Título: Confesiones de una mosca
Autora: Julia Otxoa
Autora: Julia Otxoa
Páginas: 102
Editorial: Menos cuarto
Precio: 13 euros
Año de edición: 2018
Interesante volumen que demuestra que el minicuento, una narración un poco más larga que el microrrelato, pero más corta que el relato convencional, es un género interesante en sí mismo, con sus propias reglas, efectos, temas y cualidades muy peculiares.
Este volumen reúne 57 micro y minirrelatos, que van desde una frase hasta 2 o 3 páginas, de esta singular autora donostiarra que ha hecho de la brevedad su arte y su seña de identidad literaria. Son historias diferentes, algo surrealistas, kafkianas, con toques de fantasía aquí allá, un humor satírico y un trasfondo a veces de esperpento, que dibujan un mundo propio, cotidiano y extraño al mismo tiempo.
Nos describen un mundo inquietante que en cualquier momento puede girar alrededor de no sé qué gozne y volverse inhóspito y hostil. Lugares y pulsiones extraviadas parecen mostrar que lo irreal hunde sus raíces en la realidad que todos conocemos.
La concisión del género condiciona el texto. Favorece la elipsis, acorta las frases, promueve la concisión y la narración efectista, que busca frases de gran impacto, de las que hacen que toda una historia se despliegue en la mente del lector.
Esta edición viene muy bien arropada por un prólogo de Luís Mateo Díez y, como botón de muestra, creo que lo mejor es traer aquí al menos uno de los relatos de este volumen:
El escalador asciende sin cuerdas por la pared de roca, está solo,
únicamente ayudado por sus manos que arañan cada mínimo punto de apoyo
para seguir hacia lo alto. Es joven pero al cabo de una hora de duro
esfuerzo la fatiga comienza a presentarse en una debilidad creciente en
sus brazos, en los cada vez más frecuentes calambres de sus piernas que
le ponen al borde de una caída que podría ser mortal desde esa altura y
él lo sabe, pero sigue ascendiendo, aunque sus manos se equivoquen y se
sujeten a puntos de apoyo que no lo son y las piedras soltándose de
pronto le recuerden que está en el límite de sus fuerzas y que no fue
buena idea venir sin cuerdas. Mira hacia lo alto, le quedan escasos
metros para llegar, allí en el borde del despeñadero, asomados,
esperando que caiga como antes lo hicieron otros escaladores,
expectantes le observan una veintena de buitres, en sus fijas miradas
ansiosas la espera del festín.
El escalador sabe que no hay esperanza, el próximo intento puede ser la caída, siente que las fuerzas le han abandonado y ahora ni siquiera tiene ánimos para seguir, tan sólo puede permanecer así sujeto en la pared vertical, agarrado a la roca hasta que los músculos aguanten. Bajar es imposible, ascender también. Entonces se acuerda de lo que tantas veces su padre le contó sobre la guerra en aquel lugar, de cómo en 1936 falangistas y requetés arrojaban, desde lo alto de este mismo Nacedero del Urederra en el que se encuentra ahora, a todos aquellos denunciados por «rojos».
Sí, él ha visto mientras ascendía los huesos de todas aquellas personas desperdigados por todas partes, mezclados con las piedras de las torrenteras, enredados entre las ramas de los árboles que surgen de la pared rocosa, cráneos, tibias, manos. huellas blancas como actas notariales de un tiempo atroz.
Pronto sus huesos se mezclarán con todos ellos –piensa el escalador– tan sólo un instante antes de despertar convertido en buitre esperando ansioso junto con sus compañeros que ese diminuto escalador caiga al fin de una santa vez.
Un libro singular, original y creativo donde los haya, muy interesante y recomendable para desengrasar las neuronas leyendo algo novedoso y de calidad. Me ha gustado mucho este volumen de una gran escritora que necesita solo unos párrafos para hacer literatura de la buena.
Julia Otxoa (San Sebastián, 1953) Es poeta, narradora y artista gráfica. Empezó a estudiar Psicología, pero abandonó al tercer año para dedicarse por completo a la literatura. Trabaja en Telefónica en lo que ella llama un trabajo alimenticio, que le permite sobrevivir para dedicarse a lo que le interesa de vedad: escribir.
Interesante volumen que demuestra que el minicuento, una narración un poco más larga que el microrrelato, pero más corta que el relato convencional, es un género interesante en sí mismo, con sus propias reglas, efectos, temas y cualidades muy peculiares.
Este volumen reúne 57 micro y minirrelatos, que van desde una frase hasta 2 o 3 páginas, de esta singular autora donostiarra que ha hecho de la brevedad su arte y su seña de identidad literaria. Son historias diferentes, algo surrealistas, kafkianas, con toques de fantasía aquí allá, un humor satírico y un trasfondo a veces de esperpento, que dibujan un mundo propio, cotidiano y extraño al mismo tiempo.
Nos describen un mundo inquietante que en cualquier momento puede girar alrededor de no sé qué gozne y volverse inhóspito y hostil. Lugares y pulsiones extraviadas parecen mostrar que lo irreal hunde sus raíces en la realidad que todos conocemos.
La concisión del género condiciona el texto. Favorece la elipsis, acorta las frases, promueve la concisión y la narración efectista, que busca frases de gran impacto, de las que hacen que toda una historia se despliegue en la mente del lector.
Esta edición viene muy bien arropada por un prólogo de Luís Mateo Díez y, como botón de muestra, creo que lo mejor es traer aquí al menos uno de los relatos de este volumen:
El escalador
El escalador sabe que no hay esperanza, el próximo intento puede ser la caída, siente que las fuerzas le han abandonado y ahora ni siquiera tiene ánimos para seguir, tan sólo puede permanecer así sujeto en la pared vertical, agarrado a la roca hasta que los músculos aguanten. Bajar es imposible, ascender también. Entonces se acuerda de lo que tantas veces su padre le contó sobre la guerra en aquel lugar, de cómo en 1936 falangistas y requetés arrojaban, desde lo alto de este mismo Nacedero del Urederra en el que se encuentra ahora, a todos aquellos denunciados por «rojos».
Sí, él ha visto mientras ascendía los huesos de todas aquellas personas desperdigados por todas partes, mezclados con las piedras de las torrenteras, enredados entre las ramas de los árboles que surgen de la pared rocosa, cráneos, tibias, manos. huellas blancas como actas notariales de un tiempo atroz.
Pronto sus huesos se mezclarán con todos ellos –piensa el escalador– tan sólo un instante antes de despertar convertido en buitre esperando ansioso junto con sus compañeros que ese diminuto escalador caiga al fin de una santa vez.
Un libro singular, original y creativo donde los haya, muy interesante y recomendable para desengrasar las neuronas leyendo algo novedoso y de calidad. Me ha gustado mucho este volumen de una gran escritora que necesita solo unos párrafos para hacer literatura de la buena.
Julia Otxoa (San Sebastián, 1953) Es poeta, narradora y artista gráfica. Empezó a estudiar Psicología, pero abandonó al tercer año para dedicarse por completo a la literatura. Trabaja en Telefónica en lo que ella llama un trabajo alimenticio, que le permite sobrevivir para dedicarse a lo que le interesa de vedad: escribir.
Es una de las escritoras que ha revitalizado y dignificado el microrrelato. También se dedica a escribir poesia, artículos en prensa, ensayo y cuentos para niños. Concibe la poesía como el tronco principal de todo lo que hace y cada género que toca, como una rama. Su obra ha sido traducida a varios idiomas.
Julia Otxoa
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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