miércoles, 31 de octubre de 2018

El cerebro espiritual - Francisco J. Rubia


Título: El cerebro espiritual
Autor: Francisco J. Rubia

Páginas: 221

Editorial: Fragmenta

Precio: 18 euros

Año de edición: 2017 (3ª edición)

Este apasionante ensayo aborda un tema interesantísimo, como la espiritualidad, desde un punto de vista atrevido y novedoso, al considerarla simplemente como algo generado por nuestro cerebro. ¿Curioso, verdad?

El autor, un científico con todas las de la ley, define primero lo espiritual como una experiencia personal que nos pone en contacto con una realidad que no se percibe con los sentidos, una realidad diferente que trasciende el mundo material. Esa experiencia puede darse en forma de experiencia espiritual plena (éxtasis místico, viaje astral, una voz, trance, percepción de una presencia benigna o maligna, experiencias al borde de la muerte) o como una mera intuición de esa otra relidad, cuando nos quedamos extasiados ante un cielo estrellado o algo tan enorme que nos sobrepasa.

Las experiencias espirituales son más frecuentes de lo que puede parecernos, un 50 % de la población reconoce haber tenido alguna, y los viajes astrales (episodios extracorpóreos) no son tan raros. Parece que se producen de manera natural, bajo el influjo de sustancias psicotrópicas (ayahuasca, peyote, LSD...) o incluso mediante técnicas rituales (baile y percusión) que llevan al trance. Chamanes y brujos han sido desde tiempos ancestrales los expertos en gestionar esas técnicas y la religión puede verse como una construcción social generada sobre esos aspectos.

En esos raptos y experiencias que nos ponen en contacto con otra realidad parace que entramos en otro tipo de conciencia, perdemos la sensación del yo («El yo es una ilusión generada por el cerebro, que no se sabe porqué se genera») y entramos en un estado en el que el sistema límbico (emocional) toma el control. Se pueden identificar las áreas del cerebro en las que reside ese «cerebro espiritual» y se conoce el patrón de actividad que se genera.

Así que, el cerebro produce espiritualidad y ante ese fenómeno el creyente dirá que Dios puso en nuestra mente esa puerta para entrar en contacto con él y el ateo pensará que ya está todo explicado científicamente. 

Pero lo más ineresante no es esa interpretación ulterior, sino leer en un ensayo ameno y claro cómo alguien ordena, sistematica y completa con datos de investigación algo que sabíamos o intuíamos de manera fragmentaria y que, en cualquier caso, resulta apasionante.

Un ensayo imprescindible que nos coloca ante una concepción más amplia que la habitual sobre qué es el ser humano, el yo y lo espiritual. Algo necesario para ampliar nuestras horizontes y conocernos un poco mejor. Eso sí, es un libro que nos proporciona muchas preguntas a cambio de unas pocas respuestas, pero eso es lo habitual en estos casos ¿verdad?

Francisco J. Rubia (Málaga, 1938) es catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Estudió Medicina en las universidades Complutense de Madrid y Düsseldorf de Alemania.

 Ha sido Subdirector del Hospital Ramón y Cajal y Director de su Departamento de Investigación, Vicerrector de Investigación de la Universidad Complutense de Madrid y Director General de Investigación de la Comunidad de Madrid. Su especialidad es la Fisiología del sistem nervioso, campo en el que ha publicado más de  200 artículos.

Ha escrito varios libros sobre el cerebro y su funcionamiento, como «El cerebro nos engaña» y «¿Qué sabes sobre tu cerebro?».
                
Francisco J. Rubia

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

martes, 30 de octubre de 2018

Viaje alucinante - Isaac Asimov


Título: Viaje alucinante
Autor: Isaac Asimov

Páginas: 240

Editorial: Debolsillo

Precio: 9,95 euros

Año de edición: 2016

Durante la guerra fría, los gobiernos de EE. UU. y la URSS compiten por desarrollar y perfeccionar una tecnología que permita miniaturizar personas y objetos conservando todas sus cualidades. Un científico soviético especialista en procesos de miniaturización y con proyectos muy avanzados en ese campo deserta a EE. UU., ayudado por un agente de la CIA, pero sufre un atentado de agentes rusos y queda en coma, con un coagulo cerebral que amenaza su vida.

La agencia norteamericana decide aplicar por primera vez una técnica de miniaturización propia, todavía en desarrollo, pendiente de perfeccionar porque su duración es solamente de una hora. Un equipo formado por un piloto, un agente de la CIA, un científico, un cirujano y su ayudante se introducen en un pequeño submarino de exploración oceánica para ser reducidos al tamaño de una bacteria, inyectados en la sangre del científico en coma y operar desde dentro la trombosis que pone en peligro su vida.

