Título: En el País del Bidasoa
Autor: Sergio del Molino
Páginas: 80
Páginas: 80
Editorial: IPSO ediciones
Precio: 9,50 euros
Año de edición: 2018
En este siglo XXI
estamos en un momento de exaltación de las emociones y así queda reflejado en
la colección que el editor Joaquín Ciáurriz, un barojiano irredento, realizó
a lo largo de dos años, compuesta por 26 títulos de otros tantos autores
«barojianos». El propio editor explica el significado del término barojiano: Somos
un grupo de gruñones, como decía Savater, pero con una base melancólica, con
bastante sensibilidad, mucha capacidad de observación y cierta dosis de
individualismo. Somos difíciles de encasillar en cualquier partido o
movimiento, no nos gustan por lo general los movimientos endogámicos, sean
religiosos o sean nacionalistas, pero hay muchas opiniones». Lo que pidió a los autores para realizar la colección fue una reflexión sobre su relación personal con Baroja, en definitiva, sobre cómo influyó el autor en su propia vida.
Virginia Carrasco en el periódico El Correo
hizo una reseña del libro de Sergio
del Molino que hoy traemos aquí y tituló su artículo «Sergio del
Molino o el ensayismo sentimental». De esta manera capta y sintetiza
perfectamente el contenido del librito que, en apenas 60 páginas, se sumerge y
nos sumerge en un paseo literario por el paisaje que tanto amó Baroja
y que tan bien reflejó en sus obras.
Sergio
del Molino nos tiene acostumbrados a una expresión de sus emociones
contenida para, en los temas y momentos narrados más delicados y difíciles
-como en su libro más comprometido «La hora violeta»-, no llegar a traspasar la
fina línea que separa la emoción pura del sentimentalismo fácil.
Lo que leemos es la
identificación que el autor sintió especialmente en su adolescencia -que se ha
atemperado con el paso de los años- por ese Baroja
individualista y solitario, amante de los paseos contemplativos y defensor a
ultranza y pesara a quien pesara de sus ideas y planteamientos. Recuerda cómo
sintió a Laura -protagonista de «Laura o la soledad sin remedio»- personaje
amargo, huraño y antisocial, como un alter ego. El autor también se
expresa en algunas ocasiones -en especial cuando nombra a su abuela materna,
Curra- de manera brutal y sin paliativos, como lo hacía Don Pío en sus obras
cuando calificaba situaciones o personajes que no eran de su gusto o en
multitud de situaciones vitales, como cuando cuentan que se enfrentó a un
oficial carlista llamándole «cochino carlista», que le valió ir a la cárcel y
cuando salió de ella tener que marchar a Francia para evitarse problemas.
Me gusta mucho leer y
escuchar a Sergio del Molino. Tiene una facilidad envidiable
en el manejo de las palabras, que unas veces le sirven para descripciones
objetivas, o con apariencia de objetividad, y otras para expresar lo más profundo
de sus sentimientos, manteniéndolos sujetos de tal manera que las fórmulas
lingüísticas no los dejen demasiado expuestos y así no provocar excesiva pasión
en el interlocutor, sea lector o escritor. Es una forma de respeto profundo
hacia quien le lee o le escucha, y quizás por ello y por la aparente
ecuanimidad que se consigue con el distanciamiento, logra que nos sea fácil
comulgar con sus ideas. Y es que trasmite verdad, aunque la verdad no exista…
Sergio del Molino
Sergio del Molino es
bien conocido por el artífice de este blog que lo sigue y admira, al igual que
yo, y como está abundantemente reseñado, destacaré de él lo que transmite en la
distancia corta. Afortunadamente, aunque su vida ya es muy azarosa, participa
en Zaragoza en cualquier acontecimiento literario para el que se le solicita, sea
él el protagonista o no, y se desarrolle en las instituciones más sagradas de
la cultura o en las salas más humildes de una pequeña asociación. Al final de
una charla suya en la que presentó y dirigió un debate en un barrio sobre la
película Fahrenheit
451, transmitió una sensación de cercanía tal que imaginé una comida
familiar, de esas de larga sobremesa, en la que estuviera él como uno más.
Es un parlanchín -en el mejor sentido del término- que derrocha amabilidad, que escucha bien y que en su sonrisa y afabilidad esconde una timidez esencial, aunque superada, que le da un encanto especial. Estupendo escritor, interesante persona.
Es un parlanchín -en el mejor sentido del término- que derrocha amabilidad, que escucha bien y que en su sonrisa y afabilidad esconde una timidez esencial, aunque superada, que le da un encanto especial. Estupendo escritor, interesante persona.
Publicado por Paloma Martínez
Con este librito descubrí a Sergio del Molino, que desde entonces ha pasado a ser uno de mis escritores actuales favoritos. Gracias por tu estupendo comentario.
ResponderEliminarCharli
a.c.perez@live.com
Muchas gracias Charli por tu comentario que no había visto. Ahora ya tienes la reseña de su último libro "La piel" en este mismo blog.
ResponderEliminarPaloma Martínez