viernes, 1 de noviembre de 2024

Las fieras - Clara Usón

 
Título: Las fieras                                                                                                                  Autora: Clara Usón

Páginas: 374

Editorial: Seix Barral
 
Precio: 21,90 euros

Año de edición: 2024

En 1985 un padre y su hijo fueron asesinados en el País Vasco. El hombre era un expolicía vinculado a la organización contraterrorista GAL. El niño tenía diez años. La viuda, que había perdido a su hijo, se suicidó tres meses después del doble crimen. Una hija mayor estaba en Inglaterra. Todo parecía indicar que ETA era la responsable de la atrocidad. Nadie la reivindicó. Alguien que estaba muy cerca del escenario del crimen vio a un hombre y una mujer jóvenes, con pasamontañas y casco de motorista, salir apresuradamente del edificio y escapar en una Vespa

La tristemente célebre terrorista Idoia López Riaño («La Tigresa») comenzaba durante esos años a hacerse un nombre como ejecutora impasible de las órdenes que recibía de sus jefes. Su modus operandi era el siguiente: tranquilo paseo hacía la víctima, tiro a bocajarro y rápida huida. La tal Idoia era una mujer de turbadora belleza (alta, escultural, de grandes ojos azules y con una magnífica melena negra que le llegaba a la cintura). Tenía fama de frívola, lujuriosa y cruel, según una descripción algo legendaria que se convirtió en tópico. Idoia era una femme fatale en el imaginario colectivo de los españoles que la veían en los carteles policiales. Belleza, sangre y sexo. El mejunje ideal para el sensacionalismo.  

Clara Usón en su novela Las fieras (2024) nos cuenta la trayectoria de dos mujeres: la hija del policía asesinado y la etarra. Existen entre ellas algunos paralelismos. Miren no es vasca, aunque intenta serlo. Sufre el doble desarraigo de quien no es querida por su familia y tampoco encaja en una sociedad hermética y desconfiada con los de fuera. La vida de la adolescente Miren es dura. No va bien en los estudios. Su padre, un individuo nauseabundo, la maltrata. La madre es una desgraciada con ínfulas de gran señora que vive en un piso modesto y no llega a fin de mes. El hermano pequeño es un niño débil, atemorizado, sin amigos y quizá superdotado. La mejor amiga de Miren está enganchada a las drogas. Julen es el amor no correspondido de Miren. Un tipo estirado que podría ser descrito como un etarra respetable: abogado formado por los jesuitas en Deusto, familia burguesa de misa diaria, profesor de ikastola y confidente de la banda. 

El ambiente declinante de la primera mitad de los ochenta en Euskadi (desindustrialización, terrorismo, drogas, excesos policiales, rock radical, violencia callejera) ahoga a la inexperta Miren, quien, zarandeada por las circunstancias, no sabe qué camino tomar; todos parecen cegados para ella. 

La vida de Idoia López Riaño fue novelesca. Como Miren, no era una vasca de pata negra, sino una maketa, ya que sus progenitores habían nacido en Salamanca y Extremadura. Idoia creció en Rentería. Muy precoz, con quince añitos recién cumplidos, la criatura ya tonteaba con ETA. A los veinte años mató por primera vez. Estuvo en el terrible comando Madrid: decenas de personas fueron asesinadas por estos energúmenos hasta su captura en 1987. Idoia se escondió en Argelia. Luego ejerció de soplona para la dirección de ETA en Francia. Allí la pescaron en 1994. Estuvo 23 años encarcelada (un año por cada una de sus 23 víctimas; a falta de otras, una gran virtud de nuestros tribunales parece ser la exactitud). Al final acabó por abandonar la banda. Ahora está libre, vivita y coleando, no como los que mató. 

Si Miren no encontró un redil satisfactorio para distraer su tristeza ambulante, Idoia sí consiguió integrarse, aunque en un grupo de asesinos patrioteros. Ella se consideraba una mujer autodidacta, idealista y romántica que, creyendo amar a su pueblo, mató a unos cuantos (que se lo merecían, claro) hasta caerse del caballo ya encarcelada. Quería ser como Tania, la mujer del Che, y se quedó en vampiresa de barriada. Un tanto egocéntrica y con pretensiones artísticas (pintora, escultora, pésima escritora y educadora de perros), Idoia deseaba salvar al mundo sin pararse a pensar en que podría ahorrarse el esfuerzo. Antes de etarra quiso ser bombera. El caso era salvar a la gente. O matarla para que se salvaran otros: los buenos, los elegidos. 

Las fieras se lee de un tirón. Los personajes son interesantes, sus conflictos atrayentes, el ambiente los condiciona como una losa asfixiante. El clima del norte les quita las ganas de vivir: la niebla que difumina el hermoso paisaje en un gris sucio, la humedad que carcome los cuerpos y las almas, el cielo turbio, la lluvia con su constante tamborileo monótono y enervante o el mar triste que invita al suicidio. El aislamiento alienante de los réprobos del paraíso nacionalista se muestra brillantemente.

Los hijos de los policías viven marginados y amenazados. No confían a nadie la profesión de sus padres. Saben que una palabra de más puede caer en oídos hostiles. Cada mañana miran los bajos del coche. Es recomendable cambiar de itinerario de vez en cuando. Hay que estar alerta por si merodea algún desconocido. Cuando alguien tarda en volver a casa se piensa lo peor. La muerte puede alcanzar a cualquiera, cosas del azar, pero este azar no existe realmente: una imprudencia evitable conduce al desastre. Vivir en soledad, marginados y amenazados, no es buena fórmula para la convivencia. El odio se extiende como una mancha de aceite.  

En definitiva, una novela recomendable cien por cien. Quizá se advierte en ella un cierto desequilibrio porque deriva en algunas páginas hacia el ensayo. Pero se trata de una novela propiamente dicha. La autora hila ficción y realidad para construir un artefacto literario singular que funciona y siempre entretiene. Clara Usón dice que «Las fieras es una novela híbrida, en la que se entremezclan personas y hechos reales con personajes y sucesos ficticios [...] A mi parecer, cuando en un texto se entremezclan realidad y ficción, predomina el componente ficticio y tiene que leerse como un cuento o una novela. Los límites a mi libertad como narradora no me vienen impuestos, en mi novela los establezco yo y el lector es libre de discrepar de ellos». Como lector, discrepo de la imagen excesivamente negativa que da la novela sobre los policías. Algunos resultan caricaturescos de tan fachas, violentos y rijosos. Con todo, no se la pierdan.  

Clara Usón

Clara Usón (1961) es una escritora española nacida en Barcelona. Su padre era abogado y Clara estudió derecho. Trabajó como traductora de textos jurídicos. Abandonó la abogacía por la escritura. En 1998 ganó el Premio Femenino Lumen por su novela Noches de San Juan. Con Corazón de Napalm obtuvo el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral en 2009.

Ha residido en Londres y México, en el pueblo de Valle del Bravo y actualmente en Barcelona. Está considerada como una de las mejores escritoras españolas de los últimos años. Ésta es su última novela. Para acabar, una frase de Clara Usón: «El nacionalismo está en todas partes y goza, por desgracia, de muy buena salud».

Publicado por Alberto.

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