Sufren todo tipo de peripecias y se enfrentan a numerosos peligros, tienen dificultades con la ruta a seguir por culpa de una malformación arterio-venosa que les desvía, sufren ataques del sistema inmune del científico y para colmo, tienen que enfrentarse y desenmascarar a un traidor que hay en el grupo. Y todo ello, a contrarreloj porque el proceso de miniaturización sólo dura un ahora.

Os podéis imaginar un ritmo trepidante, lleno de acción y de interés, entretenido como el que mas. Un clásico de ciencia ficción de corte similar a las que un siglo antes escribió Jules Verne en cuanto a trama y desarrollo, pero mas cercano a otros autores como A. Huxley o H.G. Wells.

El origen de este libro es un tanto curioso y atípico: a partir de un relato de Klement y Bixby se escribió un guión para una película, una editorial adquirió los derechos del guión y encargó a Asimov que escribiera una novela, encargo que finalizó unos meses antes del estreno de la película. Eso ocasionó el equivoco al considerar mucha gente que el libro originó la película, pero por una vez fue al revés: el film dio paso al libro y también, como detalle curioso, a un cuadro de Dalí

En 1987 Asimov escribió una nueva versión, «Viaje Alucinante II», porque la previa no le satisfacía y no la consideraba obra propia del todo por ser un encargo y no tener los derechos del cuento original, la editorial le propuso escribir un relato que incluyera un combate entre una nave americana y otra rusa, miniaturizadas, dentro del sistema circulatorio, pero Asimov se negó. En la nueva versión, básicamente muy similar a la previa, los científicos intentan obtener la información «leyendo» directamente del cerebro del colega en coma.
                     
Isaac Asimov 

Isaac Asimov fue un escritor y científico ruso; nació en Petróvichi, en 1920 en una familia de origen judío que tres años mas tarde  emigró a Estados Unidos y se estableció en Brooklyn. Se aficionó a la lectura de ciencia ficción desde niño devorando las publicaciones que se vendían en el negocio familiar de alimentación. Esta precocidad empujó a su madre a falsear su fecha de nacimiento para matricularlo en una escuela pública de Nueva York. Estudió Ciencias Químicas en la Universidad de Columbia y posteriormente se graduó en Ciencias y Artes, y en Bioquímica. Durante la II Guerra Mundial sirvió en la marina y posteriormente fue docente en la Universidad de Boston.

Comenzó a escribir cuentos de ciencia ficción en 1939. Fue un escritor muy prolífico y un gran divulgador; tuvo gran éxito por el equilibrio de sus obras entre estilo propio, imaginación futurista y tecnología científica que sustenta el desarrollo futuro. En sus célebres relatos de robots fijó las tres leyes de la robótica que implican el servicio del robot al hombre. Escribió un buen número de cuentos y novelas, y varios libros de divulgación científica, algunos destinados al público juvenil. Su bibliografía también incluye libros de otros temas como matemáticas, historia, psicología y sociología.  En 1981 se dio su nombre a un asteroide. 

En los últimos años de su vida contrajo infección por el virus del SIDA trasmitida por una trasfusión. Falleció en 1992 en Nueva York a causa de una insuficiencia renal crónica.

Isaac Asimov

Publicado por John Smith.

lunes, 29 de octubre de 2018

Las tinieblas de tu memoria negra - Donato Ndongo


Título: Las tinieblas de tu memoria negra
Autor: Donato Ndongo

Páginas: 168

Editorial: Del bronce 

Precio: 14 euros

Año de edición: 1987  

Se trata de la historia (¿autobiográfica? -autoficción, se dice ahora-, el propio autor dice que no pero…) de un niño guineano que cuenta su infancia en los años 60 en su país ya colonizado por los españoles (1883 fue la llegada de los claretianos que con su evangelización dieron comienzo a la colonización total) y por lo que la iglesia –los curas- aparece como la mayor influencia para su familia y para él. 

La narración en primera persona, junto a la magnífica forma de narrar, logra que la verosimilitud sea total. Junto a la primera persona de la narración, aparece con frecuencia una segunda persona, que a veces parece que es otra, y en otras ocasiones la sensación es que se trata de mismo protagonista hablándose a sí mismo. También hace presencia en algunos momentos una tercera persona más descriptiva y alejada de la emoción y el interés por seguir descubriendo lo que le ocurre a ese niño. Y lo que le ocurre, con seguridad, resonará en las mentes de los lectores que ya no cumplan los 50 o 60 años, y les hará recordar vivencias similares pues se descubre cuánto se asemejó la educación de allí a la nuestra en los colegios españoles de curas y monjas de la época. 

Ya en las primeras páginas somos conscientes del magnífico despliegue de saber literario del autor y aunque al principio se nos antoja una forma demasiado culta y perfecta de expresión para un niño de seis o siete años, enseguida desaparece esa sensación y nos encontramos inmersos totalmente en lo que cuenta. Esa habilidad narrativa hace que nos traslademos totalmente a ese país del que, aunque no lo conozcamos, somos capaces de sentir el agobiante calor a mediodía, el frescor del bosque o la inmensidad del mar. De la misma manera nos imbuimos de la vida de esa casa familiar poblada de niños que destaca del resto de viviendas más humildes gracias al dinero que gana su padre en el comercio con los blancos, lo que le permite llevar una vida más cómoda que el resto de sus compatriotas, pero en la que los máximos valores son la educación y el trabajo. 

