Título: La casa de las persianas verdes
Autor: George Douglas Brown
Páginas: 417
Editorial: Ardicia
Precio: 22 euros
Año de edición: 2014
Siguiendo con su impagable labor de recuperación de clásicos y obras relevantes del pasado, la editorial Ardicia se ha encargado de traducir por primera vez al español esta estupenda novela, una obra que armó mucho revuelo en su època y llegó a ser un superventas en el mercado anglosajón.
«La casa de las persianas verdes» supone en primer lugar un delicioso viaje a la campiña escocesa. Se desarrolla en un pequeño pueblecito de la Escocia profunda y abrir sus páginas equivale a empezar un lento paseo por ese mundo rural de verdes prados, montañas neblinosas y campesinos socarrones, sintetizado en las escenas en las que las fuerzas vivas de la pequeña localidad charlan y cotillean en la curva de la ladera, un sitio estratégico desde el que se ve el centro del pueblo y qué camino toman los que pasan por él.
Pero la idílica estampa se rompe muy pronto. Aquí no hay campesinos bondadosos ni vecinos con un corazón de oro. El autor se mete a fondo y describe toda la complejidad de las relaciones humanas en una sociedad pequeña, cerrada y atrasada, con todas sus miserias: la envidia, la retranca malintencionada, el orgullo y la arrogancia, el machismo, la ira, la violencia moral, los apodos crueles, la competencia comercial despiadada... todo un entorno de relaciones complejas, no siempre muy sanas, está aquí magistralmente retratado. Una visión que contradice la postal tradicional de bellos paisajes que hasta entonces ofrecia la literatura de aquellas tierras.
Por eso esta novela supone un giro de modernidad en las letras escocesas y está relacionada con el Scotissh Renaissance, un movimiento literario de principios de siglo, que puede verse como la versión escocesa del modernismo, preocupado por la filosofía y la tecnología modernas, y a la vez con influencias de la tradición folklórica.
En esta obra todo el proceso de cambio asociado a la entrada del siglo XX se simboliza mediante el ascenso y caída de un hombre de negocios de la vieja escuela, anclado en el pasado, que lucha contra el progreso y una nueva manera de hacer negocios.
Por otro lado, me
ha encantado cómo se describe la ironía pueblerina, las frases con
doble sentido y significados ocultos, cargadas de maldad, las puyas
soterradas, los detalles elocuentes y las situaciones en las que una
mirada, un inocente saludo, un simple gesto o una palabra pueden ser un
golpe terrible que derriba a un enemigo.
Pero esta novela es también muchas otras cosas a la vez. Una historia sobre el éxito y el fracaso y sobre los inconvenientes de darle el papel protagonista a alguien que no tiene la fuerza de carácter para soportarlo. O el proceso de destrucción de alguien que tiene mucha más sensibilidad de talento. Aquí hay varios temas de enjundia y ninguno de ellos está tratado de manera superficial.
Todo ello envuelto en un lenguaje clásico, que describe estupendamente paisajes, ambientes y caracteres sin demorarse demasiado, en un texto de excelente factura. Es además una tragedia rural en cuatro actos, de una fuerza dramática considerable, literatura de campanillas que tenemos la suerte de poder disfrutar en una traducción que me ha parecido excelente. No conozco el original en inglés, claro, pero el texto en español tiene una calidad muy alta. Esta edición incluye de propina un prólogo de Somerset Maugham, inteligente y penetrante, que describe con lucidez al autor y las culidades de su obra.
Una novela brillante, llena de aspectos interesantes y evocadores, de matices, que levanta todo un mundo, bien escrita, profunda y reveladora. Está llena de frases felices y anécdotas jugosas, de manera que a ratos parece un «Amarcord escocés». Una maravilla que se disfruta y engancha desde la primera página.
George Douglas Brown (Ayrshire, 1869-1902) es un novelista escocés del siglo XIX. Era hijo ilegítimo de un granjero y una mujer irlandesa. Sus brillantes resultados escolares le permitieron estudiar en las Universidades de Glasgow y Oxford, pero parece que siempre se sintió como un pueblerino en la ciudad.
Era miope, no muy agraciado físicamente, reservado y algo brusco de modales. Gran conversador, tenía un sentido del humor algo sarcástico y opiniones algo radicales. Parece que tenía más ideas y conocimientos que amigos, pero los que le conocieron dicen que cuando se le trataba era una persona amable y con talento.
Trabajó como periodista en Londres y publicó algunos relatos. En 1901 apareció su primera y única novela, «La casa de las persianas verdes», que tuvo una acogida fenomenal y fué todo un éxito. Cuando acababa de empezar su segunda novela, contrajo una neumonía y fallecío a los treinta y tres años.
George Douglas Brown
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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