El caracol, símbolo del decrecimiento, en referencia a la idea de estrategia del caracol de Iván Illich
Hace algunos meses, la prestigiosa revista científica Nature publicó un artículo titulado «El decrecimiento puede funcionar: así es como la ciencia puede ayudar», firmado por ocho expertos en economía ecológica.
El decrecimiento es un término que agrupa un conjunto de teorías e ideas económicas, pero también políticas y sociales, que critican el paradigma de la economía basada en el crecimiento continuo. En épocas pasadas, cuando la población mundial y el tamaño de la economía eran sensiblemente menores, parecía que era posible mantener un crecimiento sostenido y la naturaleza se gestionaba como un repositorio de materias primas y fuentes de energía inagotable.
Sin embargo, actualmente hay cada vez más datos que evidencian que o estamos cerca de sobrepasar o hemos sobrepasado ya los límites del planeta en cuanto a materias primas y energía, tal y como se explica en «Petrocalipsis» y «Sin energía». Por otro lado, el día de sobrecapacidad de la Tierra —la fecha en la que cada año hemos consumido los recursos que el planeta puede generar en 12 meses— se adelanta año a año; para el 2023 ha sido el 12 de mayo.
En el artículo mencionado, los autores sostienen que es posible una nueva economía si los países abandonan el dogma de que hay que buscar el crecimiento de la producción a toda costa, independientemente de lo que se necesite. Da la sensación de que no es posible seguir aumentando el PIB, mejorar la vida de los ciudadanos y reducir el daño medioambiental.
La nueva economía del decrecimiento incluiría las siguientes medidas:
- Reducir los sectores más destructivos como los combustibles fósiles, la carne y los productos lácteos producidos en masa, la moda rápida, la publicidad, los automóviles y la aviación, incluidos los aviones privados. Al mismo tiempo, es necesario acabar con la obsolescencia programada.
- Garantizar el acceso universal a servicios públicos de salud, educación, vivienda, transporte, Internet, energías renovables y alimentos básicos. Los servicios públicos universales pueden producir beneficios sociales considerables con un consumo moderado de recursos.
- Garantizar puestos de trabajo verdes en actividades urgentes y necesarias, como instalación de energías renovables, aislamiento de edificios, asistencia social, protección de ecosistemas. Esta idea podría combinarse con una Renta Básica Universal.
- Reducir el tiempo de trabajo, adelantando la jubilación y reduciendo la jornada laboral, lo que disminuiría las emisiones de carbono, repartiría mejor la riqueza y dejaría tiempo libre para actividades comunitarias.
- Cancelar las deudas injustas e impagables de los países de bajos y medianos ingresos, frenar el intercambio desigual en el comercio internacional y crear las condiciones para que la capacidad productiva se reoriente hacia el logro de objetivos sociales.
Nos enfrentamos a grandes retos, pero parece que un gran cambio es inevitable si queremos sobrevivir como una sociedad en la que el bienestar de los ciudadanos es relevante.
El artículo completo (en inglés) está aquí:
«El decrecimiento puede funcionar: así es como la ciencia puede ayudar».
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Muy interesante.
ResponderEliminarAhora que supondría también la necesidad de un nivel de conciencia individual que me resulta difícil de imaginar. Pero, ojalá!
Paloma
Gracias por el comentario, Paloma. Tienes mucha razón, la inercia de la sociedad y de los individuos es tan grande que un cambio así parece muy difícil. Pero algo hay que intentar porque parece que corremos hacia el colapso.
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