además de escribir dos obras maestras de la ciencia ficción, Fahrenheit 451 y Crónicas marcianas, Ray Bradbury fue un consumado autor de cuentos con una marcada inclinación hacia lo fantástico y misterioso. El delicado arte del relato breve alcanzó cotas de inusitada perfección en la pluma del maestro norteamericano. Bradbury fue definido por José Luis Garci, en un temprano libro publicado en 1971, como un «humanista del futuro». Es una definición muy acertada. Humanista, porque se preocupa de la supervivencia del hombre en un mundo tan tecnificado que amenaza con asfixiarle, haciéndole perder su dimensión humana. El futuro del escritor norteamericano es reconocible: un mundo parecido al nuestro, en donde las amenazas que aquí son latentes se convierten en realidad. Atendamos a nuestro presente si queremos evitar ese futuro, nos advierte. 

Las doradas manzanas del sol, título inspirado por un verso de Yeatses una recopilación de cuentos publicada originalmente en 1953. En ella está ya todo Bradbury: futuros alternativos, criaturas fantásticas, puro terror, alegorías, historias nostálgicas y sentimentales de unos Estados Unidos en donde no se había perdido la inocencia, la gente se conocía por su nombre y se dejaban abiertas las puertas de las casas. Para Bradbury la humanidad nunca es despreciable. Las vidas humildes de la gente buena que trata de ser mejor son lo realmente importante. Hay que sobreponerse a la desdicha con optimismo (el credo de EE. UU.). La felicidad de la criatura más humilde siempre redunda en la felicidad universal. El humanismo de Bradbury equivale al respeto por lo pequeño, débil o marginado. Pueden ser monstruos antediluvianos, granjeros analfabetos, niños, gentes de una raza perseguida, marcianos o simples oficinistas anónimos.

En «La sirena», un faro se yergue frente a un mar gris y frío. Es noviembre. La sirena del faro atrae cosas olvidadas que duermen en el fondo del océano el sueño de un millón de años. El deseo de encontrar a su igual mueve perezosamente a la bestia melancólica y torpe. Algo gigantesco emerge del agua negra y neblinosa en donde se reflejan temblorosas las estrellas. Muy buen cuento.  

«La bruja de abril» es una encantadora fábula. Un extraño ser que no posee una forma definida contempla el mundo a través de los ojos de las demás criaturas: pájaros, insectos, murciélagos, hombres. Pero corre el riesgo de enamorarse y perder sus poderes mágicos. Se trata de una historia romántica ambientada en ese mundo rural tan caro a Bradbury. Las tristes criaturas del aire no pueden echar el ancla como los hombres. Flotan errantes entre las nubes, condenadas a la soledad. Desde su limbo pasan revista a la vida ajena sin poder vivir la propia. 

«El ruido de un trueno» es uno de los cuentos más justamente celebrados de Ray Bradbury. En el año 2055 son posibles los viajes a través del tiempo. Así que un señor se embarca en la aventura de cazar un gran dinosaurio del cretácico, hace unos 60 millones de años. Pero le advierten: no se salga del sendero que hemos establecido. No toque nada. Dispare únicamente al animal señalado. Porque el más mínimo cambio en el pasado, multiplicado sesenta millones de veces, puede provocar transformaciones insospechadas en el futuro. El cazador está inmerso en la selva de los lagartos terribles. Un mar verde sobrecogedor lo envuelve. Sonidos aterradores. Aves gigantes que son todavía reptiles. Flores venenosas de colores desconocidos por la paleta del pintor. Ciénagas en donde se desperezan horrendas criaturas somnolientas. Un gruñido bestial ahoga de repente a los demás ruidos. Tiembla el suelo. La bestia se aproxima. 

El último cuento que comentamos, «La máquina voladora», transcurre en China en el año 400. El viejo emperador se entretiene jugando con un primoroso artilugio mecánico que representa su reino en miniatura. Al levantar la vista observa asombrado a un individuo que está volando ataviado con unas extrañas alas de pájaro. Tras la sorpresa, llega la perplejidad y luego el temor. Su reino está resguardado por la gran muralla. Sus súbditos son obedientes y felices. Las innovaciones pueden ser peligrosas para la felicidad pública. La estabilidad implica un conservadurismo benevolente reacio a los cambios. El gran emperador se levanta y llama a la guardia. Ya ha tomado una decisión. 

En total son 21 cuentos. No todos son excelentes, pero sí buenos, y algunos resultan pequeñas obras maestras. El estilo poético y evocador de Bradbury rara vez abruma. La perfecta seguridad de los relatos hace que se cierren en redondo para satisfacción del lector. Si queda algún cabo suelto es para darle al cuento una mayor ambigüedad o misterio. En conclusión: un libro clásico salido de la inagotable imaginación de uno de los maestros de las distancias cortas. Memorable. 

