viernes, 25 de marzo de 2022

A treinta días del poder - Henry Ashby Turner

 

Título: A treinta días del poder                                                                                           Autor: Henry Ashby Turner 

Páginas: 392

Editorial: Edhasa

Precio: 20,50 euros 

Año de edición: 2002

A principios de 1933 la prensa liberal alemana daba por muerta la carrera política de Adolf Hitler. Después de una sucesión de grandes victorias electorales desde 1930, el partido nazi no había conseguido el poder. En las últimas elecciones los nacionalsocialistas habían perdido muchos votos. En la intimidad de su diario, Goebbels estaba desalentado: estamos ganando hasta la muerte. Les devoraban las deudas. El partido se podía escindir. Gregor Strasser amenazaba con esta posibilidad. Los comunistas subían. Hitler hablaba de coger su pistola y poner fin a todo «en dos segundos». Su táctica de poder absoluto o nada parecía quedarse en nada. 

El presidente de la República de Weimar, el venerable mariscal monárquico Paul von Hindenburg, no confiaba en el desequilibrado cabo austriaco. «No lo nombraré ni ministro de correos», decía. A Hitler se le escurría el poder entre los dedos como si fuera agua. Pero el 30 de enero de 1933 fue nombrado canciller por Hindenburg. Inesperado. Terremoto. Ese día hubo un tiroteo en Berlín.

¿Cómo se llegó a esto? De contestar a esta pregunta se ocupa el profesor Henry Ashby Turner en este magnífico libro. Rechazando cualquier idea de inevitabilidad, analiza con detalle las intrigas que en unas semanas condujeron al nombramiento de Hitler como presidente del gobierno alemán.

La historia no la hacen fuerzas impersonales, sino hombres concretos en circunstancias precisas, que los condicionan, pero nunca determinan. Existen nombres, apellidos, decisiones y por supuesto responsabilidades personales. La historia se va haciendo a medida que los hombres escogen y deciden. Pero no todos los sujetos tienen el mismo poder de decisión y responsabilidad. En el caso alemán, la irresponsabilidad de una élite social arcaica llevó al desastre. El enfoque histórico de Turner es por lo tanto empírico e individualista. 

En principio, Hindenburg se resistía a nombrar canciller a Hitler. Pero el viejo mariscal estaba rodeado de varios personajes (familiares, amigos, cortesanos) que influían en él. Ideológicamente, eran reaccionarios, nacionalistas y enemigos de la democracia. Un personaje destacaba (para mal) sobre todos: el católico Von Papen. Este sujeto ya había sido canciller en 1932. Aristócrata de extrema derecha, quería liquidar lo que quedaba de democracia en Alemania. Acusaba a su sucesor en la cancillería, el intrigante general Von Schleicher, de haberlo derribado con malas artes. Ahora, Papen se vengaría a su vez derribando a Von Schleicher. El sustituto sería Hitler. Pero antes había que convencer a Hindenburg.

Papen se reunió con Hitler. Le prometió hablar con un reticente Hindenburg para que le nombrara canciller. Logró convencer al octogenario mariscal. El propio Papen sería vicecanciller y solo habría dos ministros nazis: el fastuoso Goering y el oscuro Frick. Los nobles conservadores domesticarían a los nazis plebeyos. El flamante canciller Hitler juró respetar la Constitución democrática de 1919. Como escribió Alan Bullock, «a Papen solo se le puede acusar de haber cometido el mayor error político del siglo XX». Hitler jugó bien sus cartas. Esperó que le sirvieran el poder en bandeja. Demostró un talento político extraordinario. 

Turner encaja la intriga en el contexto de la crispada sociedad alemana de 1933: crisis económica, miedo al comunismo, violencia callejera, actos de masas, noticias alarmistas, bulos. Es el telón de fondo de una historia sigilosa y secreta que transcurría en hoteles, mansiones aristocráticas y despachos burgueses. El nazismo fue una peculiar revolución de derechas facilitada por las élites tradicionales alemanas que creían controlarla para sus propios fines. Mal negocio que costó millones de vidas.  

Con buen pulso literario, incontestable documentación y una argumentación impecable, Turner analiza la coyuntura y su desastroso desenlace. Hitler llegó al poder como podía no haber llegado. La responsabilidad de su llegada a la cancillería fue esencialmente una pésima opción de la derecha conservadora alemana. Existían otras opciones (una dictadura militar, un gobierno de excepción autoritario sostenido por decretos presidenciales etc). La catástrofe alemana comenzó con un error fatal de quienes tenían el poder real. Ningún determinismo.

Henry Ashby Turner

Henry Ashby Turner (Atlanta, 1932-2008) fue un historiador estadounidense especialista en Alemania. Profesor en Yale, en 1985 demostró en un importante estudio que los industriales alemanes tenían sus reticencias para financiar a Hitler. De hecho, preferían subvencionar a los partidos conservadores tradicionales (por lo menos hasta 1933). Otro mito que contribuyó a derribar Turner fue el del específico camino histórico alemán que llevaba sin remisión al nazismo, el sonderweg. No fue así, porque en 1933 había muchos más alemanes contrarios que partidarios de Hitler. Pero en la élites era al revés. Algo que debería hacer pensar sobre los límites de las democracias y su malversación por las castas. 

Publicado por Alberto.

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