miércoles, 2 de abril de 2025

Y apenas nada - Eduardo Rojas

Título: Y apenas nada                                                                                                           Autor: Eduardo Rojas

Páginas: 148

Editorial: Drácena

Precio: 16,95 euros

Año de edición: 2024

«Lo vieron pasar por el camino al sur: rumbo al estero. Y dijeron que iba en bicicleta, y que la bicicleta era una chatarra, que tenía las llantas ponchadas: desinfladas del todo». Así arranca esta asombrosa novelita, uno delos mejores ejemplos de lo que se puede llamar acción detenida, una narración en la que no pasa nada, lo esencial se cuenta en la primera línea, y a la vez, pasa de todo. 

El argumento no puede ser más simple: chico desaparece. Ya está. Eso es todo. Pero a partir de ahí, el autor construye el duelo y el lamento de su madre, nos cuenta en sucesivas analepsis (vueltas atrás) la vida del protagonista, su infancia, sus problemas, la historia de su padre, la vida con su mejor amigo, su gran amor... así hasta componer una novela engañosa, extraña y excéntrica, con una calidad literaria apabullante.  Y todo en tan solo 135 páginas de texto neto y escurrido y 95 capítulos de una o dos páginas cada uno, que hacen la lectura muy cómoda. 

Por otro lado, tiene esta obra un aire onírico de principio a fin, un tono surrealista, de mal sueño, que hace que la historia parezca real e irreal al mismo tiempo. Y un fatalismo, pesimista y contumaz, que aparece en muchas frases y en la visión general de la vida que anima el texto. La novela está dividida en tres partes, tituladas de una manera poética, sugerente y abierta: el plano, la línea y el punto. A veces parece un largo romance en prosa, poético, algo surrealista y sorprendente. 

Está amenizada por el colorido y el sabor del español de México, que no sé cómo les suena a los mexicanos, pero que a mí me encanta. Las palabras que obligan a ir al diccionario de americanismos son pocas: zopilote (buitre), jorongo (poncho grande), choro (discurso largo y poco creíble), guajolote (pavo), choya (cabeza), huizapol (planta herbácea con espinas), mezquite (árbol frondoso y con espinas), caguama (litrona), apapachar (achuchar), panga (barca pequeña), trusas (calzoncillos), quequitos (magdalenas) y troca (pick-up, camioneta).

Una selección de citas puede ayudar a hacerse una idea cabal del libro: «¿Dónde se empieza a buscar un muerto?», «Todo muerto tiene derecho a sus zopilotes», «Pero ya se sabe: la herencia siempre resulta más fuerte que la costumbre, y nada se le puede hacer», «Cada veintiún días el mar arroja fuera cualquier cosa caída», «Hasta ese momento todo iba de bajadita y a gusto», «Cualquier muerto debería tener un sombrero, para que los zopilotes no le coman la sesera», «Ser uña y mugre, nalga y calzón», «A los treinta y cinco se fue a perseguir la lluvia en su bicicleta amarilla», «Dicen que el amor llega, callandito, por el miso camino que se escapa», «Nadie puede pasar por la vida sin que lo amen», «Se puede llevar una buena vida sin cruzar nunca un puente colgante», «El Plebe había oído decir que en un principio el amor salva, pero que luego si es del verdadero te mata, y contra eso no había nada que hacer».

En suma, uno de los mejores ejercicios de estilo que he leído, que saca petróleo literario de casi nada. Una novela que más parece un largo poema en prosa. Una obra más que notable de este prestidigitador de las palabras, que no conocía y ha sido para mí toda una sorpresa. Un libro superior.

Eduardo Rojas (Ciudad de México, 1970) es un escritor mexicano. Estudió Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Universidad de Santiago. Fue fundador y coordinador editorial de la revista Epitafio. A los 21 años consiguió una mención honorífica en el concurso de la revista Punto de Partida. Ha colaborado en varios medios y ha sido becario en los años 1995 y 96 del Fondo Editorial Tierra Adentro

Ha publicado hasta ahora cuatro novelas, relatos y ensayos. Ha impartido talleres y cursos de escritura y ha dado conferencias sobre Historia y Literatura. Desde hace veinte años vive en Galicia. Se considera a sí mismo un ermitaño, que no pertenece a grupos ni movimientos literarios y que se debe por entero a su trabajo. Desde el 2020 es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (México).

Eduardo Rojas

Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario