Ayer se publicó, en un diario madrileño, un curioso artículo de Gustavo Martín Garzo sobre la pintura de «el Bosco». En él, aprovechando el cierre de la magnífica exposición que le ha dedicado el Museo del Prado en el 500 aniversario de su muerte, el escritor vallisoletano se pone en el lugar del pintor holandés y comienza a hablar. Un curioso ejemplo de posesión literaria, que vale la pena leer:
Jheronimus van Aken (1450-1516), conocido como «el Bosco» por haber nacido en 's-Hertogenbosch (bosque del duque), fué un pintor holandés, «lejano e inaccesible» según Erwin Panofsky, misterioso y hermético, que fascinó al puritano Felipe II, quien ordenó a sus capitanes requisar todas la obras suyas que encontrasen.
Nació en una familia de pintores, se sabe poco sobre su vida. Fué un pintor de éxito, que recibía encargos de los poderosos, no firmaba ni fechaba sus cuadros por lo que al tener muchos imitadores no tenemos la seguridad completa de la autoría de sus cuadros. Sus pinturas, bellas y surrealistas, enigmáticas y creativas, oníricas y febriles, todavía nos desconciertan.
Aquí podéis ver el grabado de Cornelius Cort que le retrata. Lleva siguiente pie: «¿Qué ven, Jerhonimus Bosch, tus ojos atónitos? ¿Por qué esa palidez en
el rostro? ¿Acaso has visto aparecer ante ti los fantasmas de Lemuria o
los espectros voladores de Érebo? Se diría que para ti se han abierto
las puertas del avaro Plutón y las moradas del Tártaro, viendo como tu
diestra mano ha podido pintar tan bien todos los secretos del Averno»
Gustavo Martín Garzo
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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