miércoles, 26 de julio de 2023

En todos los frentes - Clarissa Ward

 

Título: En todos los frentes                                                                                                  Autora: Clarissa Ward  

Páginas: 348 pág.

Editorial:
Roca

Precio: 19,85 euros

Año de edición: 2022

Por desgracia los vemos ahora todos los días dándonos las noticias de la guerra. En este momento centrados en la que tenemos más cerca, la que tiene en jaque a Ucrania. Pero no es la única y de todas ellas nos dan cuenta los reporteros. Los reporteros son unos periodistas valerosos que demuestran su gran coraje porque están dispuestos a correr grandes peligros para informar de los conflictos armados que siguen día a día en los lugares de ocurrencia. Pero ¿dónde y cómo viven, cómo sufren las diferentes situaciones que demasiado frecuentemente implican peligros extremos? De eso trata este estupendo libro.

La autora, periodista de guerra, nos cuenta cómo su espíritu aventurero le ha llevado a los lugares en donde los conflictos eran, y aún son en muchos casos, más complejos, más difíciles, más peligrosos. ¿Por qué? ¿Cuál es la poderosa razón que se sobrepone a todo consejo de prudencia y es la fuerza para elegir jugarse la vida para informar de conflictos ajenos? Para Clarissa Ward (Londres, 1980), según ella misma nos cuenta, es la necesidad de contar la información, de comunicar dos mundos diferentes que no se entienden y hacerlo desde un punto de humanidad, buscando el porqué de las decisiones de los poderosos que afectan sobre todo a quienes están en el frente y a la población civil, que ya desde hace tiempo es objetivo militar y sufre directamente las más dolorosas situaciones.

Es este un libro de memorias que relata muchos momentos concretos vividos por ella en los múltiples lugares en los que ha desarrollado su carrera de periodista. Nos da así la visión de lo que ocurría en el campo de batalla y a la vez las historias humanas que completan y ayudan a entender las consecuencias de esas guerras y de la barbarie humana. En muchas ocasiones, tuvo acceso al mundo de las mujeres en países musulmanes en donde los periodistas varones no podían entrar y, como ella dice, siempre las mujeres fueron importantes por la información que le daban y la realidad pegada a la vida de cada día que le contaban.

Nos habla de su infancia feliz y de educación privilegiada, de la intensa y siempre necesaria relación con sus padres y con su abuela paterna, familiares todos ellos que siempre la apoyaron. También de sus estudios en Londres y Estados Unidos, que se centraron en Literatura comparada, lo que no hacía suponer su destino profesional. Fue el impacto de la destrucción del World Trade Center en 2001 lo que le hizo tomar conciencia de su deseo de comunicar.

Comenzó siendo becaria en la CNN de Moscú. Le ayudó mucho su amplio conocimiento de idiomas, que a lo largo de las misiones se preocupó en aprender, así fuera el árabe o el chino, además del ruso, francés y español. Desde la capital rusa dio cuenta de la consolidación de Putin a medida que el pueblo se acomodaba a una mayor riqueza proveniente del precio de la energía y también a una menor democracia. También cubrió el ataque al teatro de Moscú por terroristas chechenos.

Una beca con la Fox News le permitió ir a Oriente, centro de su interés; en su primer viaje estuvo en Bagdad, destino al que nadie quería ir por el peligro extremo que suponía. Y así vivió, con serias dificultades, porque estaban en medio de las bombas en un país donde los extranjeros eran objetivo de los insurgentes. Allí los compañeros de misión, corresponsales, cámaras, ingenieros, traductores, personal de oficina, limpieza y mantenimiento, le dieron un brindis de bienvenida que siempre tuvo presente: «El infierno es la guerra».

Después vendría Pekín, para dar cuenta de las graves tensiones de la provincia autónoma de Sinkianj, en donde rozaron la muerte por un reportaje. Fue a Japón para cubrir el terremoto que dio origen a un tsunami. Como responsable de Asia tuvo que viajar a Seúl, Indonesia, Nueva Zelanda, Mongolia. También estuvo Yemen y Alepo y, más tarde, Groenlandia, Bangladés y Myanmar. Pero a juzgar por lo que ocupa en el libro y por lo que cuenta, lo que más le impresionó fue Siria, a donde viajó varias veces y en donde vivió situaciones de auténtico peligro.

Hasta los 26 años no emitió su primera crónica televisiva con imágenes, que fue nada más y nada menos que una entrevista al presidente libanés, Émile Lahoud, después de la guerra. Más tarde sería muy premiada por sus reportajes en los que procuraba hablar lo menos posible y mostrar toda la crudeza de las situaciones.

Nos cuenta cómo después de una misión importante y peligrosa, cuando desciende la adrenalina, se quedaba en una situación de tristeza y aletargamiento. También cómo para distenderse y olvidar el terror de lo vivido, es importantísima la comunicación con sus compañeros de otros medios, con quienes compartir tanto horror. De ahí los potentes lazos que se forjan en estas situaciones. Sin embargo, hay en esa comunicación una barrera que en pocos momentos dejan que se salte, es la de la fragilidad que deben mantener a resguardo porque «hablar del miedo solo lo hace presente». Esa misma actitud de distancia emocional necesaria para trabajar, mantenía con su familia en épocas de descanso o cuando tuvo a sus hijos.

Las situaciones de peligro son muchas y variadas, e incluyen los aeropuertos en donde los reporteros sufren interrogatorios muchas veces extenuantes, que incluyen en ocasiones cacheos en completa desnudez realizados a veces por guardias varones que sobrepasan toda legalidad, pero a quienes cualquier amenaza de denuncia les provoca como mucho una risa sarcástica. En otras ocasiones, el mero hecho de fumar en algunos países puede ser motivo de gran peligro y más si se es mujer y rubia.

Nos habla de la complejidad de cubrir una guerra, pues si importantes son los aspectos editoriales, tanta importancia o más tiene la atención a los asuntos logísticos, que muchas veces pueden determinar el éxito o fracaso de una acción periodística. Buscar coches, chóferes, traductores y conseguidores, pasadores clandestinos de fronteras, acreditaciones, hoteles y espacios de trabajo, generadores, material informático y muchas otras cosas es fundamental para que los reporteros puedan emitir imágenes y textos informativos. Cualquier pequeño detalle, como los adaptadores eléctricos, puede dar al traste con una emisión.

Son muchos los hechos y las vivencias que van conformando una forma de ser que, por una parte tiene la apariencia de dureza por la necesidad de mantenerse alejada de los sentimientos de dolor y tristeza, aunque por ello no deja de experimentar frustración en momentos determinados en los que se pregunta por el sentido de todo. Estos momentos se presentan con una intensidad muy especial cuando muere un compañero en el frente. También cuando las personas le piden ayuda para salir de su país, como fue el caso de muchos afganos en la caída de Kabul, que ella narró desde el aeropuerto.

El día a día de una profesión de riesgo extremo, que nos cuenta la autora con un lenguaje directo, sin concesiones a la labilidad y con una gran verosimilitud y honradez. Momentos de una vida que nos hacen seguir la intensa lectura con tensión y emoción muy altas.

La traducción es de Santiago del Rey. En esta página pueden verse en español algunos de los reportajes de esta periodista singular: Clarissa Ward, la periodista que cubrió la toma de los talibanes.

Un muy buen libro que se termina con una sensación de que ha sido una lectura importante y necesaria, que nos ha acercado la realidad de una profesión extrema.

Clarissa Ward en casa y en Kabul

Publicado por Paloma Martínez.

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