Título: Los que aman, odian
Autores: Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares
Páginas: 158
Editorial: Tusquets
Precio: 10 euros
Año de edición: 1989
Esta curiosa novela policiaca, escrita a dos manos con ironía y un muy sutil sentido del humor, cuenta las peripecias por las que pasa el doctor Huberman, consumidor habitual de glóbulos de arsénico, cuando se retira a un tranquilo hotel para poder trabajar a gusto y escribir a sus anchas.
Pronto la realidad impondrá su inapelable veredicto: pocas veces las cosas se corresponden con los estereotipoo que de ellas nos hemos formado. El tranquilo balneario es en realidad un avispero de pasiones encontradas. La vida en el hotel es tortuosa y complicada, se presenta un elenco de personajes a cual más peculiar, y de improviso salta la noticia bomba: se ha cometido comete un asesinato. El aislamiento del hotel deja claro que entre los huéspedes se encuentra el asesino. La policia no avanza mucho en sus investigaciones y nuestro protagonista será quien tenga que resolver el enigma.
Una novela llena de referencias literarias y erudición, refinada y selecta como pocas, escrita con un lenguaje exquisito y un tono de parodia, que recuerdan inevitablemente al gran Borges. Sí, un texto borgiano, ligero y seductor, que se lee confacilidad y nos deja más de una frase para el recuerdo: «El sueño es nuestra práctica cotidiana de locura», «Pocas veces el mérito se atribuye al que lo merece», «Era, como yo, un caso de arsénico», «El estilo es el hombre».
Una novela policiaca que se sale de lo corriente, elegante, irónica, inteligente, que parece una parodia de sí misma, juguetona y que deslumbra a ráfagas con un lenguaje modernista, colorido y simbolista. Se pone aquí en práctica un acertijo detectivesco clásico: el lector tiene tanta información como el detective para resolver el crimen y saber quién es el asesino. Un libro fantástico, que es a la vez un caso policiaco y un viaje tortuoso y atormentado a los rincones más oscuros del alma humana, el de los celos, la envidia, el odio y la venganza.
Un libro pionero del género policiaco, publicado en los años 40, que hará las delicias de los aficionados.
Adolfo Bioy Casares (Buenos Aires, 1914-1999) nació en una familia aristocrática, lo que le permitió dedicarse por completo a escribir y a la vez alejarse de los círculos literarios.
A los once años escribió su primer cuento, a los 20 se recluyó en una estancia familiar con una gran bblioteca a devorarla pacientemente durante días y días. Hablaba inglés, francés, alemán y por supuesto, español. Empezó y dejó sin acabar las carreras de Derecho y Filosofía y letras. Se dedicó por completo a escribir y en 1990 obtuvo el Premio Miguel de Cervantes.
Silvina Inocencia Ocampo (Buenos Aires, 1903-1993), escritora y poeta, estuvo casi 70 años publicando, pero su carrera fué tapada en vida por las de su hermana Victoria Ocampo, su marido Adolfo Bioy Casares y su amigo, Jorge Luis Borges. Sin embargo, hoy en día se la valora como una autora fundamental en la literatura argentina.
Nació en una familia de la alta burguesía, de terratenientes, políticos y gracias a que tuvo dos institurices inglesas, una francesa, un profesor español y otro italiano, creció siedo trilingüe, como sus hermanos, lo que luego influiría, como ella misma reconoció, en su escritura.
De joven viajó a París y estudió dibujo con Chirico y Léger como pofesores. Alli se hizo amiga de Ítalo Calvino, que luego prologaría todos sus cuentos. Hizo alguna exposición de éxito y pintó bastante antes de dedicarse por entero a la literatura.
A los 29 años conoció a Bioy Casares, con el que se casó a los 37 y mantuvo una relación matrimonial poco convencional. Ambos tenían amantes abiertamente. Bioy Casares tuvo una hija extramatrimonial, que Silvia cuidó y trató como si fuera hija suya. Estuvieron juntos toda la vida, a pesar de las frecuentes infidelidades de Adolfo.
Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares
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