Título: El evangelio de las anguilas Autor: Patrik Svensson
Páginas: 288 pág.
Editorial: Libros del Asteroide
Precio: 19,95 euros
Año de edición: 2020
Esta historia comienza y termina en el mar de los Sargazos: unas remotas aguas del Atlántico septentrional cubiertas de bosques de algas que dificultan la navegación hacia las costas americanas. En este retazo de océano cálido y denso, un remanso rodeado de corrientes marinas, han nacido bastantes leyendas. También nace un curioso pez serpentino: la anguila, protagonista de «El evangelio de las anguilas», insólito e interesante libro escrito por el sueco Patrik Svensson.
La anguila es un ser esforzado, tenaz, desconcertante y aventurero. Nace como una laminilla transparente parecida a una hoja de sauce, navega infatigable por el Atlántico hacia las costas europeas, remonta estuarios y ríos, se hace grande adquiriendo un peculiar color negruzco, verdoso y amarillento, dormita bajo las piedras, sale por la noche de su escondrijo para alimentarse y, si logra eludir la muerte, hace el camino de vuelta, regresando al mar de los Sargazos, en cuyas aguas profundas se reproduce y muere. Misión cumplida.
Las anguilas llamaron la atención de los antiguos. El gran Aristóteles, padre de la filosofía y la ciencia occidentales, creía que nacían por generación espontánea, como los renacuajos en la alberca. Del fango, del limo, de la nada. Por su forma, había quienes negaban que la anguila fuera un pez. Era otra cosa, extraña, indefinida, difícil de clasificar. Incluso se arrastraba por el suelo como una serpiente más.
Desde luego, la anguila es rara: sufre a lo largo de su vida extrañas metamorfosis, puede vivir 50 años, aguanta aguas saladas y dulces, sobrevive un año o más sin alimentarse y, como el hijo pródigo, vuelve en la madurez al lugar de su nacimiento: garantizada la pervivencia de la especie, la vida de la anguila se cierra en un círculo perfecto. Una rigurosa coherencia lógica constituye la razón de ser de su naturaleza.
La morfología de estos animales es estrafalaria. Extrañas sus costumbres. Las anguilas son un pequeño misterio que se nos escapa, al igual que resulta imposible atraparlas en el arroyo con las manos: serpentean, se deslizan, se confunden con el ámbito y desaparecen como un espejismo del agua.
Svensson repasa con desenvoltura las investigaciones que concienzudos sabios han hecho acerca de las anguilas. Poco a poco, fueron desentrañando algunos secretos de estos pequeños seres; pero no todos. Por ejemplo, demostraron que la anguila era realmente un pez y no un anfibio u otra especie zoológica. Por supuesto, no nace por generación espontánea: pone huevos (hasta nueve millones). La anguila es ovípara.
Otra clave es el sexo de las anguilas. En este asunto intervino nada menos que un joven médico de Viena, llamado Sigmund Freud, quien en 1876 se fue a Trieste dispuesto a resolver el misterio sexual de las anguilas. Escalpelo en ristre, desolló más de 400 ejemplares. Tanto esfuerzo acabó en fracaso: el genio en ciernes no descubrió ninguna anguila con órganos reproductores masculinos. Lo que Freud no podía saber era que la anguila, al parecer, desarrolla órganos sexuales cuando los necesita. No es una mera adaptación al medio; se transforma existencialmente, según Svensson.
Así que la anguila viscosa y de forma fálica (en Japón se la comen con arroz y la creen afrodisíaca) llegó a desesperar al gran revolucionario del inconsciente. Sin embargo, científicos, escritores o artistas se siguieron interesando por el lábil animalito. Además, su carne grasa y sabrosa hace las delicias de los más exigentes gourmets. Por no hablar de las angulas, alevines de anguila, cuyo precio disparatado las convierte en el oro blanco del mar. Las disquisiciones sobre o alrededor de la anguila son en mi opinión lo mejor del libro. Svensson las baraja sugestivamente con sus recuerdos personales. De niño pescaba anguilas con su padre. La familia se las comía fritas o cocidas. Pero al pequeño Svensson le repugnaban aquellas serpientes pegajosas. Estas memorias familiares son sin duda entrañables, pero quizá no demasiado interesantes.
La anguila acaba convirtiéndose en un símbolo sobre los límites inherentes al conocimiento: «La anguila era más bien un recordatorio de lo poco que sabemos: sobre ella o sobre el ser humano, sobre dónde venimos o adónde vamos». Cada hombre se lleva consigo su secreto, escribió Antonio Machado. Algo parecido sucede con las anguilas. Con todo, en general.
En definitiva, «El evangelio de las anguilas» demuestra que cualquier tema, por peregrino que parezca, puede resultar fascinante si se sabe contar. Porque estudiando las anguilas se habla sobre todo de los hombres: de su perseverancia en el deseo de conocer, que contrasta con la imposibilidad de desentrañar la mayoría de los enigmas de la naturaleza. Que en la comprensión de las costumbres de una humilde anguila aparezcan mil complicaciones invita a la modestia. Conocer es una búsqueda sin término. Entender el porqué, todavía más. Quizá en esta flaqueza constitutiva radique la grandeza humana. Después de todo, no somos anguilas. Svensson lo entiende muy bien. Por esa razón, entre otras, su libro es excelente.
Publicado por Alberto.
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