Título: Cincuenta sombras de Grey
Autora: E. L. James
Páginas: 544
Editorial: Grijalbo
Precio: 17,90 euros
Año de edición: 2012
Este mes de noviembre he sucumbido al gran fenómeno
editorial de los últimos años. Es difícil explicar el porqué del éxito de un
libro. «Cincuenta sombras de Grey» ha tenido una colosal aceptación, por encima
de cualquier expectativa, y lo ha hecho sin inventar nada. El morbo del
erotismo, silenciosa demanda de la sociedad, ha encumbrado a su escritora, Erika Leonard James (Londres, 1963), a la altura de una mujer récord.
Christian Grey es un hombre de gran personalidad, joven,
seguro de sí mismo, influyente, manipulador y mujeriego. En definitiva, y
aprovechando el mejor símil del momento, podríamos asemejarlo a un Pequeño
Nicolás yankee con un autoritarismo que ya le hubiera gustado poseer a Fernando VII. Y también, aunque no lo sepa nadie, un tarado obseso del placer.
Anastasia, sin embargo, es una inocente universitaria
veinteañera con una candidez impropia de su condición social. Su encuentro
fortuito con el señor Grey puede haber sido su mayor error, o tal vez, su mayor
acierto. A lo largo de la novela veremos su transformación, con el progreso de
un temperamento cambiante ante la influencia de otra persona.
No tiene nada de malo para nadie conocer el erotismo en
primera persona, pensó Anastasia. Sin embargo, no tenía ni idea de los planes
que Christian tenía guardados para ella. El enfoque del género me ha recordado
al clásico de la literatura erótica castellana «Las edades de Lulú» de Almudena Grandes. El sadismo es una variante de erotismo que, escrita, vende.
Con una narrativa sencilla donde las haya, E. L. James, ha
encandilado a millones de lectores en el mundo (sobre todo lectoras). Además,
este libro es el primero de una trilogía que, hoy por hoy, ya es la saga erótica
más popular de todos los tiempos, y ha venido acompañada de gran cantidad de
merchandising y hasta de una adaptación al cine.
E. L. James
Publicado por Jesús Rojas.
Me pareció horrible -y escrito de una manera muy pobre-. No llegué a la mitad. No entiendo el gran éxito, supongo que se debe a la moda y al bombo que se le dio.
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