Ray Bradbury en su mesa de trabajo

Ray Bradbury (1920-2012) fue un escritor norteamericano nacido en Waukegan, Illinois. Su antepasada Mary Bradbury fue una de las condenadas a muerte durante los tristemente célebres juicios de Salem. Estas cosas deben inspirar por fuerza a un escritor fantástico. En 1934, la familia Bradbury se trasladó a vivir a Los Ángeles. Eran pobres. El joven Ray sobrevivió vendiendo periódicos. En bibliotecas públicas leyó todo lo habido y por haber. Empezó a publicar cuentos. El éxito le llegó con Crónicas marcianas (1950). A partir de ahí se sucedieron novelas y relatos que le convirtieron en uno de los escritores más populares del siglo XX. Su obra ha servido de inspiración a otros creadores y resulta profética. Ray Bradbury falleció en Los Ángeles con 92 años.  

Publicado por Alberto.

jueves, 6 de marzo de 2025

Etimologías para sobrevivir al caos - Andrea Marcolongo


Título: Etimologías para sobrevivir al caos                                                                          Autora: Andrea Marcolongo

Páginas: 336

Editorial: Taurus

Precio: 18,90 euros

Año de edición: 2021

Siempre me ha fascinado la etimología de las palabras, esa búsqueda de su esencia más pura y profunda, ese ahondar hasta llegar a la raíz de la que nace un significado. Pocas cosas nos hacen sentir más sabios que desvelar el misterio del origen de un término. No en vano, Sigmund Freud iniciaba muchos de sus escritos analizando la etimología de la palabra clave en cada caso, como si la parte oculta de la semántica de una voz nos pusiese en contacto inmediatamente con el inconsciente. Y atendiendo a las etimologías, José Antonio Marina decía que el lenguaje es una enciclopedia plegada de conocimiento. Basten dos ejemplos clásicos para darse cuenta de ello: «cantimplora» viene del catalán «canta i plora», porque al abrirla e inclinarla, sale líquido y el ruido parece una canción; los jabalíes gustan de revolcarse en el barro y al ver las huellas de esa actividad que han dejado en el cieno, los cazadores «barruntan» que ha pasado por allí el animal.

La helenista Andrea Marcolongo, ya conocida en este blog por otros títulos estupendos, nos ofrece aquí una joya de libro, una delicatessen para amantes del lenguaje en la que desgrana con profundidad erudita y detalles exhaustivos la etimología griega de 99 palabras, agrupadas en 9 capítulos según otras tantas familias de significados. Los términos y expresiones que sirven de columna vertebral a esta obra son: caos, vida, abandonar, pasión, melancolía, luz, espinas, simplicidad y las otras partes. Cada palabra sirve como estímulo disparador para que la autora divague siguiendo relaciones de significado y asociaciones de ideas según se le van ocurriendo. El resultado es un ensayo muy libre, erudito y enjundioso. Un destilado de cultura y sabiduría que encandila al lector y hace que las más de 300 páginas sepan a poco y se lean volando.

Marcolongo es una gran ensayista, llena de talento e inteligencia, y sabe presentar siempre sus disquisiciones con interés y amenidad. Su forma de escribir es correctísima, muy elegante y especialmente evocadora. Lo que en otra pluma podría ser un mamotreto de difícil digestión, en manos de esta mujer es un delicioso ensayo, que no hace más que deleitarnos. Por suerte, el español es una lengua romance y bastante próxima al italiano, por lo que se entiende perfectamente el contenido lingüístico y resulta cercano.

En fin, un libro muy recomendable, tanto para leer de corrido como para ser usado como libro de mesita de noche, y leer unos párrafos cada día antes de dormir. Un ensayo muy instructivo, que nos entretiene y nos hace pensar. No se puede pedir más. Una obra imprescindible, diría yo.

La obra incluye un íncipit (primeras palabras de un documento, que solían identificar al autor y su propósito al escribir el texto) al principio y un éxcipit (final, últimas palabras de un libro) al final, una selecta bibliografía y los consabidos agradecimientos. En este enlace se pueden leer las primeras páginas. La traducción a castellano del original en italiano ha sido realizada al alimón por Teófilo de Lozoya y Juan Rabasseda.

Andrea Marcolongo (Crema, 1987) es una escritora italiana que revolucionó el mundo editorial europeo con «La lengua de los dioses», un superventas que era un homenaje al griego clásico, del que se han vendido 200.000 ejemplares en Italia en solo unos meses. Nacida en una pequeña ciudad del norte, ha estudiado en la Universidad de Milán y en la Escuela Holden de Alessandro Baricco. Sus libros se han traducido a más de 28 idiomas.

Ha vivido en París, Dakar, Sarajevo y Livorno. Lingüista, helenista, ha trabajado como redactora de textos para el político Matteo Renzi.

Andrea Marcolongo

Publicado por Antonio F. Rodríguez.