martes, 30 de junio de 2020

La novia gitana - Carmen Mola


Título: La novia gitana
Autora: Carmen Mola

Páginas: 408

Editorial: Alfaguara

Precio: 19,90 euros 

Año de edición: 2018


Ésta es la primera novela, brutal, negra y dura, sin concesiones, con la que Carmen Mola ha irrumpido con la contundencia de un meteorito en el panorama literario nacional. Una novela espléndida, que a ratos da un poco de grima leer y eso que uno está ya curtido en mil thrillers. Pero esta mujer se las trae. Habrá que seguirla porque muy pocas veces alguien rompe el juego con un debut tan bueno y tan potente.

Se trata de la primera entrega de la serie protagonizada por la inspectora Elena Blanco, todo un carácter, una mujer fuerte, que vive la vida deprisa, una sentimental con un Lada Niva rojo, aficionada a la grappa, a los karaokes y a las canciones de Mina Mazzini, que vive sola en la Plaza Mayor, con más de una pena en el alma que no le deja dormir por las noches.

         
El Lada NIva, un todoterreno duro y correoso, acostumbrado a trabajar en condiciones difíciles
y a poner en apuros a otros modelos técnicamente superiores. Como cierta inspectora.

El texto está escrito en corto y por derecho, Con muchísimo ritmo, yendo al grano, en capítulos cortos de tres o cuatro páginas, muy bien rematados que hacen la lectura muy ágil. Podría pensarse que es solo una novela policiaca, pero en mi opinión, entra completamente dentro del género negro por la oscuridad de los rincones del alma humana que muestra y porque administra con generosidad detalles gore («Si me dan a lelegir entre la sangre y la intriga, elijo lo primero» confiesa Mola), dando la sensación de que la autora no lo hace de modo gratuito, sino con la clara intención de recordarnos que, desgraciadamente, esas cosas existen y están ahí fuera. Y además, lo sabe hacer con oficio y pericia literaria.

El desarrollo de la trama tiene muchos momentos en los que la autora se sale de los caminos trillados y exhibe su inteligencia. Da la sensación de que o se conoce al dedillo el mundo del crimen (a lo mejor es hija de un policía) o inventa muy bien, porque todo lo que cuenta es original y enormemente creíble.  

La historia no tiene un solo fallo, conquista rápidamente la complicidad del lector, se disfruta enormemente pasándolo mal y cuando uno menos se lo espera, la autora le da otra vuelta más a la tuerca del horror. Una obra tremenda, oscura y truculenta, horrorosa en el mejor sentido, que avanza ce manera brillante y queda rematada con un epílogo tremendo. Una novela de pesadilla. Formidable. Estoy deseando poder devorar las dos siguientes entregas. Una novela de las que crea adicción, muy bien llevada y especialmente recomendable para los amantes de las emociones fuertes.
              
Carmen Mola

Carmen Mola (Madrid, 1973) es el pseudónimo tras el que se oculta una profesora universitaria que vive en Madrid con su marido y tres hijos, aunque nadie sabe si esos datos son ciertos, porque prefiere permanecer en la sombra, ser un enigma como el de Elena Ferrante y darse a conocer, sobre todo, a través de sus libros. 

Concede pocas entrevistas, no hay fotos... nada de nada. Una postura poco común, alejada de la farándula literaria y que evita que le ocurra lo que le pasó a Fernando Aramburu, que confesó que después del éxito de «Patria» tenía la sensación de haberse convertido en una máquina de responder preguntas. 

En cualquier caso, la verdad es que no saber nada personal de ella añade un halo de misterio que hace más atractivo todavía lo que escribe.

Publcado por Antonio F. Rodríguez.

lunes, 29 de junio de 2020

El olor del bosque - Hélène Gestern


Título: El olor del bosque
Autora: Hélenè Gestern

Páginas: 784

Editorial: Periférica y Errata Naturae

Precio: 25,55 euros 

Año de edición: 2020

 
La lectura de esta estupenda novela me ha provocado una importante sucesión de emociones diferentes. La primera, de asombro por no estar advertida de la serena belleza de la escritura que se descubre desde el primer momento. Frases que se encadenan suavemente, como las pompas de jabón de los artistas callejeros que van conformando con gran cuidado, lenta y suavemente, para dejarlas brillar mientras el sol produce reflejos iridiscentes a sus maleables contornos. Concatenaciones de cuidadas estructuras que producen párrafos construidos con gran elegancia, mimo y sensibilidad, donde el lenguaje reposado, culto, pero nunca rebuscado ni inoportuno, nos va dejando prendados poco a poco.

