Título: Trilogía de la ocupación Autor: Patrick Modiano
Páginas: 376 pág.
Editorial: Anagrama
Precio: 10,90 euros
Año de edición: 2017
La «Trilogía de la ocupación» de Patrick Modiano incluye tres novelas: «El lugar de la estrella», «La ronda de noche» y «Los paseos
de circunvalación». Las tres tienen claras analogías estilísticas y
temáticas. Podríamos resumirlas en los siguientes aspectos: París
durante la ocupación, personajes marginales (ladrones, estafadores,
rompehuesos, chantajistas, prostitutas, asesinos, falsificadores,
apátridas, periodistas fascistas y depredadores en general) y la
identidad como un algo confuso, movedizo, cambiante.
París
es la ciudad. Modiano la conoce hasta la exasperación: avenidas,
plazas, villas, parques, callejuelas, clubs nocturnos. Es un París
sórdido, neblinoso, casi onírico. En este escenario se mueven como
sombras furtivas los personajes modianescos. Por las rondas de la noche
parisina suena el chirrido de los automóviles, se advierten pasos
apresurados, voces amenazantes, un disparo.
Numerosas
personas han abandonado sus casas después de la debacle de junio de
1940. Son los amenazados, o simplemente asustados. En los hogares
desmantelados aún resuenan ecos del ayer. Habitaciones en penumbra.
Bailan motitas de polvo entre los mezquinos rayos de luz que se filtran
por las persianas bajadas. El jardín está abandonado, como en un poema
simbolista. Los recuerdos sobreviven arrumbados: cuadros, muebles,
fotos, libros, ropas. Son los restos del naufragio de la familia
burguesa. Manos ajenas empiezan a revolverlos.
Con
la ocupación se trastoca la sociedad. Salen a la superficie los
reptiles del subsuelo. Bandas de gángsters que colaboran con los
ocupantes. Es la gestapo francesa. Crimen impune. Caos. En «La ronda de noche», quizá la mejor novela de la trilogía, dos grupos se enfrentan:
los criminales colaboracionistas, oportunistas y nihilistas, contra los
idealistas de la resistencia. El protagonista es un ser ambiguo, que se
deja llevar, sin ideales, fatalista, que actúa como agente doble.
Siempre encuentra justificación para sus delitos. La atmósfera es
magistral: las sombras de la noche parisina lo envuelven todo en un
sudario de muerte y melancolía. El cubil de los gángsters es una mansión
requisada. Alguien está siendo torturado en el sótano. Gime. Las
paredes tienen manchas de sangre. En el salón, hombres y mujeres
elegantemente vestidos, pero vulgares, comen, beben, ríen. Una rubia con
pantalones de montar y botas toca el piano. Sus delicadas manos son
blancas como el mármol. Desde la calle se oyen canciones.
En «Los paseos
de circunvalación», las mansiones campestres de la
burguesía fugitiva son ocupadas por delincuentes parisinos. Los buenos
vecinos cierran las ventanas cuando pasan por la calle criminales
borrachos que se hacen pasar por linajudos aristócratas. Las gentes de
malvivir tienen su oportunidad, amparados por la corrupción generalizada
instalada en el poder. Quieren adquirir una respetabilidad,
sin renunciar al crimen. Como en una moderna danza de la muerte, la
podredumbre se enseñorea de Francia. En este mundo oscuro, un padre, de
origen oriental, y su hijo, ambos criminales, mantienen una extraña
relación. En verdad, parece que nada tienen que decirse, aunque
compartirán el mismo destino.
«El lugar de la estrella» plantea el problema de la identidad. La estrella
es la estrella de David. El protagonista de la novela es un judío irreal
y simbólico: «un rostro humano compuesto de mil facetas luminosas y que cambia de forma sin parar».
Un verdadero camaleón humano, precedente del Leonard Zelig de Woody Allen. Así pues, nuestro hombre es antisemita, intenta entroncar con la
más rancia burguesía francesa apegada al terruño y se dedica, entre
otras cosas, a la trata de blancas. Cuando emigra a Israel las
autoridades lo detienen por cosmopolita. Y es que por allí no quieren
judíos trotamundos sino sionistas convencidos. Para cualquier
nacionalista, el individuo se define ante todo por su estirpe y debe
ocupar el lugar de sus antepasados. «El lugar de la estrella» es quizá
la más divertida de las tres novelas, con su tono desenfadado, libre y
juguetón. Puro surrealismo.
El
estilo de Modiano destaca por su capacidad para crear atmósferas
cargadas, noctámbulas y asfixiantes. Los personajes sobreviven entre
música, alcohol y nubes de humo. Están cansados de la vida en general y
de sí mismos en particular. No se avergüenzan de lo que hacen. Se
encogen de hombros e insisten en la dureza de los tiempos que corren. En
las páginas de Modiano la cronología se altera. Pasado, presente y
futuro parecen confluir en la memoria de los protagonistas como en una
película sin principio ni fin. No importa la trama, sino la evocación.
El pasado es triste, el presente cruel y el futuro será la inevitable
ejecución contra un muro. Los antihéroes lánguidos de Modiano son
criminales sin remedio. No reclaman la piedad o el perdón. Nunca
alcanzan la paz. La muerte es una liberación para ellos.
Lean estás magníficas y originales novelas. El humor negro y acre que las impregna las hace todavía más apetecibles.
Patrick Modiano
Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945) es un novelista francés. Sus padres se conocieron
durante la ocupación alemana de Francia. Por parte de padre, Modiano es
descendiente de judíos italianos. La ausencia de su padre, hombre de
negocios, marcó su infancia (y su literatura). En 1968 publicó
su primera novela, «El lugar de la estrella», a la que que seguirían «La
ronda de noche» (1969) y «Los paseos de circunvalación» (1972). Quizá
su novela más conocida sea «Villa Triste» (1975).
Publicado por Alberto.
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