Título: Los cigarros del faraón
Autor: Hergé
Páginas: 64
Editorial: Juventud
Precio: 11,91 euros
Año de edición: 2003 (15ª edición)
¿Todavía no hemos publicado una reseña sobre Tintín, el reportero más famoso del mundo? Ahora mismo vamos a remediar un olvido tan imperdonable. Las aventuras de Tintín han servido a millones de niños para iniciarse en la lectura (a menudo dónde hoy hay un tebeo, mañana habrá un libro) y para conocer lo que es una buena historia de aventuras. Por lo tanto, el homenaje es más que merecido.
Recuerdo nitídamente que leí mi primer Tintín en el colegio, como debe ser, cuando tenía nueve años, durante una de las horas de estudio en las que la vigilancia se relajó y pudimos hacer un poco lo que queríamos. Un compañero me dejó «Tintín en América» y lo devoré allí mismo, de una sentada, fascinado por las aventuras de aquel reportero que podía pasar por niño o por adolescente, según quisiera el lector. Luego vino «Tintín en el Congo» y poco a poco, todos los demás. He elegido «Los cigarros del faraón» (1934) porque es una de mis favoritas y todavía la guardo en casa con cariño.
Los dibujos son espléndidos, uno se queda fascinado mirando cualquiera de las viñetas grandes llenas de detalles, y están dotados de una gran expresividad. El particular sentido del humor de Hergé, un poco chapado a la antigua, se gana en seguida la complicidad del lector y las tramas son fenomenales. No sé si me equivoco, pero creo que las aventuras de este periodista y su fox-terrier son las primeras historas modernas que imponen un ritmo vertiginoso de peripecias, un torbellino de acción tal y como harían más tarde James Bond (1953) y, por citar un caso paradigmático, la serie de películas de «El caso Bourne» (2002).
Tintín, aparecido en los años 30, es anterior a todo eso y probalemente fué el primer caso que demostró que un cómic puede ser tan divertido y fascinante como la mejor novela de aventuras. Tiene el atractivo adicional de explotar el exotismo de países lejanos y despertar el interés por otras culturas.
¿Todavía no hemos publicado una reseña sobre Tintín, el reportero más famoso del mundo? Ahora mismo vamos a remediar un olvido tan imperdonable. Las aventuras de Tintín han servido a millones de niños para iniciarse en la lectura (a menudo dónde hoy hay un tebeo, mañana habrá un libro) y para conocer lo que es una buena historia de aventuras. Por lo tanto, el homenaje es más que merecido.
Recuerdo nitídamente que leí mi primer Tintín en el colegio, como debe ser, cuando tenía nueve años, durante una de las horas de estudio en las que la vigilancia se relajó y pudimos hacer un poco lo que queríamos. Un compañero me dejó «Tintín en América» y lo devoré allí mismo, de una sentada, fascinado por las aventuras de aquel reportero que podía pasar por niño o por adolescente, según quisiera el lector. Luego vino «Tintín en el Congo» y poco a poco, todos los demás. He elegido «Los cigarros del faraón» (1934) porque es una de mis favoritas y todavía la guardo en casa con cariño.
Los dibujos son espléndidos, uno se queda fascinado mirando cualquiera de las viñetas grandes llenas de detalles, y están dotados de una gran expresividad. El particular sentido del humor de Hergé, un poco chapado a la antigua, se gana en seguida la complicidad del lector y las tramas son fenomenales. No sé si me equivoco, pero creo que las aventuras de este periodista y su fox-terrier son las primeras historas modernas que imponen un ritmo vertiginoso de peripecias, un torbellino de acción tal y como harían más tarde James Bond (1953) y, por citar un caso paradigmático, la serie de películas de «El caso Bourne» (2002).
Tintín, aparecido en los años 30, es anterior a todo eso y probalemente fué el primer caso que demostró que un cómic puede ser tan divertido y fascinante como la mejor novela de aventuras. Tiene el atractivo adicional de explotar el exotismo de países lejanos y despertar el interés por otras culturas.
Hay que decir que es cierto que los álbumes de Tintín, bueno más bien su autor, tienen un lado oscuro. Por un lado, durante la ocupación nazi de Bélgica, Hergé sigió dibujando sin ningún problema e incluso llegó a trabajar para un periódico claramente filonazi. Pero también es verdad que luego se arrepintió y tuvo varias crisis nerviosas en la posguerra relacionadas con su pasado. También hay que reconocer que la primera versión de «Tintín en el Congo» era algo racista y procolonial, pero luego la rehizo y finalmente Tintín se ha convertido en la imagen de un periodista que lucha por la libertad y contra las injusticias allá donde va.
Los volúmenes de Tintín son los grandes pioneros del mundo del cómic («The Spirit» apareció en los años 40) y todavía hoy se pueden leer y disfrutar. Creo que son histrorietas que no deben faltar en toda buena biblioteca, de obligada lectura y conocimiento. Basta despertar al niño que todos llevamos dentro para pasar un rato de diversión con estas historietas, paladeando los dibujos, el guión y los personajes. Muy recomendables para todo tio de lectrores, especialmente para amantes de las historias de aventuras.
Georges Prosper Remi (Etterbeek, 1907-1983), Hergé para sus lectores, fué un historietista belga. Su seudónimo refleja la pronunciación en francés de sus siglas invertidas (R. G.). Hijo de un empleado de una casa de ropa de niños y de una ama de casa, fué educado en un colegio religioso, era el primero de la clase y ya de niño llenaba los márgenes de sus cuadernos de dibujos.
Fué un dibujante autodidacta, jamás recibió clases de dibujo. Era miembro de los boy scout religiosos de su colegio y viajó siendo un adolescente por varios paises, como España, y llenó la revista de la organización con sus dibujos. Con 17 años comenzó a firmar sus historietas como Hergé, seguía dibujando y su primer trabajo fué el de fotógrafo e ilustador del periódico católico y iltraconservador «Le XXème Siècle». En 1929 apareció por primera vez el reportero Tintín y su perro Milou en el suplemento infantil «Le Petit Vingtième» de ese diario.
Un Tintín muy primitivo («Tintín en los soviets»)
En 1932 publicó su primer álbum, «Tintín en América» y poco después conoció a un estudiante chino, Zhang Chongren, que le ayudo a situar en su cultura «El loto azul», un gran amigo que aparece en el cómic como Tchang Tchong-Yen, amigo de Tintín.
La escasez de papel durante la Segunda Guerra Mundial le obligó a publicar las aventuras del ya famoso Tintín como una tira semanal de 3 o 4 viñetas, lo que le obligó a añadir más gags, incrementar el ritmo de la acción, elegir tramas escapistas (como tesoros escondidos y viajes espaciales) e introducir personajes secundarios, como el capitán Haddock y el profesor Tornasol.
Llegó a publicar 24 álbumes sobre el famoso reportero, traducidos a 17 idiomas y de los que se han vendido más de 230 millones de ejemplares, y 17 más de otros personajes. Su infuiencia en el cómic ha sido decisiva: creó todo un estilo, el llamado dibujo de línea clara, seguido e imitado por numerosos dibujantes y fué un maestro de las historietas de aventuras, con mil peripecias y un ritmo endiablado.
Recibió inumerables premios, hay museos y ha habido exposiciones de sus dibujos y éste es el enlace de la página oficial de Tintín, en español y cinco idiomas más.
Hergé
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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