domingo, 9 de noviembre de 2014

La elegancia en la vida social - Baronesa Staffe


Título: La elegancia en la vida social 
Autora: Baronesa Staffe
 
Páginas: 208
 
Editorial: Altaya
 
Precio: 1 euro
 
Año de edición: 2002

He encontrado este librito en una librería de lance de las de ahora, ésas que parecen un todo a cien de libros, donde a veces se encuentran tesoros inesperados. Es un facsímil publicado por Altaya del original editado por Saturnino Calleja en 1876, traducción de nada menos que la 135ª edición francesa. 

En él se dan reglas y consejos sobre cómo ser corteses, es decir sobre cómo hacer la vida un poco más fácil, cómoda y agradable a los demas. La idea es que ya que la existencia es de por sí tan ingrata, hagámosla un poco más llevadera en el trato cotidiano. En eso consiste la elegancia en la vida social y no es extraño que sea en Francia, el país de la cortesía y la diplomacia, donde apareció esta obra. Es el primer tomo de una verdadera encilopedia del trato social al finales del siglo XIX.

Tiene detalles muy jugosos, como la antigua sentencia que decía que un hidalgo elegante era capaz de dar la vuelta a Europa sin que su espalda tocase el fondo del coche de viaje. También nos enteramos de que ya en el siglo XVIII se terminaba la educación de las jóvenes aristocráticas con una «Cartilla de la buena crianza» que desaconsejaba escupir en la faltriquera del vecino, sonarse con la servilleta en la mesa o peinarse en la iglesia.

Hay recomendaciones que resultan un poco trasnochadas, como la manera correcta de proceder en el noviazgo, el dedicar un día de la semana a las visitas o los consejos sobre cómo romper un compromiso. Sin embargo resulta interesante leer cosas como que las visitas de ceremonia se devuelven a los ocho días, que es también a los ocho días cuando se envía noticia de una boda a los que viven en otra población y que hay quien espera dos meses después de la boda para irse de luna de miel para evitar las incomodidades de las fondas, los carruajes y todos los detalles molestos que pueden agriar una relación.

Sin embargo, hay muchas cosas que siguen siendo aplicables a pesar del tiempo transcurrido. Aquí aprendemos que cuando paguemos en efectivo, lo elegante es depositar un sobre encima de la mesa, no entregar los billetes en mano; que el hombre jamás tenderá la mano a una mujer, será esta la que lleva la iniciativa en esa forma de saludo; que iniciar una conversación hablando del tiempo demuestra poco ingenio, o cómo estrechar la mano de manera apropiada.

También se menciona que para causar buena impresión es preferible hablar poco, saber escuchar y preguntar sobre lo que resulta de interés para nuestro interlocutor. En general, hay que hacer intervenir al ego lo menos posible, porque casi siempre resulta un personaje molesto y aburrido.

Un libro muy interesante porque muestra en parte detalles de la vida cotidiana de otra época y enseña una manera considerada de conducirse en sociedad. Pero si se profundiza un poco en la vida de la autora y en los tomos que publicó como continuación de éste primero, veremos que bajo una primera impresión de aparente superficialidad, hay más enjundia de lo que parece.

Otro tomo de la magna obra de la Baronesa Staffe

Blanche Augustine Angèle Soyer (Givet, 1843-1911) fué una aistócrata fancesa, famosa por ser la autora de doce tomos, en los que ayudaba a las mujeres a comportarse en sociedad, llevar una casa, educar a los niños e incluso a cultivarse culturalmente. Curiosamente, iba dirigido no sólo a la aristocracia, sino también a las clases medias y bajas. No es tan extraño si se piensa que ella misma se hacía llamar baronesa sin serlo y provenía de la pequeña burguesía.

Probablemente fué una mujer hecha a sí misma, que tuvo que abrirse paso en mundo hostil en el que la mujer tenía un papel muy estereotipado. Sostenía, por ejemplo, que «La educación de la mujer no termina cuando sale del colegio. Necesita pensar, reflexionar, aprender sin maestro lo que nadie puede enseñar. En esa época de la vida, lo que se lee ejerce una gran influencia en el espíritu».

Y resultaba claramente feminista avant-la-lettre cuando aconsejaba que si una joven no tenía fortuna, debía prepararse para ser autosuficiente y no ser ni una carga para los suyos ni una mujer desgraciada en un matrimonio por conveniencia: 
       
«Es necesario hacerles entender que deben prepararse, para vivir por cuenta propia; seguramente sobrevivirán a sus padres, y si son  pobres, correrán el riesgo de no casarse, y se verán obligadas a ganarse el pan. Cuanto más años transcurran, más difícil les será encontrar recursos, por lo que deben comenzar con tiempo».

Menciona como opciones interesantes el dedicarse a las artes, a los empleos administrativos, a la enseñanza o a los oficios, que según ella no deshonran porque es preferible la independencia y la integridad de una obrera que la servidumbre de una señorita inútil que se deja estar en una situación precaria.

Aconsejaba a las mujeres casadas instar a sus maridos a hacerse un seguro de vida, para poder afrontar la viudedad si se resentaba con garantías, pero siempre insistía en que el mejor seguro de vida es el conocimiento y la instrucción.

La obra fué un superventas de la época, se hizo enormemente popular. Probablemente sea el primer tratado de buenas maneras dirigido a toda la sociedad en general y una obra muy adelantada a su época que promovía la independencia de la mujer. 

La moda ilustrada (1873)

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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