sábado, 27 de diciembre de 2025

Cerro Belmonte: el barrio madrileño que declaró su independencia

Cerro Belmonte en los años 90

Esta es la insólita historia de un pequeño barrio madrileño que, en 1990 y durante un verano, proclamó su independencia, pidió protección a Fidel Castro y se tomó muy en serio eso de ser un país. El Reino de Cerro Belmonte se llamaba, situado al norte de la capital, en el barrio de Valdezarza.

Pero vamos a contar la cosas bien, desde el principio. Cerro Belmonte era un poblado ilegal de chabolas e infraviviendas, casas de una planta sin agua corriente, habitado por unas 250 personas, la mayoría personas mayores. Rodeado de descampados, parecía una tranquila aldea del extrarradio madrileño y allí la vida transcurría plácidamente. 

Pero el ayuntamiento tenía un plan de recuperación de las bolsas de deterioro urbano, que incluía la expropiación de Cerro Belmonte. Se ofrecía a los vecinos una indemnización de 5018 pesetas por metro cuadrado, una cantidad irrisoria cuando se sabía que allí el suelo estaba a más de 200.000 pts/m2. Además se les ofrecía realojarlos en Vallecas o Villaverde, zonas demasiado alejadas de su entorno. 

Los afectados se enfadaros. Les echaban de sus casas por cuatro duros. Se liaron la manta a la cabeza, organizaron un referéndum de autodeterminación con urnas de cartón, en el que ganó la independencia por 212 votos a 2, y se constituyeron en país independiente en septiembre de 1990. Los límites eran exactamente: la calle Valle de Mena al Norte, la calle Villaamil al Este, la calle Valle de Cachemira al Sur y la calle Valdesangil al Oeste. En total 30.415 m2. El nombre completo era Reino del Cerro de Belmonte, Principado de Villaamil y Condado de Peña Chica. La moneda, el belmonteño, equivalente a  5018 pts, el valor que les habían ofrecido por metro cuadrado. El himno, «Queremos pan, queremos vino, queremos al alcalde colgado de un pino». Para la bandera, expropiaron una estrella del escudo municipal, tomaron el color rojo y cortaron las barras horizontales para que no se confundiera con las de Austria y Líbano

Bandera de Cerro Belmonte

Redactaron una constitución y todo, en la que lo más importante era la felicidad de los ciudadanos. Además, pidieron asilo a Cuba, le cayeron en gracia a Fidel Castro que, ni corto ni perezoso invitó a la isla a 25 belmonteños. Los integrantes de la expedición se eligieron por sorteo, con un resultado desigual  porque incluía a una niña de 10 años y a un anciano de 80 que había luchado en la División Azul. Fidel dedico 45 minutos de un discurso de 4 horas a los oprimidos de Cerro Belmonte, les ofreció asilo político, casa y trabajo en La Habana, pero ninguno aceptó. El nuevo país tuvo eco en la BBC, en el diario alemán Der Spiegel y el periódico Egin les dedicó una portada. Los vecinos cerraron el barrio con vallas de obra, pusieron tiendas de campaña para hacer guardia en las entradas y llegaron a pensar en contar Sinesio Delgado y exigir peaje, con lo que tendrían los ingresos asegurados. 

La Policía Municipal se lo tomó bien, como una broma que no iba a llegar a ninguna parte. Y finalmente, la aventura tuvo un final feliz. El ayuntamiento se dio por enterado, saco al pueblo del plan urbanístico vigente y lo incluyó en el siguiente, con lo que daba tiempo a que los vecinos negociasen con constructoras privadas y obtuvieran más dinero. Además, el realojo de los vecinos se realizó en zonas cercanas. El  Reino de Cerro Belmonte había ganado la partida.

La abogada de Cerro Belmonte con Fidel Castro

Hay un libro sobre esta historia tan peculiar, titulado El Reino de Belmonte. Una utopía urbana (Reino de Cordelia, 2025) del madrileño Alfonso Mateo-Sagasta Llopis.

Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

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