Título: Los forrajidos del Misisipí
Autor: Allan Pinkerton
Páginas: 174
Editorial: Ginger Ape Books & Films
Precio: 15 euros
Año de edición: 2013
Como puede verse en el resumen de su biografía que hay más abajo, la vida de Allan Pinkerton fué una verdadera novela. Fundador de la legendaria Agencia Pinkerton de detectives, vivió mil y una aventuras que le sirvieron para escribir 17 estupendas novelas, como esta que hoy nos ocupa. Se dice que utilizó a varios «negros» (escritores en la sombra) y que su único objetivo era darle publicidad a su agencia, pero la verdad es que el resultado me parece excelente.
Este título, escrito en 1879, es uno de los últimos de la serie y cuenta la lucha contra las bandas de bandidos y marginados que vivían en las marismas del río Misisipi y se dedicaban a robar trenes. Es cierto que se autopublicita un poco porque explica que lo mejor es acudir a hombres experimentados para detener a ladrones y evitar robos, pero la verdad es que lo justifica muy bien, explicando en detalle los errores y dilaciones cometidos por la gente bien intencionada que quiso ayudarle en este caso.
Expone que uno de los factores clave es que una sola mente con experiencia tenga toda la información sobre un caso y sepa descartar rápidamente las pistas falsas aplicando su intuición y sentido común, algo muy importante en una época en la que los desplazamientos eran muy lentos y las pérdidas de tiempo, decisivas. Porque parece que un problema frecuente no era la ausencia de indicios, sino su abundancia.
Es muy interesante leer esos análisis, que a veces parecen sacados de un manual del buen detective, y hay que reconocer que el autor parece transparente y honrado porque no oculta nada de sus métodos de trabajo y reconoce también equivocaciones cometidas por sus hombres.
Incluye una descripción sociológica y cultural muy detallada de la gente que vivía en las ciénagas del gran río, explicando por qué eran tan peligrosos en ocasiones y de poco fiar. El libro revela a un hombre muy observador, perspicaz, valiente y decidido, que escribe (sólo o con ayuda de otros) una prosa objetiva y contenida, casi periodística, que parece un informe policial, muy agradable de leer.
En fin, una obra apasionante y muy entretenida de aventuras reales, que es a la vez una novela policiaca y un libro del oeste. Está escrita con mucho ritmo, buenas descripciones, mucha acción y permite calibrar cómo se produce este tipo de sucesos y la diferencia que hay con las películas de género que estamos acostumbrados a ver. Además, esta edición está estupendamente ilustrada con fotos y reproducciones de grabados de la época, e incluye notas históricas my oportunas.
Por último, si queréis catar el melón a ver si os gusta, en la opción «Lectura previa» de esta página de la editorial podéis descargaros las 22 primeras páginas del libro.
Allan Pinkerton (Glasgow, 1819-1884), detective y espía escocés, fué el fundador en Estados Unidos de una de las primeras agencias de detectives de la historia, la mítica Agencia Pinkerton, para proteger a las compañías ferroviarias estadounidenses de los asaltos. Así que, según parece, los detectvesnacieron en el lejano oeste.
Hijo de un sargento de la policia local, nació en un edificio situado donde hoy se encuentra la Mezquita Central de Glasgow. Fué tonelero de profesión y activista de izquierda. Luchó en favor del sufragio universal, participó en revueltas callejeras y se vió obligado a huir a EE. UU. con 23 años porque la policía le pisaba los talones para encarcelarlo.
Vivió en Chicago y en Illinois. Orgulloso abolicionista, formó parte muy activa del ferrocarril subterráneo, la organización clandestina que ayudaba a esclavos negros a huir a Canadá, y llegó a esconder a John Brown y once esclavos en su casa. Con 28 años, estando buscando mdera para hacer sus toneles se encontró con una peligrosa banda de falsficadores de moneda, ayudó a detenerlos y fué nombrado ayudante del sheriff.
Poco después, fundó con el abogado Edward A. Rucker en 1852 la North-West Detectives Agency, que un año más tarde se convertiría en la famosa Agencia Pinkerton, que se hizo muy famosa cuando descubrió y desbarató un complot para asesinar al presidente Lincoln. Se ocupó de su seguridad durante la Guerra de Secesión y cuando finalmente fué tiroteado ya no estaba bajo su responsabilidad.
También fué muy conocida por dar caza a los hermanos Dalton, a la banda de Butch Cassidy y Sundance Kid (dos hombres y un destino), a los Farrington y muchos otros. Curiosamente, en las resueltas obreras de la segunda mitad del XIX, los agentes de Pinkerton se dedicaron a infilrarse en los sindicatos obreros y detener a sus líderes. Llegaron a matar a 10 obreros en refriegas y disturbios.
