sábado, 18 de mayo de 2024

Librería Gulliver, un rincón encantador

 

Si atraviesas con prisa la madrileña calle del León, en pleno Barrio de las Letras y cerca de Antón Martín, puede que no se fije en esta pequeña librería que hay en el número 32, la Librería Gulliver. Se trata de un lugar encantador que, tras una facha humilde y pequeñita, ofrece un abigarrado interior plagado de libros acumulados por todas partes, cuadros y pósteres de mérito y una notable colección de máscaras africanas. 


Es una de las librería favoritas de Javier Gurruchaga, y no es de extrañar, porque está atendida por un personal amable que conoce muy bien el mundo de los libros, y tiene una oferta fabulosa, sobre todo en novela negra, libros de la generación del 27 y obras descatalogadas, de esas que casi no se encuentran. 

No es raro encontrarse allí a algún cliente habitual en animada tertulia, alguna silla hay para ello entre tanto libro y, en conjunto, es una de las librerías de la capital que no hay que perderse. Merece más de una visita.

Todos sus fondos están catalogados y se pueden explorar en su página web, Un establecimiento modesto, con mucho encanto y que respira amor por la cultura.

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

viernes, 17 de mayo de 2024

Antonio Machado, poeta del pueblo - Manuel Tuñón de Lara

Título: Antonio Machado, poeta del pueblo                                                                           Autor: Manuel Tuñón de Lara

Páginas: 320 pág.

Editorial: Taurus

Precio: 12 euros 

Año de edición: 1997

«Antonio Machado, poeta del pueblo» es una hermosa y breve biografía sobre uno de los grandes poetas españoles. Se publicó por primera vez en 1967. Su autor fue el historiador Manuel Tuñón de Lara. No es un estudio sobre la lírica machadiana, sino sobre el hombre Antonio Machado, dentro de la dura España en la que le tocó nacer, crecer y sufrir. En ese contexto histórico, Machado se hizo hombre y no únicamente poeta. Esto es importante, porque el propio Machado se complacía en recordar el principio de la ética popular de que «por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre».

Machado, como nos recuerda Tuñón de Lara, alcanzó el más alto nivel como poeta y como hombre. Su obra está profundamente enraizada dentro del substrato popular español. Tiene unas raíces literarias que entroncan con Gonzalo de Berceo, el Romancero o las Coplas de Jorge Manrique. Si las ideas políticas de Machado son una forma de humanismo liberal, su poesía es en buena medida una reelaboración culta de la lírica popular, su preferida, frente al culteranismo barroco. En él se funden obra, persona e historia hasta el punto de que su figura se ha mitificado, convirtiéndose en un símbolo nacional español. Sobre todo esto abunda Tuñón de Lara con gran acierto.    

Machado nació en Sevilla en 1875. En el Palacio de las Dueñas, que luego recordaría en aquellas maravillosas galerías simbolistas del recuerdo, inundadas con la luz melancólica del atardecer. Nacer a la vida es también hacerlo al pensamiento de la muerte, que siempre acompañó a Antonio Machado. Decía Juan Ramón Jiménez que su amigo Machado tenía más de muerto que de vivo. Pero Tuñón de Lara insiste: Machado no era únicamente un tipo somnoliento perdido en el laberinto de su soledad, sino un hombre nacido y educado en una circunstancia bien precisa: la burguesía progresista española vinculada a la benemérita Institución Libre de Enseñanza. Una familia de izquierdas, republicana y laica. 

Este origen marcará el devenir de Machado hasta el último día de su vida. Su padre era don Antonio Machado y Álvarez, insigne folklorista, antropólogo y recopilador de cantes flamencos. Machado y Álvarez usaba el apodo de «Demófilo», el amigo del pueblo. El abuelo de Antonio Machado, don Antonio Machado y Núñez, era catedrático de Ciencias Naturales y uno de los introductores de Darwin en España. En el caso de Antonio Machado, se cumple perfectamente lo de que de casta le viene al galgo. Y no nos olvidemos de su hermano, Manuel Machado, otro gran poeta injustamente preterido. 

