Título: Sorolla en pequeño formato. Cazando impresiones
Autoras: María López Fernández y Blanca Pons-Sorolla
Páginas: 136
Editorial: Ediciones El Viso
Precio: 25 euros
Año de edición: 2019
Páginas: 136
Editorial: Ediciones El Viso
Precio: 25 euros
Año de edición: 2019
Los residentes en Madrid, y
quienes puedan visitarlo, estamos de enhorabuena; el Museo Sorolla acoge una
magnífica exposición de obras en pequeño formato del gran pintor valenciano.
Sorolla fue un pintor muy prolífico,
a lo largo de su vida pintó cera de 4500 obras al óleo; una buena parte de
ellas, cerca de dos mil, son pinturas en pequeño formato. Las denominaba
apuntes, manchas o notas de color. Eran pinturas ejecutadas rápidamente del
natural, algunas como preparación o estudio para un cuadro mayor, pero otras muchas
pintadas por la satisfacción de pintar, por puro placer, él mismo las llamaba obras para hacer mano, o para ensayos de
composición o colorido. Varias de ellas terminaba regalándolas a sus amigos,
pero conforme pasaron los años les fué concediendo mayor importancia y las
incluyó en las grandes exposiciones que celebraba.
La pasión por pintar se
convirtió en él en una costumbre cotidiana: «tengo hambre de pintar»,
manifestaba a sus allegados, una necesidad nunca satisfecha porque en su
imaginación se sumaban los proyectos de pintura según las escenas que su vista
captaba continuamente. Trabajador infatigable, dibujaba cuanto veía cerca de
él: vecinos de mesa en un restaurante o café, ayas con niños en la playa o en
parques, jardines, paisajes urbanos, pintaba a su familia y amigos, y por supuesto
multitud de imágenes del mar, de playas de Valencia o del norte y de puertos de
distintas ciudades.
No se inventaba temas como otros
pintores de su época, sino que reflejaba lo que veía en sus paseos, y haciendo
gala de una extraordinaria capacidad de retención visual y de gran maestría en
la ejecución, lo trasladaba a cualquier soporte, desde pequeñas tablillas hasta
cartones, pasando por tapas de cajas de puros, reverso de fotografías, papeles,
trozos de lienzo o la carta del restaurante donde comía. Una anécdota nos
revela la queja del personal auxiliar del hotel de Nueva York donde se alojaba
por usar los cartones donde le devolvían las camisas planchadas y dobladas como
base para apuntes pintados desde la ventana de su habitación.
La exposición está compuesta por
unas 230 obras pequeñas, rebosantes de destreza, ligereza, espontaneidad, colorido
y calidad de ejecución. Está abierta hasta el 29 de septiembre y es una ocasión
única para conocer en profundidad el talento del gran pintor valenciano más
allá de sus obras maestras. No dejéis pasar la ocasión.
Playa de San Sebastián (1900-1901)
Joaquín Sorolla nació en Valencia
en 1863, sus padres fallecieron con días de diferencia a causa de una epidemia
de cólera cuando contaba dos años de edad. Fue acogido por sus tíos maternos y
desde niño mostró su talento e inclinación por el dibujo, sus maestros
recomendaron su ingreso en la escuela de Bellas Artes, y su tío accedió a la
vez que le instaba a aprender el oficio de cerrajero, porque con el dibujo no
era fácil que se ganara la vida.
Obtuvo una plaza de pensionado
de pintura en Roma. Se casó con Clotilde
García, hermana de un condiscípulo e hija de un famoso fotógrafo valenciano que
le apoyó intensamente. Se trasladó a Madrid y rápidamente alcanzó el éxito.
Obtuvo medallas y premios nacionales y extranjeros, y gran fama internacional.
Viajó continuamente debido a su
inclinación a pintar del natural, a pesar de su carácter hogareño y familiar;
retrató con frecuencia su familia, Clotilde debe de ser una de las mujeres
retratada con mayor frecuencia en la historia de la pintura.
En 1920 sufrió un ataque de
hemiplejía que le impidió seguir pintando, falleció en Cercedilla tres años más
tarde. Fue enterrado en Valencia con honores de capitán general.
La casa familiar en Madrid acoge
la sede del Museo Sorolla, por donación de sus herederos al estado español.
Joaquín Sorolla pintando en la playa
Publicado por John Smith.
La luz en sus cuadros es impresionante.
ResponderEliminarHabrá que pasarse por Madrid. Ya que en Valencia continuamos sin un Museo Sorolla.
Un abrazo