Autor: Allan Pinkerton
Páginas: 174
Editorial: Ginger Ape Books & Films
Precio: 15 euros
Año de edición: 2013
Como puede verse en el resumen de su biografía que hay más abajo, la vida de Allan Pinkerton fué una verdadera novela. Fundador de la legendaria Agencia Pinkerton de detectives, vivió mil y una aventuras que le sirvieron para escribir 17 estupendas novelas, como esta que hoy nos ocupa. Se dice que utilizó a varios «negros» (escritores en la sombra) y que su único objetivo era darle publicidad a su agencia, pero la verdad es que el resultado me parece excelente.
Este título, escrito en 1879, es uno de los últimos de la serie y cuenta la lucha contra las bandas de bandidos y marginados que vivían en las marismas del río Misisipi y se dedicaban a robar trenes. Es cierto que se autopublicita un poco porque explica que lo mejor es acudir a hombres experimentados para detener a ladrones y evitar robos, pero la verdad es que lo justifica muy bien, explicando en detalle los errores y dilaciones cometidos por la gente bien intencionada que quiso ayudarle en este caso.
Expone que uno de los factores clave es que una sola mente con experiencia tenga toda la información sobre un caso y sepa descartar rápidamente las pistas falsas aplicando su intuición y sentido común, algo muy importante en una época en la que los desplazamientos eran muy lentos y las pérdidas de tiempo, decisivas. Porque parece que un problema frecuente no era la ausencia de indicios, sino su abundancia.
Es muy interesante leer esos análisis, que a veces parecen sacados de un manual del buen detective, y hay que reconocer que el autor parece transparente y honrado porque no oculta nada de sus métodos de trabajo y reconoce también equivocaciones cometidas por sus hombres.
Incluye una descripción sociológica y cultural muy detallada de la gente que vivía en las ciénagas del gran río, explicando por qué eran tan peligrosos en ocasiones y de poco fiar. El libro revela a un hombre muy observador, perspicaz, valiente y decidido, que escribe (sólo o con ayuda de otros) una prosa objetiva y contenida, casi periodística, que parece un informe policial, muy agradable de leer.
En fin, una obra apasionante y muy entretenida de aventuras reales, que es a la vez una novela policiaca y un libro del oeste. Está escrita con mucho ritmo, buenas descripciones, mucha acción y permite calibrar cómo se produce este tipo de sucesos y la diferencia que hay con las películas de género que estamos acostumbrados a ver. Además, esta edición está estupendamente ilustrada con fotos y reproducciones de grabados de la época, e incluye notas históricas my oportunas.
Por último, si queréis catar el melón a ver si os gusta, en la opción «Lectura previa» de esta página de la editorial podéis descargaros las 22 primeras páginas del libro.
Allan Pinkerton con Abraham Licoln durante la Guerra de Secesión
Allan Pinkerton (Glasgow, 1819-1884), detective y espía escocés, fué el fundador en Estados Unidos de una de las primeras agencias de detectives de la historia, la mítica Agencia Pinkerton, para proteger a las compañías ferroviarias estadounidenses de los asaltos. Así que, según parece, los detectvesnacieron en el lejano oeste.
Hijo de un sargento de la policia local, nació en un edificio situado donde hoy se encuentra la Mezquita Central de Glasgow. Fué tonelero de profesión y activista de izquierda. Luchó en favor del sufragio universal, participó en revueltas callejeras y se vió obligado a huir a EE. UU. con 23 años porque la policía le pisaba los talones para encarcelarlo.
Vivió en Chicago y en Illinois. Orgulloso abolicionista, formó parte muy activa del ferrocarril subterráneo, la organización clandestina que ayudaba a esclavos negros a huir a Canadá, y llegó a esconder a John Brown y once esclavos en su casa. Con 28 años, estando buscando mdera para hacer sus toneles se encontró con una peligrosa banda de falsficadores de moneda, ayudó a detenerlos y fué nombrado ayudante del sheriff.
Poco después, fundó con el abogado Edward A. Rucker en 1852 la North-West Detectives Agency, que un año más tarde se convertiría en la famosa Agencia Pinkerton, que se hizo muy famosa cuando descubrió y desbarató un complot para asesinar al presidente Lincoln. Se ocupó de su seguridad durante la Guerra de Secesión y cuando finalmente fué tiroteado ya no estaba bajo su responsabilidad.
También fué muy conocida por dar caza a los hermanos Dalton, a la banda de Butch Cassidy y Sundance Kid (dos hombres y un destino), a los Farrington y muchos otros. Curiosamente, en las resueltas obreras de la segunda mitad del XIX, los agentes de Pinkerton se dedicaron a infilrarse en los sindicatos obreros y detener a sus líderes. Llegaron a matar a 10 obreros en refriegas y disturbios.
Murió como consecuencia de un accidente muy tonto, se mordió la lengua en una caída, se le gangrenó y falleció (Dios castiga sin palo ni piedra) cuando estaba trabajando en un archivo central de todas las fichas de identificación de delincuentes y detenidos, un archivo que, muy mejorado, gestiona hoy en día el FBI.
Allan Pinkerton
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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