Nos instalamos en la morosidad para disfrutar ese ambiente tan delicado que la autora crea con sus palabras a medida que vamos conociendo el eje de la narración. Poco a poco, también lentamente, se desvela una historia que será compleja y nos hará viajar a finales del s. XIX, al ambiente de la aristocracia y la burguesía industrial, que luego se verían seriamente afectadas por la Gran Guerra a la que se vieron obligados a enviar a sus vástagos, a la vez que los negocios, especialmente los del lujo, iban destruyéndose dejando el peso del fracaso que intentaban ocultar en lo posible con unas formas de vida que pretendían inamovibles. Mientras, la realidad, el sufrimiento causado por esa Gran Guerra, daba al traste con cualquier aspiración que no fuera la de la supervivencia, muy en especial para quienes les tocó ir a las trincheras.

En España, cuando todavía se pelea por la recuperación de la memoria y la honra de algunos de los muertos en la guerra que aún andan ocultos en cunetas, nos resulta extraño y modélico que otros países, en este caso Francia, busquen con tanto ahínco la verdad para restituir la dignidad de quienes se vieron envueltos en una guerra que decidían otros, pero en la que los que morían eran ellos.

En esta novela la autora hace su particular homenaje a todos los olvidados de una guerra, como todas, absurda y de la que, también como todas, los gobiernos daban noticias falsas. Una guerra que enterró, no solo a los muertos a manos del enemigo, sino que ocultó a otros muchos que, acusados de todo tipo de delitos -unos verdaderos y otros falsos-, fueron terriblemente castigados por los mandos militares como ejemplo y aviso ante posibles insurrectos. Su castigo, el más terrible, pues fueron condenados a morir a manos de los suyos.

Parecería que con tanto como hemos leído sobre las guerras que asolaron Europa en el pasado siglo, ya no hubiera más que contar ni formas diferentes de hacerlo. Afortunadamente, el ingenio, las buenas ideas y las mejores formas, siempre nos alientan a seguir descubriendo esas nuevas perspectivas, los ángulos diferentes desde los que algunos escritores nos ofrecen una realidad pasada que es capaz de seguir provocándonos emociones pues nos acercan a personas que son mucho más que -en el mejor de los casos- nombres en listas de memoriales allá donde se han acordado de ellos. Tenían familia, mujeres, hijos y amigos, descendientes para quienes en muchas ocasiones ya no provocan ni siquiera nostalgia, tan lejanos son los hechos. Fotografías y cartas salvadas de la destrucción natural de los años, guardadas en álbumes con cariño u olvidadas en lugares diversos, son el único vestigio de la humanidad de aquellas personas, de su vida, de su realidad, ilusiones y aspiraciones segadas por la Guerra.

Son varias las historias que se trenzan en esta narración por la que nos guía una historiadora parisina especialista en fotografía que nos va adentrando en los métodos detectivescos que utiliza para descubrir y reconstruir, a partir de mínimos indicios, esas realidades ocultas que al cabo de tantos años parece impensable sacar a la luz.

Comienza con una extraña herencia que recibe la investigadora consistente en unas cartas enviadas desde el frente, de las que no se conocen las respuestas. Las cartas narran el progresivo deterioro de un hombre sensible e inteligente que en un momento dado decide ser el testigo que deje a la posteridad la narración del horror, para que reine la verdad sobre tanto caos, tanta mentira y tantas atrocidades cometidas por algunos de los poderosos responsables de la guerra. Lo hace a través de fotografías que saca clandestinamente del frente con gran peligro.

Así, nos vamos adentrando en la vida de este lugarteniente, su familia directa y amigos que con el paso de los años se va descubriendo como una red de personas en diferentes lugares de Francia, Suiza o Portugal, que llega hasta nuestros días y que implica incluso a la narradora. Trama ingeniosa con unos interesantes puntos de confluencia que se nos van desvelando lenta y cuidadosamente, sin agobiarnos por el desenlace, pero provocando el deseo de seguir leyendo, no solo para conocer la resolución, sino porque también queremos saber de la investigadora, sus dudas y emociones, una mujer que se implica tanto en la dignidad debida que hasta su propia vida evoluciona por su trabajo.

Hay libros que se adhieren a nuestra mente inconscientemente una vez hemos llegado al fin, otros, como este, que no queremos dejar marchar para alargar su estupendo poso de delicadeza y humanismo.

Nadie se asuste por su extensión, que nunca se hace excesiva. Muy buena lectura.

Hélène Gestern

Hélène Gestern, nacida en 1971 en Nancy, es una escritora, profesora e investigadora que ya había trabajado en sus narraciones los temas de la memoria y las imágenes. Este es su primer libro, traducido al español con mucha sensibilidad por Laura Salas. 

También es destacable la cuidada edición, que se agradece especialmente en un libro de extensión notable por lo que la facilidad de lectura es un dato importante. Esperamos que tras el éxito cosechado sigan traduciendo sus libros anteriores y el nuevo «Armen» que no salió a la luz en abril por el confinamiento. Nos ha gustado mucho su forma de hacer. La seguiremos.

Publicado por Paloma Martínez.