El pasado 16 de septiembre se cumplieron 50 años de la muerte de Víctor Jara (San Ignacio, 1932), cantautor, escritor, profesor y director de teatro chileno, el que cantaba Te recuerdo Amanda y A desalambrar. Al día siguiente del golpe de estado de Pinochet, fue detenido por su activismo político y por pertenecer al Partido Comunista de Chile. Le llevaron al antiguo Estadio de Chile, hoy reformado y renombrado Estadio Víctor Jara, junto a miles de detenidos; allí lo golpearon, lo torturaron y cuatro días más tarde, lo mataron de 40 disparos.
Poco antes de morir, escribió en un papel su último poema:
Somos cinco mil
Somos cinco mil aquí.
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total en las ciudades y en todo el país?
Somos aquí diez mil manos que siembran y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad con hambre, frío, pánico, dolor, presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron en el espacio de las estrellas. Un
muerto, un golpeado como jamás creí se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores, uno saltando al
vacío, otro golpeándose la cabeza contra el muro, pero todos con la
mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.
¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa.
Que lentamente querrá la muerte.
Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura.
¿Y México, Cuba, y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos que no producen.
¿Cuántos somos en toda la patria?
La sangre del Compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo, como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos momentos del infinito
en que el silencio y el grito son las metas de este canto.
Lo que nunca vi, lo que he sentido y lo que siento hará brotar el momento...
Hoy, gracias a la Inteligencia Artificial, podemos oír esos versos cantados con su voz:
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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