Título: Antonio Machado, poeta del pueblo Autor: Manuel Tuñón de Lara
Páginas: 320 pág.
Editorial: Taurus
Precio: 12 euros
Año de edición: 1997
«Antonio Machado, poeta
del pueblo» es una hermosa y breve biografía sobre uno de los grandes
poetas españoles. Se publicó por primera vez en 1967. Su autor fue el
historiador Manuel Tuñón de Lara. No es un estudio sobre la lírica
machadiana, sino sobre el hombre Antonio Machado, dentro de la dura España en
la que le tocó nacer, crecer y sufrir. En ese contexto histórico, Machado
se hizo hombre y no únicamente poeta. Esto es importante, porque el
propio Machado se complacía en recordar el principio de la ética popular de que
«por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el de ser
hombre».
Machado, como nos
recuerda Tuñón de Lara, alcanzó el más alto nivel como poeta y como
hombre. Su obra está profundamente enraizada dentro del substrato popular
español. Tiene unas raíces literarias que entroncan con Gonzalo de Berceo, el
Romancero o las Coplas de Jorge Manrique. Si las ideas políticas de Machado son
una forma de humanismo liberal, su poesía es en buena medida una reelaboración
culta de la lírica popular, su preferida, frente al culteranismo barroco. En él se funden obra, persona e historia hasta el punto de que su
figura se ha mitificado, convirtiéndose en un símbolo nacional español.
Sobre todo esto abunda Tuñón de Lara con gran acierto.
Machado nació en
Sevilla en 1875. En el Palacio de las Dueñas, que luego recordaría en aquellas
maravillosas galerías simbolistas del recuerdo, inundadas con la luz
melancólica del atardecer. Nacer a la vida es también hacerlo al pensamiento de
la muerte, que siempre acompañó a Antonio Machado. Decía Juan Ramón Jiménez que su amigo Machado tenía más de muerto que de vivo. Pero Tuñón de Lara insiste: Machado no era únicamente un tipo somnoliento perdido en el
laberinto de su soledad, sino un hombre nacido y educado en una
circunstancia bien precisa: la burguesía progresista española vinculada a la
benemérita Institución Libre de Enseñanza. Una familia de izquierdas,
republicana y laica.
Este origen marcará el
devenir de Machado hasta el último día de su vida. Su padre era
don Antonio Machado y Álvarez, insigne folklorista, antropólogo y recopilador
de cantes flamencos. Machado y Álvarez usaba el apodo de «Demófilo», el amigo
del pueblo. El abuelo de Antonio Machado, don Antonio Machado y Núñez, era
catedrático de Ciencias Naturales y uno de los introductores de
Darwin en España. En el caso de Antonio Machado, se cumple perfectamente
lo de que de casta le viene al galgo. Y no nos olvidemos de su hermano, Manuel Machado, otro gran poeta injustamente preterido.
La vida de
Antonio Machado no fue precisamente espectacular. Podría
considerarse hasta fracasada. Julían Marías definió a Machado como un
pobre hombre genial. Fue un mal estudiante. Acabó ganando en 1907 unas
oposiciones a cátedra de francés en institutos de
segunda enseñanza. Y comenzó un modesto periplo de profesor
provinciano. Soria, Baeza, Segovia y por último Madrid. Se casó con la niña
Leonor y la perdió en 1912. Tuvo un intenso amor otoñal con la poetisa
Pilar de Valderrama, su adorada Guiomar de sus tardíos poemas eróticos. Llegó
la Guerra Civil y Machado se unió a la causa republicana. Vivió la guerra
y le mató la derrota. Desde 1939, sus restos reposan en Collioure.
Pero, como destaca
Tuñón de Lara, la vida oscura del poeta en pensiones
de mala muerte, con un sueldo nada espectacular, rodando por
ciudades pobres y aisladas, dando clases a los hijos de los humildes, le
pusieron en contacto directo con la dura realidad española. Con la España real,
no la oficial de los discursos altisonantes. Las cartas a Unamuno son
elocuentes al respecto. «Esta es la realidad española», afirma Machado en
una de ellas, escrita en Baeza en 1913, esa ciudad apodada la «Salamanca andaluza»,
en donde dos de cada tres de sus habitantes eran analfabetos.
La ideología de
Machado, sin dejar nunca de ser liberal, fue abriéndose a formas de redención
colectiva que le acercan al mejor populismo (el amor al pueblo de su padre, no
la caricatura que del populismo hacen algunos). Tuñón de Lara resalta que Machado
es coherente, evoluciona de acuerdo con su experiencia de la vida. Su
subjetividad exquisita, de gran poeta, se abre a los demás, a los otros. Del
simbolismo pasa a la poesía crítica de «Campos de Castilla» (1912) y de ahí a
la poesía popular de «Nuevas Canciones» (1924).
Sus ideas políticas
siguieron el mismo camino. Es lo que Tuñon de Lara llama con acierto la
superación del 98 por Antonio Machado. De la mitología castelllanista y el
elitismo liberal, Machado desemboca en el humanismo popular. Este populismo
democrático machadiano, basado en el diálogo y la razón (nunca en la
violencia o el caudillismo), tuvo en prosa un fruto
literario hermosísimo, «Juan de Mairena» (1936), fragmentaria e
innovadora evocación de un maduro ideario filosófico.
En fin, Tuñón de Lara
escribió una de las biografías ya clásicas sobre Machado. Precisa, bien
documentada, escrita con claridad y muy inspirada cuando insiste en la
evolución de las ideas de Machado que, sin ser político, siempre tuvo
claras algunas prioridades políticas. En 1938 escribió: «Carezco de
filiación de partido, no la he tenido nunca, aspiro a no tenerla jamás. Mi
ideario político se ha limitado siempre a aceptar como legítimo
únicamente el gobierno que representa la voluntad libre del pueblo».
Más claro, agua. Un libro excelente para entender a Machado y su
tiempo.
Manuel Tuñón de Lara
Manuel Tuñón de Lara
(1915-1997) fue un historiador español nacido en Madrid en una
familia de clase media con raíces andaluzas. El joven Tuñón de Lara vivió
la agitada década de los años treinta como militante comunista,
combatiente republicano, preso político después de la guerra,
panadero, profesor particular y finalmente exiliado a partir de 1946. En
su caso, se trató de un historiador con historia, si por esto entendemos una
vida personal agitada y compleja.
Sobrevivió en Francia como periodista, traductor y estudiante de historia.
Se había licenciado en derecho en 1936. En los años 50 fue apartándose de la
órbita comunista, sin dejar de ser un marxista convencido. En 1964 fue
nombrado profesor de historia y literatura de la Universidad de Pau. Allí
se convirtió en uno de los historiadores españoles más destacados del
siglo XX. Autor de numerosos libros divulgativos y de investigación,
sus estudios pioneros de historia social o cultural hoy son clásicos de la
historiografía española. También organizó en los años 70 unos
importantes coloquios de historia contemporánea en Pau, en los que
participaron los mejores profesionales del ramo. Tuñón de Lara estaba
influido por Manuel Núñez de Arenas, Pierre Vilar y la Escuela de los Annales. Historia de tipo estructural y comprometida con la izquierda.
Tras la muerte de
Franco, Tuñón de Lara volvió a España. Aquel caballero alto, delgado,
distinguido, de ojos azules y abundante cabellera blanca, sordo como
una tapia y con aires de senador romano era uno de los representantes por
excelencia de la cultura antifranquista. Durante sus últimos años fue
catedrático de historia contemporánea en la Universidad del País Vasco.
Tuñón de Lara falleció en su casa de Lejona con 81 años.
Publicado por Alberto.