Título: Canadá
Autor: Richard Ford
Páginas: 510
Editorial: Anagrama
Precio: 24,90 euros
Año de edición: 2013
Esta novela arranca con una frase brutal e inolvidable: «Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después». Un comienzo que promete. A continuación el autor se mete en la piel de un chico de 16 años, los mismos que él tenía en el año en el que se desarrolla la acción, 1960, e investiga qué pasa en la vida de un chaval de esa edad después de que sus padres, dos personas aparentemente normales por lo demás, atraquen un banco.
La adolescencia, con sus dudas y sus carencias, el provincianismo de una pequeña localidad estadounidense, la pérdida y desorientación que sufre alguien a quién se le desmorona toda la vida y se ve obligado a construirla de nuevo, el éxito y el fracaso, qué significa cruzar una frontera, cómo se ven entre sí los canadienses y los americanos, la fragilidad de la existencia, las relaciones entre padres e hijos, qué ocurre en el rostro de los perdedores... todos esos temas y algunos más se abordan en esta obra, con un tono existencial y objetivo que recuerda a los grandes maestros del realismo sucio, como Raymond Carver.
La vida es dura y difícil en el país de las oportunidades, como dice uno de los personajes «la mayoría de los perdedores son gente que se ha hecho a sí misma, no lo olvides» y así es en una cultura en la que todo el mundo se mueve entre esos dos polos, el triunfo y el desastre, el éxito y el fracaso. Un país en el que se juega mucho y se habla mucho de la suerte, de la buena y de la mala.
Una novela, larga, potente, de tono épico, típicamente americana, en la que a veces se narran los hecho a muy bajo nivel de detalle (la puerta mosquitera chirrió al abrirse y al cerrarse), con abundantes descripciones de los olores de cada sitio y cada persona, análisis de alunas situaciones muy completos y certeros, un ritmo vivo, una escritura ligera que hace que se lea casi sola y personajes con un montón de secretos en el armario. A veces la narración da un pequeño salto hacia delante y anticipa qué va a suceder, como ocurre en la primera frase del libro.
Me la he leído en un fin de semana y no se me ha hecho larga ni pesada, a pesar de sus más de 500 páginas. Una gran novela, una buena novela, impregnada del modo en que los americanos ven el mundo, que embarca al lector y lo hace disfrutar como una película de Wim Wenders. Creo que os gustará.
Richard Ford (Jackson, Misisipi, 1944), hijo único de un viajante de una compañía de almidón que sufrió un infarto cuando el pequeño Richard tenía ocho años, pasó mucho tiempo con su abuelo, un exboxeador de éxito propietario de un hotel.
Era disléxico, lo que le obligaba a leer más despacio y con mayor concentración, lo que pudo influir en su vocación literaria. Fué técnico ferroviario, profesor de instituto y se llegó a alistar como marine, pero una hepatitis le impidió continuar en la armada. Hizo un curso de arte en la Universidad de Michigan y un máster de escritura creativa en la Universidad de California.
Publicó dos novelas, en 1967 y en 1981, sin mucho éxito, dejó su carrera como escritor durante algunos años y fué periodista deportivo para el del New York Magazine Inside Sports hasta que le despidieron y tuvo que volver a escribir. Entonces llegaron el éxito y el reconocimiento con su famosa trilogía («El periodista deportivo», «El día de la Independencia» y «Acción de Gracias»). La segunda ha sido la primera novela en ganar a la vez el premio Pen/Faulkner y el Pulitzer. Está considerado como uno de los grandes escritores estadounidenses del momento.
Richard Ford
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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ResponderEliminarFelicidades¡
Una muy buena novela que obliga al lector a replantearse si esa frontera que con tanto ahínco ha establecido entre su idea del bien y el mal no será tan difusa como aquella que, a lo largo de casi 9.000 km, separa a los norteamericanos de esa tierra de “prados y cielos que se pierden en el horizonte” llamada Canadá.
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