Título: Medio siglo de cultura española (1885-1936) Autor: Manuel Tuñón de Lara
Editorial: Urgoiti Editores
Precio: 22 euros
Año de edición: 2018
Publicado por primera vez en 1970, «Medio siglo de cultura española (1885-1936)» es un brillante análisis en clave marxista de la «edad de plata». El historiador Manuel Tuñón de Lara establece previamente su metodología e hipótesis de trabajo: los procesos culturales están condicionados por la estructura socioeconómica y la infraestructura institucional, pero no determinados. A su vez, la cultura influye en la sociedad a través de una acción de retorno.
Un país más alfabetizado implica inevitablemente un aumento de la tasa lectora y más libros en circulación porque se difunde la posibilidad de acceso al saber. A mayor desarrollo educativo, mayores tiradas de los periódicos. Las noticias se difunden y discuten. El debate sale del salón o la academia. La sociedad se vuelve más democrática. Aparece la opinión pública. La base del cambio cultural es ciertamente el desarrollo de las fuerzas productivas. En el primer tercio del siglo XX fue disminuyendo en España el altísimo porcentaje de analfabetos. Crecieron las ciudades. Lentamente, se anunciaba la modernidad.
La cultura como manifestación del cambio social español entre 1885-1936 es lo que propone Tuñónde Lara. Y, ¿qué es la cultura? Pues ideologías, instituciones educativas, grupos generacionales de intelectuales, revistas, periódicos y libros. Tuñón de Lara examina diferentes aspectos de esta praxis cultural española. La producción cultural es a la vez consecuencia y causa del cambio social.
La Institución Libre de Enseñanza fue una revolución educativa por etapas. A través de Giner de losRíos y sus equipos, llegó a España la pedagogía moderna alemana o británica, la importancia del análisis científico, la tolerancia ideológica y el laicismo. A partir de la Institución se ramificaron distintos organismos que fueron decisivos en la formación de las élites intelectuales españolas. En definitiva, un nuevo estilo de ser y pensar frente a la ortodoxia católica. Las raíces del institucionismo están en la filosofía krausista, pero sus consecuencias prácticas desbordan esta filosofía menor del idealismo alemán.
El final del siglo XIX, cuando la Institución Libre de Enseñanza da sus primeros pasos, es la etapa dorada de la novela realista española. Las novelas de Galdós y Clarín son una fuente histórica indispensable para conocer aquella sociedad. Galdós es el cronista de la clase media madrileña en sus «Novelas Españolas Contemporáneas». Pero el escritor canario entiende asimismo la creciente importancia de la clase obrera. En «La Regenta» Clarín analiza la vida provinciana con una implacable radiografía social de Vetusta-Oviedo. Las condiciones materiales de la sociedad hacen posible la novela burguesa. De ninguna manera determinan la interpretación diferente y personal que de esta sociedad hace cada autor.
El grupo del 98 reaccionó contra la España tradicional que miraba al pasado y se hundió con la armada en Cuba y Filipinas. Con los noventayochistas la rebeldía crítica toma carta de naturaleza en la literatura española. No les gusta la España canovista y sueñan románticamente con «otra España». Pero Unamuno, Baroja o Azorín eran individualistas acérrimos y, como escribió Antonio Machado, cada uno «el rumbo siguió de su locura».
Los intelectuales condenaron el caciquismo. El Estado de derecho español era una farsa. Joaquín Costa reaccionó con vigor y elocuencia contra aquella España de oligarquía y caciquismo. El objetivo de Costa era la regeneración del pueblo español mediante la educación. De esta manera, España se libraría de la tutela caciquil alcanzando finalmente el protagonismo colectivo. El costismo tiene sin embargo peligrosos atajos autoritarios: la confianza en el cirujano de hierro, el dictador, el superhombre. Por su parte, la intrahistoria de Unamuno supone destacar la labor cotidiana de los hombres anónimos sin historia. No son meras elucubraciones intelectuales, porque el año 1917 implica «la aparición de las muchedumbres en el primer plano de los acontecimientos».
Y si de masas hablamos es imprescindible mencionar al intelectual de mayor influencia del siglo XX español: don José Ortega y Gasset quien, a través de sus empresas políticas y culturales, se esforzó por esclarecer el cerebro de sus compatriotas, no sin temer al «imperio brutal de las masas», su anonimato, violencia e incomprensión de la alta cultura. Frente a este elitismo liberal, el liberalismo democrático de Azaña o Machado cree en los «valores morales de lo popular colectivo».
Tuñón de Lara también estudia minuciosamente la recepción en España del pensamiento socialista y anarquista, destacando figuras olvidadas en su momento como Manuel Núñez de Arenas, maestro del propio Tuñón, o el doctor Jaime Vera, el mejor y más temprano teórico español del marxismo. El movimiento obrero español organizó una impresionante infraestructura cultural y educativa formada por escuelas, ateneos, casas del pueblo, revistas y periódicos.
Así pues, cuando llega la coyuntura crítica de los años treinta, las ideologías derivadas de los sucesivos impactos de lo social en la tarea cultural movilizan a millones de personas. Las ideas son consecuencia de la modernización e implican inevitablemente conflicto. Al final, ¿qué proyecto político, y por lo tanto cultural e ideológico, dominará en la sociedad española? Desgraciadamente, el pleito se resolvió por la violencia. O, como escribió José Castillejo, la «guerra de ideas en España» terminó en guerra a secas.
Este es un estudio capital para entender la entrada de España en la contemporaneidad. Escrito de manera clara y precisa, con profusión de fuentes y bibliografía, no se limita a narrar o enumerar, sino que se preocupa de explicar. No es un repertorio vulgar, sino una síntesis analítica. De ahí su gran valor y utilidad.
Manuel Tuñón de Lara (1915-1997) fue un historiador con historia. Madrileño de clase media y republicano (miembro del PCE hasta los años 50), luchó en la guerra civil, pasó por la cárcel y en 1946 se exilió en Francia. Residió en París y estudió en La Sorbona, a la vez que se dedicaba al periodismo. Como catedrático de la Universidad de Pau organizó unos influyentes coloquios de historia de España.
Sus libros de investigación o divulgativos centrados en los siglos XIX y XX
fueron decisivos en la renovación de la historiografía española
y se vendieron mucho. Frente a la historia política de raigambre
positivista y liberal, Tuñón de Lara se centró en la historia social, de
carácter estructural y comprometida con la izquierda. Tras la muerte de Franco,
el profesor Tuñón de Lara volvió a España. Catedrático de historia
contemporánea en la Universidad del País Vasco durante sus últimos años,
falleció en la localidad vizcaína de Lejona.
Publicado por Alberto.
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