Páginas: 208
Editorial: Ediciones Akal
Precio: 14,25 euros
Año: 2005
Conocía a Neil Jordan como director y guionista de cine, pero no sabía nada de su faceta de novelista y me he encontrado con esta más que notable narración llena de dramáticas resonancias familiares e irlandesas. Publicada originalmente en 1995, en sus años más brillantes como cineasta, y editada en 2002 en España con gran acierto por Ediciones Akal, esta poderosa, compleja, poética e intensa novela me ha subyugado y me ha dejado una honda impresión. Me parece uno de esos textos que sigue uno rumiando varios días después de haberlo terminado.
Escrita en algo menos de 200 páginas netas y organizada en cuatro grandes capítulos, cuenta un historia ambientada en un pueblo costero de la Irlanda de los años 30, agitado por la larga y enconada lucha contra el Reino Unido, la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, en la que Irlanda se mantuvo neutral. En ese contexto, muere la madre del joven protagonista y se establece un peculiar triángulo entre él, su silencioso padre y su también joven e inexperta profesora de piano. El chico, en plena adolescencia, escapa del conflicto huyendo como brigadista internacional en la Guerra Civil española y la historia se complica con los acercamientos del partido antibritánico irlandés Fianna Fáil (Guerreros del destino) con la Alemania nazi.
En ese complicado escenario, se desarrollan dos historias de amor, que compiten entre sí para dominar la novela, la de nuestro atribulado adolescente y su encantadora profesora de piano, Rose, y la tortuosa relación entre padre e hijo. El lector no sabe cuál será la principal hasta el impresionante desenlace, rematado con un toque de magia y realismo fantástico. La novela está enriquecida con personajes secundarios inolvidables, como el amigo del joven llamado Mouse (ratón) o un oficial nazi aficionado a la Mecánica Cuántica y fan de Lo que el viento se llevó.
Con este libro aprendemos cómo se puede pescar aprovechando el movimiento de las mareas, que una profesora de piano puede transformarse fácilmente en alumna, que un disco de Rachmáninov puede ser la mejor coartada, que los nazis a veces tenían también su corazoncito, que hasta el cabezota más obstinado puede librarse de ser fusilado cuando se conjuran los hados, que Scarlett O'Hara y Rhett Butler pueden llegar a discutir el Principio de Incertidumbre de Heisenberg por carta, que a veces todas las opciones que tiene uno suponen traicionar a alguien o a algo y que nunca se pierde del todo a un padre.
El estilo es algo algo barroco y complicado, pero está dotado de una gran fuerza dramática y está a menudo preñado de significados ocultos que se van desvelando ante los ojos del lector poco a poco. La narración está basada en lo sensorial, en las sensaciones y percepciones del protagonista, lo que la hace muy visual y cinematográfica. Los diálogos son algo paradójicos a veces y siempre están llenos de sugerencias. En conjunto, el texto resulta ser profundo, intensamente poético, casi lírico, explota las alusiones indirectas y el pensamiento lateral con habilidad y parece el resultado de una considerable elaboración.
Está plagado de frases memorables y curiosas: «La muerte, iba a descubrirlo, conlleva privilegios», «Todo niño odia su nombre, como descubriría más tarde», «Deberíamos ser capaces de elegir el pasado de quienes nos rodean», «Desde muy joven se había convencido de que el mayor triunfo del ser humano era el más inútil: el intento de dar sentido a un mundo sin sentido, de crear un orden moral a partir del caos azaroso de los asuntos humanos», «¿Será posible que traicionarse sea ahora el único acto moral?», «Descubrí que Rose eran varias personas», «Cuando el pasado se apodera del presente ¿qué tiempo se forma?», «Y la muerte, me dije, resulta ser de este modo la comprensión final de las posibilidades perdidas en la vida, esas que hemos ido abandonando».
Hay que agradecer la impecable traducción a Óscar Luis Molina, traductor de inglés y francés, con más de 100 títulos vertidos al castellano a las espaldas.
En suma, una gran novela, llena de dramatismo, profunda y paradójica en ocasiones, con ingredientes poéticos, teatrales y filosóficos. Una obra intensa y llena de cualidades, que deja muchas cosas marcadas en nuestra memoria. Muy irlandesa e inolvidable.
Neil Jordan (Sligo, 1950) es un director de cine y novelista irlandés. Hijo de una pintora y un profesor, estudió Literatura Inglesa e Historia Irlandesa en la Universidad Colegio Dublín. Allí participó en grupos de teatro universitario, en los que conoció a Jim Sheridan, que también acabaría siendo director de cine.
Fue educado y creció como católico creyente, pero a partir de cierto momento, su fe se desvaneció. En una ocasión dijo que Dios es el imaginario más grande de todos los tiempos. Junto con La Teoría de la Relatividad General de Einstein, es la mayor creación del pensamiento humano.
Como cineasta, ha dirigido hasta ahora 24 películas y es el guionista de la mayoría, entre las que destacan Mona Lisa (1986), Juego de lágrimas (1992), con la que ganó el oscar al mejor guion, Entrevista con el vampiro (1994) y Michael Collins (1996). Como escritor ha publicado nueve novelas, un volumen de relatos y varios guiones cinematográficos.
Es doctor honoris causa por varias universidades y en 1996 le fue concedida la Orden de las Artes y las Letras francesa.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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