La vida de Antonio Machado no fue precisamente espectacular. Podría considerarse hasta fracasada. Julían Marías definió a Machado como un pobre hombre genial. Fue un mal estudiante. Acabó ganando en 1907 unas oposiciones a cátedra de francés en institutos de segunda enseñanza. Y comenzó un modesto periplo de profesor provinciano. Soria, Baeza, Segovia y por último Madrid. Se casó con la niña Leonor y la perdió en 1912. Tuvo un intenso amor otoñal con la poetisa Pilar de Valderrama, su adorada Guiomar de sus tardíos poemas eróticos. Llegó la Guerra Civil y Machado se unió a la causa republicana. Vivió la guerra y le mató la derrota. Desde 1939, sus restos reposan en Collioure.    

Pero, como destaca Tuñón de Lara, la vida oscura del poeta en pensiones de mala muerte, con un sueldo nada espectacular, rodando por ciudades pobres y aisladas, dando clases a los hijos de los humildes, le pusieron en contacto directo con la dura realidad española. Con la España real, no la oficial de los discursos altisonantes. Las cartas a Unamuno son elocuentes al respecto. «Esta es la realidad española», afirma Machado en una de ellas, escrita en Baeza en 1913, esa ciudad apodada la «Salamanca andaluza», en donde dos de cada tres de sus habitantes eran analfabetos. 

La ideología de Machado, sin dejar nunca de ser liberal, fue abriéndose a formas de redención colectiva que le acercan al mejor populismo (el amor al pueblo de su padre, no la caricatura que del populismo hacen algunos). Tuñón de Lara resalta que Machado es coherente, evoluciona de acuerdo con su experiencia de la vida. Su subjetividad exquisita, de gran poeta, se abre a los demás, a los otros. Del simbolismo pasa a la poesía crítica de «Campos de Castilla» (1912) y de ahí a la poesía popular de «Nuevas Canciones» (1924). 

Sus ideas políticas siguieron el mismo camino. Es lo que Tuñon de Lara llama con acierto la superación del 98 por Antonio Machado. De la mitología castelllanista y el elitismo liberal, Machado desemboca en el humanismo popular. Este populismo democrático machadiano, basado en el diálogo y la razón (nunca en la violencia o el caudillismo), tuvo en prosa un fruto literario hermosísimo, «Juan de Mairena» (1936), fragmentaria e innovadora evocación de un maduro ideario filosófico. 

En fin, Tuñón de Lara escribió una de las biografías ya clásicas sobre Machado. Precisa, bien documentada, escrita con claridad y muy inspirada cuando insiste en la evolución de las ideas de Machado que, sin ser político, siempre tuvo claras algunas prioridades políticas. En 1938 escribió: «Carezco de filiación de partido, no la he tenido nunca, aspiro a no tenerla jamás. Mi ideario político se ha limitado siempre a aceptar como legítimo únicamente el gobierno que representa la voluntad libre del pueblo». Más claro, agua. Un libro excelente para entender a Machado y su tiempo.  

Manuel Tuñón de Lara

Manuel Tuñón de Lara (1915-1997) fue un historiador español nacido en Madrid en una familia de clase media con raíces andaluzas. El joven Tuñón de Lara vivió la agitada década de los años treinta como militante comunista, combatiente republicano, preso político después de la guerra, panadero, profesor particular y finalmente exiliado a partir de 1946. En su caso, se trató de un historiador con historia, si por esto entendemos una vida personal agitada y compleja. 

Sobrevivió en Francia como periodista, traductor y estudiante de historia. Se había licenciado en derecho en 1936. En los años 50 fue apartándose de la órbita comunista, sin dejar de ser un marxista convencido. En 1964 fue nombrado profesor de historia y literatura de la Universidad de Pau. Allí se convirtió en uno de los historiadores españoles más destacados del siglo XX. Autor de numerosos libros divulgativos y de investigación, sus estudios pioneros de historia social o cultural hoy son clásicos de la historiografía española. También organizó en los años 70 unos importantes coloquios de historia contemporánea en Pau, en los que participaron los mejores profesionales del ramo. Tuñón de Lara estaba influido por Manuel Núñez de Arenas, Pierre Vilar y la Escuela de los Annales. Historia de tipo estructural y comprometida con la izquierda. 

Tras la muerte de Franco, Tuñón de Lara volvió a España. Aquel caballero alto, delgado, distinguido, de ojos azules y abundante cabellera blanca, sordo como una tapia y con aires de senador romano era uno de los representantes por excelencia de la cultura antifranquista. Durante sus últimos años fue catedrático de historia contemporánea en la Universidad del País Vasco. Tuñón de Lara falleció en su casa de Lejona con 81 años.  

Publicado por Alberto.