lunes, 2 de septiembre de 2019

Vaciar los armarios - Rodolfo Notivol


Título: Vaciar los armarios
Autor: Rodolfo Notivol

Páginas: 388

Editorial: Xordica

Precio: 21,80 euros

Año de edición: 2016

Una de las causas por las que nos gustan algunas novelas es porque nos reconocemos en ellas. Porque tratan de gente corriente a quienes en algún aspecto nos parecemos; porque los entornos y los ambientes en los que viven sus personajes los reconocemos como vividos o próximos; porque las cosas que nos cuentan también nos son familiares; y porque su lenguaje es sencillo y cercano... Todo ello se da en esta estupenda novela del zaragozano Rodolfo Notivol. De hecho, nos hace recordar a otros autores cultivadores del género “de lo cotidiano” como Natalia Ginzburg, Martínez de Pisón, Use Lahoz, Rosa Ribas, Elena Ferrante… Escriben de cosas tan normales que a cualquiera le pueden ocurrir. Aparentemente no pasa nada demasiado importante, pero, al final, si se echa la vista atrás, es la vida lo que se ha ido tejiendo con pequeñas historias conformadoras de personas y personajes que anhelan y sueñan una vida mejor dentro de unos contornos -la familia- que es a veces apoyo y empuje y otras, jaula que cercena posibilidades.

La novela cuenta hechos que ocurren a lo largo de alrededor de 80 años, desde la posguerra hasta hace una década. El ambiente va evolucionando a medida que lo hace la familia de Marina, la narradora, que nos da cuenta de las luchas cotidianas de unas gentes que se fueron del pueblo a la ciudad para dar mayores oportunidades a sus numerosos hijos -nueve en el caso de la novela- y marcharon con lo poco que tenían, arrastrando, también en el caso de la novela como en tantos otros, a las dos abuelas viudas, mujeres fuertes y resistentes ancladas en su mundo, incapaces de evolucionar como sí lo harán el resto de personajes. Todos viviendo de un escaso sueldo de conserje del hospital provincial al que se le añadían las pequeñas cantidades que recibía la madre de familia como una especie de propina o dádiva por “los mandados” que hacía en casa del director del centro.

La ciudad, que puede ser cualquiera de tamaño medio de España, casi como un personaje más, va a irse transformando y ampliando con barrios nuevos propiciados por el gobierno para posibilitar vivienda barata. Fueron las identificables casas de sindicatos que entre los años 45 al 60 poblaron muchas ciudades españolas y que actualmente se están rehabilitando. Ante el aumento de población se construyeron colegios y otras infraestructuras de servicio, pero también locales de ocio y diversión como los futbolines, los cafés, los teatros y cines y, algo importante, las salas de fiestas. Cualquier lector podrá reconocer los ambientes, y si se es de Zaragoza o se ha vivido en ella, ciudad en la que transcurre la novela, el goce está asegurado.

Los personajes son toda la familia, pero con atención especial a las mujeres a quienes el autor dibuja con profundidad, respeto y afecto, especialmente a la madre. Es una mujer dura, nada proclive a las demostraciones afectivas pero su dedicación única son los suyos y cada cosa que hace en su esforzada y sacrificada vida está destinada a sus hijos, marido y a las abuelas. Los hijos son los que tienen el papel en la novela de hacernos sentir como propios los cambios que se producen en la sociedad. Entre ellos -como es natural en familias numerosas- los hay de distintos caracteres y eligen vivir diferentes opciones, desde la rebeldía hasta la adaptación al medio, lo que da un abanico de las posibilidades que se ofrecían entonces a los inmigrantes de primera generación que tampoco eran tantas ni tan diversas.

La narradora es la segunda hija y es la que va desgranando sus recuerdos hablando, en principio, parece que al lector, lo que aumenta la sensación de cercanía y verosimilitud. Al final descubriremos que la receptora es una sobrina suya, pero para entonces, la estrategia ya ha funcionado.

El estilo sencillo, cercano, provocador de sensaciones y nostalgias, y, sin embargo, contenido, nos emociona desde su austeridad. Posee un difícil equilibrio entre lo descriptivo y lo emocional de tal manera que el lector se deja arrebatar desde el primer momento por la narración, pero sin sufrir tensiones. Es un estar dentro de la novela, pero manteniendo una cierta distancia. 

El hecho de que el autor haya elegido la voz femenina es un acierto pues su lenguaje, sus reflexiones, nos hacen vivir/revivir ese ambiente familiar de matriarcado que tan bien ha recreado. Dice el autor que su fuente de inspiración fueron las mujeres de su familia -madre y tías-. Según su parecer, las mujeres son las únicas capaces de guardar la memoria familiar y a él, las suyas, le han ido contando lo que él no vivió o era demasiado pequeño para acordarse. Es la razón por la que son tratadas de una forma especial -con compasión- dice él. Así es y nos gusta que así sea porque debajo de las corazas que se construyeron para protegerse de las intemperancias de la vida, aquellas bravas mujeres fueron protagonistas esenciales de un esfuerzo colectivo tan grande que supuso el paso a la modernidad y al progreso de nuestra sociedad.

Estupenda novela.

Rodolfo Notivol

Publicado por Paloma Martínez.

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