Título: Del asesinato considerado como una de las bellas artes
Autor: Thomas de Quincey
Páginas: 160
Editorial: Alianza
Precio: 8,80 euros
Año de edición: 2013
Publicado por primera vez en 1827, este divertido y atractivo ensayo reune dos artículos largos publicados en prensa en los que se aborda la crónica negra de algunos sucesos con un panteamiento lleno del más fino humor inglés (se dice aquello de que «se empieza por un asesinato, se sigue por el robo y se acaba bebiendo en exceso y faltando a la buena educación»), que explota con ironía el morbo que la mayoría siente al conocer los detalles de un asesinato.
El autor juega a aplicar criterios estéticos, juzgando la escena y la ejecución de varios crímenes como si de representaciones dramáticas se tratara y el efecto es tremendo. A Quincey le impresionaban desde niño los detalles simbólicos de las grandes dramas de Shakespeare (Macbeth, Otelo... ) y profundizó en el análisis de porqué nos sobrecogen especialmente tanto algunas escenografías dramáticas como algunos detalles macabros de crímenes reales.
La exploración de esas analogías dió lugar a este singular ensayo, muy adelantado a su época, que a ratos parece posmoderno, entre la reflexión, la crónica de sucesos y el relato, que mantiene un cuidado equlibrio entre la ironía y el humor negro, y que ha hecho las delicias de generaciones de lectores. Un obra única que se merece estar en cualquier antología de la Literatura universal. Si hay alguien que no la ha leído todavía, le recomiendo que lo remedie cuanto antes.
Thomas de Quincey (Manchester, 1785-1859) era hijo de un acaudalado comerciante y recibió una esmerada y exigente educación en colegios y con pofesores particulares. Entre otras cosas, tenía que traducir al griego los titulares del periódico. A los 17 años se fugó de casa y sobrevivió en Londres en un palacio abandonado gracias a los cuidados de Ann, una angelica prostituta a la que luego nunca encontraría para agradecerle sus desvelos.
El hijo pródigo volvió a casa y estudió en Oxford; allí le recetaron opio para combatir una neuralgia y acabó haciéndose adicto. Dejó la Universidad sin graduarse y se hizo amigo de Coleridge, que le introdujo en el círculo de los poetas lakistas (Coleridge, Wordsworth y Southey). Se hizo periodista y se casó con la hija de un granjero, Margarita, con la que ya tenía un hijo y con la que tendría siete más. Cuando se le acabó la fortuna familiar, se ganó la vida como periodista y publicando relatos, ensayos, memorias, crítica y biografías.
Encuadrado dentro del romanticismo, es uno de los autores más originales de la época. Culto, erudito, inteligente e irónico, su obra subvierte continuamente lo políticamente correcto y el sentido común burgués. Influyó notablemente en autores como Poe o Baudelaire.
Thomas de Quincey
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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