Título: Guayacanal Autor: William Ospina
Páginas: 248
Editorial: Random
Precio: 18 euros
Año de edición: 2021
Hace tiempo que sigo a William Ospina y lo que escribe. Es un estilista barroco y depurado, que entiende como nadie a su país, la fascinante Colombia, donde el verde es de todos los colores. Pero en este libro se ha superado a sí mismo y ha escrito una verdadera obra maestra, una novela redonda y fascinante, a medio camino entre el libro de memorias, la novela histórica y una narración de ficción.
Y es que Ospina hace aquí todo un maravilloso homenaje a su familia y sus antepasados; cuenta la historia de sus padres, sus abuelos y sus bisabuelos, tíos, primos y toda la parentela, con fotos, testimonios documentos y narraciones orales. Un espléndido ejemplo de literatura memorialista, en la que reconstruye la peripecia de sus ancestros, que emigraron huyendo de la violencia para instalarse en Guayacanal, en plena selva de Florencia, al oeste de Colombia, entre Bogotá y la costa.
La novela alterna la narración del viaje que el autor consigue realizar a la región tras muchos intentos frustrados por las más variadas causas y, poco a poco, va levantando todo un fresco lleno de personajes peculiares e inolvidables: Roberto, tan delgado que la llamaban la Muerte; los matones Desquite y Sangrenegra; Julio Gutiérrez, el hombre más temerario, peligroso e incomprensible; Santiago, muerto a cuchillo y bala por el indio Alejandrino; la predicadora santa que resultó ser un hombre; cómo empezaron a planter café en las laderas de las montañas; el chico que se tragó una bala y pudo expulsarla comiendo papas; el cura que compró una máquina de hacer billetes y multitud de protagonistas de mil historias más que forman un caldo de cultivo desmesurado, colorido y sabroso, fantasioso e increíble... pero real como la vida colombiana misma. Porque hay cosas que solo pueden suceder allí y personajes que solo pueden haber nacido por aquellos pagos.
Se cuenta lo que pasó el día que mataron dos veces a la Muerte, cómo pagar el aroma de un cocido con el ruido de una moneda, lo ocurrido cuando siete camiones de dinamita explotaron en Cali, la historia del tesoro de Hervé, que un gallinazo (un buitre) puede ser animal de compañía, que los espejos atraen a los rayos, cómo se transformaron los tangos argentinos en valses colombianos, el baile de Mamá Rafaela con Josefina antes de morirse y muchos otros sucedidos.
En fin, un viaje inolvidable a la Colombia antigua, festiva y terrible, exuberante y algo violenta, que narra la colonización antioqueña de la selva que tuvo lugar entre los siglos XIX y XX con un estilo lleno de poesía y magia, la historia de una familia y toda una cultura de la que surgió el realismo mágico como lo más natural del mundo. Los sucesos violentos se mezclan con la vida de los miembros de la familia, también hay espacio para la dulzura y los personajes encantadores. Sigue siendo conmovedora la hospitalidad franca y abierta de los lugareños que sienten que en una casa, por pequeña que sea, caben todos los que caben enel corazón.
Mención aparte merecen las más de treinta fotografías que ilustran la narración a la perfección. Marrones, algo borrosas, están teñidas de melancolía y autenticidad, empezando por la foto de la portada, en la que aparecen los bisabuelos de Ospina, Papá Benedicto y Mama Rafaela, él descalzo como siempre, que acompañan al lectror durante toda la narración con su cálida presencia.
Una obra inclasificable e inolvidable, llena de vitalidad e imaginación, de una belleza arrolladora y maravillosamente bien escrita. En mi opinión, uno de los libros del año, sin duda. El trópico, con todo lo que supone, transformado en vida, tinta y papel.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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