Título: Cuentos escogidos
Autor: Juan José Morosoli
Páginas: 168
Páginas: 168
Editorial: Banda oriental
Precio: 8,75 euros
Año: 2014
Este librito reune veinte relatos geniales de Juan José Morosoli, un escritor uruguayo sensacional que, la verdad, me ha fascinado. Es un maestro del lenguaje popular, un sabio que mezcla temas tradicionales y costumbristas con modernidad narrativa y atrevimiento lingüístico. Un cronista de la vida dura y sencilla de la gente del campo de su tierra que se afana y brega por salir adlenta cada día. Gente sobria y de pocas palabras, sufrida y dura, como dicen que era el autor que nos ocupa. Un «pocaprosa».
Porque cuentan los que le conocieron que Morosoli se parecía a sus personajes, es más, era uno de ellos. Un peón de campo, un vaquero, que simplemente en vez de hablar para contar sus historias las escribía, retorciendo la sintaxis y reproduciendo la jerga, los localismos y la forma de hablar de la gente del campo.
El resultado es un manojo de cuentos inolvidables, con diálogos de antología, sobre hombres enteros entre los que lo que vale es la amistad, la nobleza y el saber estar en la vida. A veces no hay acción, sino que simplemente se describe algo que es, no algo que pasa. Historias de una tierra de ranchos y de rudos rancheros solitarios, de pocas palabras, que cuando enferman ponen una bandera blanca en el tejado y cuando alguien muere, una bandera negra. Para que los demás sepan. Gente que anda medio borracha desde que pasó el cometa. Gente de ideas claras y expresiones rotundas: «Naide es moneda de oro pa ser bueno pa tós».
En este enlace podéis leer un interesante artículo sobre este autor. Es una pena, pero es un libro muy difícil de conseguir en España, aunque al menos está disponible en la página de la editorial uruguaya Banda Oriental, donde se puede probar a enviar un correo electrónico a info@bandaoriental.com.uy para pedir un ejemplar por correo contrarremblso.
Este librito reune veinte relatos geniales de Juan José Morosoli, un escritor uruguayo sensacional que, la verdad, me ha fascinado. Es un maestro del lenguaje popular, un sabio que mezcla temas tradicionales y costumbristas con modernidad narrativa y atrevimiento lingüístico. Un cronista de la vida dura y sencilla de la gente del campo de su tierra que se afana y brega por salir adlenta cada día. Gente sobria y de pocas palabras, sufrida y dura, como dicen que era el autor que nos ocupa. Un «pocaprosa».
Porque cuentan los que le conocieron que Morosoli se parecía a sus personajes, es más, era uno de ellos. Un peón de campo, un vaquero, que simplemente en vez de hablar para contar sus historias las escribía, retorciendo la sintaxis y reproduciendo la jerga, los localismos y la forma de hablar de la gente del campo.
El resultado es un manojo de cuentos inolvidables, con diálogos de antología, sobre hombres enteros entre los que lo que vale es la amistad, la nobleza y el saber estar en la vida. A veces no hay acción, sino que simplemente se describe algo que es, no algo que pasa. Historias de una tierra de ranchos y de rudos rancheros solitarios, de pocas palabras, que cuando enferman ponen una bandera blanca en el tejado y cuando alguien muere, una bandera negra. Para que los demás sepan. Gente que anda medio borracha desde que pasó el cometa. Gente de ideas claras y expresiones rotundas: «Naide es moneda de oro pa ser bueno pa tós».
En este enlace podéis leer un interesante artículo sobre este autor. Es una pena, pero es un libro muy difícil de conseguir en España, aunque al menos está disponible en la página de la editorial uruguaya Banda Oriental, donde se puede probar a enviar un correo electrónico a info@bandaoriental.com.uy para pedir un ejemplar por correo contrarremblso.
Una colecciòn de cuentos extraños y fascinantes, llenos del sabor local del «oeste» uruguayo, raros y bellos a partes iguales. Textos de un genio poco conocido que vale la pena descubrir.
Juan José Morosoli (Minas, 1899-1957) fué un escritor uruguayo, una figura clave en la literatura de Uruguay de la primera mitad del siglo XX. Hijo de un albañil emigrante procedente de Suiza, su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por las dificultades económicas que pasó su familia, por lo que apenas si asistió a dos cursos de educación primaria.
A los nueve años empezó a trabajar en la ibrería de su tío, primero cmo chico de los recados y luego como dependiente. Lector voraz y compulsivo, allí se educó de manera autodidacta por el sencillo método de leerse la librería entera. Luego desempeñó varios oficios y con otros dos socios abrió el Café Suizo, donde se proyectaba cine mudo y creó una tertulia literaria.
A partir de los 24 años se dedicó a publicar artículos, obras de teatro, poemas, relatos, cuentos para niños y novelas, por ese orden. Murió súbitamente de un infarto, siendo un escritor conocido y valorado por la crítica. En 1959 se le concedió a título póstumo el Premio Nacional de Literatura.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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