Año de edición: 2020
En 1716, un joven campesino siciliano, llamado Michele Zosimo, dirigió al pueblo para desarmar al ejército piamontés destacado en la isla, fué coronado rey de Girgenti (la actual Agrigento), y reinó durante... seis días. Fué el rey campesino, que grabó sus leyes en el tronco de un serbal. Sobre esa anécdota histórica y acerca de cómo un personaje tan humilde se convirtió, primero en líder de los más pobres y luego en monarca comprometido contra los abusos de poder, Camilleri compone otra de sus divertidas e interesantes novelas históricas.
En esta ocasión y ante la falta de más datos, imagina el nacimiento, infancia, juventud y reinado del efímero rey, ideando circunstancias a veces dramáticas, pero a menudo hilarantes. Llena esa época con sucedidos típicos del carácter siciliano, extremo, apasionado, algo escatológico, burlón y siempre reticente a la autoridad y la dominación. Sicilia ha sido invadida por casi todas las civilizaciones mediterráneas y ha desarrollado una rebeldía que se ha hecho ya endémica. Zosimo se convierte en un ingenioso cabecilla campesino que urde mil estratagemas para dejar en ridículo a los soldados piamonteses y a los nobles.
Abundan los episodios procaces, el humor algo gamberro y el contrapunto de los momentos de ternura. El autor se recrea en imaginar circunstancias sorprendentes y tramas cuasipoliciacas, siempre imprevisibles y que una vez leídas parecen plausibles y hasta probables a veces. Como fondo, la pugna secular entre una mayoría de desheredados y unos pocos aristócratas terratenientes pendientes de conservar sus privilegios y prebendas.
La narración se organiza desde el principio en varias historias trenzadas, que se desarrollan en paralelo, con coincidencias y relaciones entre ellas. Hay también una cierta crítica a los españoles, porque hispanos son los personajes más oscuros desde el principio de la historia, un duque español cornudo y prepotente, un esbirro llamativamente feo y otro, vil, y algún personaje más poco agraciado. La isla fué aragonesa y española durante unos cuantos siglos, y si bien Carlos III dejó buena memoria por aquellas tierras, también hubo virreyes y gobernadores despóticos. Era la potencia dominante, no faltaron los abusos de poder y es natural que los españoles sean los malos de la película.
El estilo es típicamente camilleriano, recortado, expresivo y de una notable precisión. El texto está lleno de dichos sicilianos y frases llamativas:
«Con abogados, se pierden los huevos y el apio», «La verdad es siempre revolucionaria», «Morir con la panza llena hasta la muerte hace ver buena», «A los curas y a los esbirros, se les reconoce aunque se disfracen». Y no faltan las referencias literarias más variadas, por ejemplo, resulta curioso cómo se apoya en los versos de San Juan de la Cruz para narrar unos cuantos pasajes.
La traducción, especialmente difícil porque el texto original está escrito completamente en dialecto siciliano, es obra de Juan Carlos Gentile Vitale (Buenos Aires, 1953).
Otra novela del maestro Camilleri, fascinante y divertida, que seduce y explota la complicidad del lector, llena de anécdotas, inventadas pero que reflejan bien el carácter siciliano, y con la que se aprende algo de la larga y compleja historia siciliana. Muy recomendable.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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