viernes, 29 de enero de 2021

Nuestras vidas - Marie Hélène Lafon

Título: Nuestras vidas                                                                                                      Autora: Marie Hélène Lafon

Páginas: 126
 
Editorial: Minúscula

Precio: 14,25 euros

Año de edición: 2019

Nuestras vidas, nuestras pequeñas vidas, podrían titularse «Vidas sin consecuencias», como dice Pierre Michon en su primera novela «Vidas minúsculas», que la autora confiesa que fue el libro que le cambió la vida, porque le dio el impulso necesario para escribir. Porque ella quería contar historias sencillas, de gente corriente, vidas que pudieran ser la de cualquiera, en las que la mayoría de la población, en ocasiones, podría reconocerse o, mejor dicho, nosotros podríamos ser personajes de la novela. Seres humanos ocupados en pequeñas cosas cotidianas, rutinarias, trabajo, familia... Entonces, ¿dónde está el interés de este libro? ¿cuáles son las peculiaridades que hacen que sea un libro que disfrutemos?

En primer lugar, la estrategia de la autora que crea un primer personaje, la narradora, que nos cuenta, en primera persona, las historias de una mujer y un hombre a quienes no conoce más que por coincidir haciendo la compra en un gran supermercado y con quienes no habla. Inventa sus vidas y lo hace a medida que avanza el libro y se encuentran en las sucesivas compras semanales, a la vez que cuenta retazos de la suya. Inventa cual si la misma narradora fuera una escritora en proceso de armar a sus personajes. El material de apoyo para las invenciones de la vida del hombre y la mujer es casi nulo.

¿Quién no ha fantaseado alguna vez al viajar en tren, haciendo una cola o en la sala de espera del dentista, imaginando quién puede ser la persona que está enfrente o al lado de nosotros y en la que no sabemos por qué tipo de atracción nos hemos fijado? Pérez-Reverte en un estupendo artículo de hace años contaba que un día había practicado el juego en una terraza de un bar y lo hizo imaginando quién se hallaba sobre los zapatos  ̶se había prohibido alzar la mirada para obtener cualquier otra pista- de las personas que pasaban a su lado.

¿Qué nos atrae de los otros? Las diferencias, las semejanzas o siquiera tan solo el mero descubrimiento, el desvelar lo que, por humano, atisbamos comprensible ̶aunque no tengamos intención de comprobarlo-, o simplemente es un divertimento como cualquier otro para pasar el rato. Para la autora es una estrategia que confiesa practicar y que en muchas ocasiones acaba concretándose en ideas para algún personaje de sus ficciones, como es el caso de esta novela, con lo que, al final, son personajes que existen realmente, aunque sus vidas no se parezcan en nada. Eso no es lo importante.

Los personajes son una cajera de supermercado, que se supone joven, un cliente anodino de mediana edad, que hace la compra para su padre ya mayor, y la propia narradora, de unos sesenta años. Los dos compradores van los mismos días a las mismas horas y pasan siempre por la misma cajera. Sin hablarse entre sí y tampoco con la cajera, pero sabiéndose. Héléne Lafon hace un guiño porque los hace coincidir en la calle «Rendez-vous», que significa cita, reunión, por ser el lugar donde se ubica la gran superficie. Es pues, el lugar de encuentro de las tres personas que no se comunican, pero se conocen y observan. Rendez-vous de tres soledades.

La otra peculiaridad de la novela es la forma de narrar. Es una escritora que no pone una palabra innecesaria, lo que no impide que en ocasiones sea torrencial en sus descripciones. Unas descripciones para diseñar a sus personajes que realiza con cuidado de orfebre de la lengua, por la que tiene gran pasión, además de ser su dedicación profesional. Sustantivos, verbos, adjetivos y signos de puntuación son los instrumentos con los que arma unas frases en las que se destaca el ritmo y la tensión. 

Cuenta en una entrevista que lee sus textos en voz alta, lo que es la clave para lograr esa escritura tan ajustada y exacta. Es el ritmo el que nos hace disfrutar y adentrarnos en unos personajes -incluida la propia narradora- que no tienen nada de extraordinario -o simplemente no es lo que interesa a la autora destacar- y a quienes les une una soledad no doliente. La autora, de la misma manera que no valora ni juzga a sus personajes -solo los muestra-, tampoco nos hace experimentar sentimientos de empatía o antipatía. A los lectores nos corresponde en cualquier caso el hacerlo, o no, de tal manera que tenemos total tranquilidad para leer con atención al lenguaje y su entramado que desde la primera página nos sorprende por su extraordinaria capacidad descriptiva. Descubriremos palabras y también algún neologismo, de los que cuenta es gran aficionada, como el de «enrutinar», especialmente gráfico y adecuado en el lugar donde lo utiliza. Se adivina también el trabajo minucioso del traductor, Lluis María Todó.

Un libro de pocas páginas, como todos los suyos, en el que cuenta unas vidas cualesquiera llenas de huecos y silencios, en una ciudad que, aunque sea París, puede ser cualquier otra urbe populosa en donde abundan las sencillas vidas solitarias. Silencios que nos sugieren muchas reflexiones, y de entre ellas, la inabarcabilidad de una vida por mínima que sea, o parezca.

Buena lectura.

Marie Hélène Lafon
 
Héléne Lafon (Aurillac, 1962), orgullosa de su procedencia campesina, es una persona muy cultivada, profesora de latín y griego y doctorada en literatura. Comenzó a escribir tarde, pero desde su primera novela ha sido reconocida con premios prestigiosos. El primero el Renaudot de los estudiantes en 2001, en 2015 sería el Gouncourt de nouvelle y el último, en noviembre de 2020, el Renaudot. Su literatura es concisa, concreta, corpórea, eficaz, por ello su maestro es Flaubert. En España no ha sido traducida hasta 2017, esperemos que el reciente nuevo premio sea acicate para que sus obras se sigan editando aquí.

Publicado por Paloma Martínez.

2 comentarios:

  1. Todos alguna vez hemos fantaseado vidas ajenas. Les hemos "colgado" amigos, recursos, relaciones, etc. Hay quien lo considera, incluso, un ejercicio de inteligencia (peligroso a mi juicio), por aquello de "piensa mal y acertarás". Fama y Fábula comparten raíz con el verbo latino 'fari' ,decir. La literatura, la mentira y la imaginación tienen un nexo íntimo. La mentira es legítima ( y hasta conveniente) en literatura, no en la vida real. Héléne Lafon fábula legítimamente con la vida ajena y la suya en calidad de personaje. Gracias, Paloma, por recomendarnos este trabajo que nos hace sumergirnos en las equívocas lindes de la verdad

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    1. Muchas gracias María por pasarte y dejar siempre comentarios interesantes. Lo valioso en este libro es que la autora no necesita dramas para lograr la tensión, pues junto con el ritmo, está en su manejo de la lengua.

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