Una de las maravillas de la novela es que nos hace testigos de la coexistencia de las dos culturas y educaciones, la nativa y la colonizadora, y la manera de asimilar ambas por un niño inocente sin capacidad de juicio todavía. Las diferencias culturales a veces son menos contradictorias de lo que parece. Nos cuenta el despertar a la vida consciente del niño, las diferencias de sus tradiciones y las de los curas blancos, los ritos de iniciación de unos y otros, el despertar sexual y el deseo de quedarse del lado de los blancos pues los negros que no lo están son los que trabajan a sus órdenes en tareas penosas mientras que él mismo, que es acogido y apadrinado por el padre Ortiz dado su deseo de ser en el futuro cura, recibe un trato de favor y se dedica a tareas menos penosas que recoger café. 

La narración alcanza momentos geniales especialmente cuando nos recuerda (pues los aprendimos también en la España católica de Franco) los rituales y para ello, sin respetar signos de puntuación ni estructura gramatical ortodoxa, nos introduce en un pensamiento enfebrecido, un «monólogo interior» diríamos ahora algo pretenciosamente, en donde se mezcla el lugar -la iglesia-, con los cánticos y con las palabras del ritual que los que también éramos niños en aquella época en España tuvimos que aprender al igual que ellos de memoria. Todo ello adobado con las soflamas religiosas que llevaban a los curas que las trasmitían a excéntricos momentos de «rapto» o locura y que podían finalizar de cualquier manera, incluso con injustas palizas como la que sufre el protagonista. Ya sabemos que en aquella época, pero al parecer más en aquel país, se cumplía el terrible dicho «la letra con sangre entra». 

Maravilloso es el diálogo entre el cura, empeñado en su misión evangelizadora, y el resistente tío del protagonista, Abeso, que es el jefe de la familia. Es un diálogo en el que el jefe pone en serios aprietos al cura que no puede contestar razonadamente a sus preguntas y cuyos argumentos acaban siendo crípticos y confusos. La escena está narrada con un fino sentido del humor, igual que el que está presente en toda la narración. Un sentido del humor a veces casi imperceptible que hace que continuemos la lectura con una sonrisa en los labios y que es donde radica la crítica que el autor hace a la colonización que tuvo que sufrir. Una crítica inteligente y sugerida por lo que el niño ve, oye y es obligado a hacer. 

Pasaje estupendo también es el que enfrenta al niño con su tío que ejerciendo su tarea de introductor en los secretos de la tribu, le guía en los ritos de iniciación ancestrales, que en algunos momentos nos transportan a escenas de una especie de realismo mágico. El tío que es firme en su pensamiento en contra de los colonizadores, considera, y así lo hace saber al resto de hombres de la familia, que el niño ya tan pequeño es sabio y que ha sido designado para ser la esperanza de su tribu pues va a conocer los secretos de los vencedores blancos y una vez se los transmita serán capaces de expulsarlos y volver a ser libres.  

Y si de repaso de lo aprendido «por las buenas o por las malas» se trata también, no podían faltar los relatos de las consecuencias de la culpa y «el pecado» que llevan al autor a relatar unas situaciones terribles de auto punición en las que si empatizamos con el protagonista –y lo hacemos totalmente-, sentimos su angustia como propia. De hecho también resuena en nuestro interior a momentos vividos. 

En resumen, ha sido un descubrimiento que me ha llenado de gozo mientras lo leía y me ha transportado a una parte de mi niñez con todas las salvedades del diferente origen y sexo,  que he leído sin nostalgia porque siguen pareciéndome métodos educativos incompatibles con la libertad y el respeto, pero sí con agrado pues, en definitiva, también son parte de mí misma.  

Más que recomendable.

«Las tinieblas de tu memoria negra» es el bonito y sugerente primer título de la trilogía «Los hijos de la tribu», del periodista y escritor guineano Donato Ndongo (Niefang, 1950) que ha sido y es digno representante de su país y de su lengua, el español, que sigue siendo oficial en Guinea en donde convive con seis más, las correspondientes a otras etnias, siendo la suya la fang. Autor de muy pocas novelas y unos pocos relatos en los que habla de los problemas de la emigración, realizó una «Antología de la literatura guineana» que es referente y guía de la literatura de su país. Tuvo que exiliarse por diferencias con el dictador y ha vivido y trabajado en España durante muchos años desde donde sigue su labor divulgadora de la literatura guineana.    

Donato Ndongo
 
Publicado por Paloma Martínez.