Parece que un estudiante universitario canadiense, Aaron Ansuini, ha contado, en un hilo de tuiter que se ha hecho viral, que, cuando fué a buscar el correo electrónico del profesor de un curso en línea en la página web de la universidad para ponerse en contacto con él, descubrió horrorizado que había muerto en el 2019.
¿Cómo se puede mantener un profesor de cursos en línea después de su muerte? Pues muy sencillo, se aprovechan sus vídeos y un profesor asistente corrige los exámenes siguiendo sus criterios.
Como la noticia saltó hace unos días y no he visto ningún desmentido de su universidad ni ninguna publicación que lo denuncie como bulo, supongo que será cierta.
Si efectivamente es así, la cosa recuerda a una sección que había hace años en algunas publicaciones titulada «Increíble, pero cierto» y está al nivel de la leyenda urbana sobre el funcionario fallecido que permaneció sentado en su mesa un par de meses sin que nadie se diese cuenta del deceso.
Aparte de la cascada de bromas y comentarios jocosos que se ha desencadenado en las redes sociales (el profesor zombi, el profesor que no se calla ni muerto, cada vez está más difícil jubilarse, una clase para la eternidad, el club de los profesores muertos, revisiones de examen con ouija...), la noticia no tiene ninguna gracia por varios motivos. Por un lado, los cursos en línea necesitan mantener cierta interactividad con el profesor, mediante chat, correos electrónicos, videoconferencias, etc. para que la enseñanza tenga una calidad mínima. Dar clase es mucho más que pasar un vídeo, por bueno que sea.
Por otro, se supone que habrán pedido permiso a los herederos, ya que los derechos de autor morales no prescriben y son intransferibles, y puede que no les guste la idea de que se siga viendo en la red a su familiar fallecido en acción. Además, puede que se estén ahorrando así el sueldo de un profesor. Por no hablar de lo que supone que una universidad enseñe con el ejemplo cómo engañar a estudiantes incautos. Y de lo poco correcto que es lo que cada vez se hace más en universidades anglosajonas: anunciar un curso impartido por na eminencia, que luego solo da una charla magistral y el resto corre a cargo de profesores asistentes. En fin, un despropósito se mire por donde se mire.
Pero aún así, lo positivo es que la noticia nos muestra una vez más que la realidad supera a menudo a la ficción y el mundo sigue siendo una caja de sorpresas.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Nada más publicar esta entrada, envié un mensaje a Aaron Ansuini y a la Universidad de Concordia (Canadá) pidiendo que me la confirmasen o refutasen y el nombre del profesor. Hoy he recibido esta respuesta de la universidad, que parece confirmar la noticia:
ResponderEliminarEl curso en cuestión forma parte del catálogo eConcordia, una lista de cursos específicamente diseñados y desarrollados desde el principio para ser totalmente en línea y destinados a perdurar en el tiempo. El desarrollo de un curso de este tipo puede llevar hasta un año. El desarrollador de un curso eConcordia no siempre es la persona que lo imparte, como ocurre en este caso. El curso fue desarrollado por el Dr. François-Marc Gagnon hace algunos años con eConcordia e incluye sus conferencias en vídeo. El curso cuenta con un instructor y dos ayudantes que interactúan con los estudiantes y califican las evaluaciones. El curso se basa en el enorme legado del Dr. Gagnon como experto en su campo (el arte canadiense) y el instructor ayuda a los estudiantes a aprender de él y les da retroalimentación sobre su trabajo. Para ser claros, esto no es lo mismo que los cursos que se han trasladado a Internet debido a la pandemia. Lamentamos que el estudiante sintiera que no se le había informado claramente y hemos actualizado la biografía del Dr. Gagnon en la información del curso que se proporciona a los estudiantes inscritos.
Salud y libros.