Título: La última función Autor: Luis Landero
Páginas: 224 pág.
Editorial: Tusquets
Precio: 20,50 euros
Año de edición: 2024
Desde hace años, siento una especial debilidad por Luis Landero. En 1989, me sedujo inmediatamente su primera novela, «Juegos de la edad tardía», por su originalidad y su estilo depurado. He seguido disfrutando de sus novelas y me parece que es el escritor español en activo que redacta el mejor castellano, un lenguaje redondo, equilibrado y casi perfecto. Utiliza un vocabulario expresivo y variado, frases con ritmo, equilibradas y sin fisuras lógicas, en las que cada palabra parece caer en un hueco reservado para ella, de manera que diríamos que ni falta ni sobra nada.
Ésta su última novela mantiene el nivel de estilo habitual, ese lenguaje que avanza con la seguridad y la potencia de un Rolls-Royce, para contarnos una historia muy curiosa sobre un tema que constituye una de sus obsesiones más recurrentes: el afán por triunfar en la vida.
A lo largo de 19 capítulos, se nos cuenta, de manera alternada, la peripecia vital de dos personajes principales: Tito Gil, un soñador dotado de una voz legendaria, bella y seductora, ideal para declamar cualquier cosa, y Paula, una buena chica que no tiene suerte con los novios que se echa. Las dos historias, que arrancan en los años 90, están hábilmente entreveradas, hasta que la pareja de protagonistas se encuentra y se desencadena el desenlace final, feliz para la curiosa pareja de perdedores, pero desgraciado para el pueblo.
En la trama encontramos escenas y personajes de lo más peculiar: un viejo que hace de lazarillo de un niño, una gestoría que se transforma en teatro improvisado, un empresario ciclotímico que deviene maltratador, un encuentro en la niebla y un malentendido que se convierte en un acierto providencial, la historia de la Santa Niña Rosalba, un pesimista recalcitrante, una chica con mala suerte que se encuentra a sí misma convirtiéndose en otra y muchas cosas más. Porque esta novela, como otras de Landero, tiene un cierto tono costumbrista, de pueblo perdido en el olvido y anclado en los años 40. La narración utiliza con maestría la analepsis o flashback —¡Ay, que haya que utilizar un anglicismo para explicar qué significa una palabra en castellano—.
El texto está plagado de frases contundentes como sentencias, que reflejan la gramática parda que se estila en los pueblos de la España profunda: «La autoridad no opina», «El mundo es igual en todas partes», «Dioses y hombres, todos son de la misma calaña», «De donde se deduce lo poco que somos y lo mucho que parecemos» y otras expresiones de parecido jaez.
Un libro estupendo sobre los azares del destino, las segundas oportunidades, que cuenta cómo el arte, en especial el teatro, puede llegar a cambiar la vida de las personas, y que muestra algo de la esencia de la condición humana, que pretendiendo ser grandiosa, a menudo solo resulta ridícula y aun así, puede que la felicidad nos espere en la circunstancia más insospechada.
Una obra menor del gran Landero que, aún así tiene muchos quilates y proporciona cuatro o cinco horas de placentera lectura. Una novela muy agradable, escrita en un español que, si no es perfecto, lo parece, altamente recomendable para los seguidores de este autor extremeño.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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