sábado, 28 de diciembre de 2019

Houdini, Conan Doyle y los espíritus

Conan Doyle y Houdini

La historia de la amistad entre Arthur Conan Doyle (1859-1930), el creador de Sherlock Holmes, y el gran Harry Houdini (1874-1926), el mejor escapista de la historia, es curiosísima y vale la pena ser contada.

En 1920 Doyle asistió a uno de los espectáculos de Houdini, allí se conocieron y se hicieron amigos. Los dos tenían algo en común, habían perdido hacía poco a un ser querido, el escritor a su hijo, el ilusionista a su madre.

Doyle, después de hacerse famoso con sus novelas basadas en el más puro racionalismo, se había interesado por el espiritismo hasta convertirse en uno de sus principales adalides: había fundado una editorial llamada The Physic Press y la librería The Physic Bookshop para editar y vender en Londres libros de espiritismo, ciencias ocultas y fenómenos paranormales. Hacia algunos años, se había tragado un burdo montaje de unas jóvenes que decían haber fotografiado unas hadas del bosque.

Conan Doyle no solo creyó que esta foto era auténtica, sino que la defendió a capa y espada 
                    
El escritor, después de fallecer su primera esposa, se había casado con una médium, Jean Leckie, y toda su vida giraba alrededor del espiritismo. Nos queda la duda de si el hombre era demasiado crédulo o un farsante, la opinión general se inclina por lo primero.

El húngaro Houdini, por su parte, conocía muy bien los trucos del oficio espiritista. Él mismo había dado espectáculos de supuesto espiritismo en los que se movían objetos, gracias a sus trucos de ilusionista, simulaba hablar con los espíritus y revelaba detalles de la vida del público que había averiguado el día anterior visitando el cementerio y el registro civil de la localidad. Aún así, aceptó la invitación y poco después se reunieron los tres para invocar el espíritu de su madre.

Houdini, Jean Leckie y Doyle

Durante aquella noche, en la que hubo golpes en la mesa, luces que titilaban y otros fenómenos, Leckie entró en trance y escribió una carta de la madre del mago dirigida a su hijo, se supone que mientras estaba poseída por su espíritu, pero en ella cometió varios errores que rompieron para siempre la amistad entre el escritor y el mago.

 
Jean Leckie (1906)

La carta estaba escrita en inglés, idioma que nunca aprendió la madre del escapista; estaba encabezada con una cruz al principio, cosa que la mujer de un rabino nunca habría hecho, y llamaba a su hijo Harry, apelativo que nunca  empleó, ya que siempre le llamaba por su nombre de pila, Ehrich. 

Houdini se sintió engañado por su amigo y aireó sus opiniones en la prensa vehementemente, lo que disparó una guerra dialéctica con el escritor. Hubo acusaciones cruzadas, artículos y entrevistas en los diarios... el escapista llegó a publicar un libro titulado «Un mago entre los espíritus», en el que desmontaba todos los trucos de los espiritistas y ofrecía una buena réplica a la «Historia del espiritismo» de Doyle. Inició una cruzada contra los que pretendían habar con el más allá y dió conferencias, escribió textos e hizo todo lo posible para acabar con aquella superchería.

Curiosamente desenmascaró a un joven español, Joaquín Argamasilla, Marqués de Santacara, que con tan sólo 19 años decía tener rayos X en los ojos y era capaz de leer mensajes guardados en cajas. Pero claro, usaba sus propias cajas, hábilmente manipuladas y cuando Houdini le ofreció hacerlo con otras por él preparadas, se negó a hacerlo.  

Houdini y su mujer, Bess

El final de toda la historia es curioso. El mago húngaro le dijo a su mujer Bess que si él fallecía primero se pondría en contacto con ella a toda costa y para poder comprobarlo, le dijo un mensaje clave de diez palabras que solo ellos dos conocerían. Una médium le predijo a Houdini, que moriría en 1925 y se equivocó solo en un año, porque el 31 de octubre de 1926 el gran escapista falleció de una rotura de apéndice.

Bess Houdini ofreció entonces 10 000 dólares a quien le pusiese en contacto con su marido, pero nadie fué capaz de adivinar el llamado «código Houdini». Al cabo de diez años, celebró una última sesión, sin éxito. Apagó entonces una vela que había mantenido encendida simbólicamente junto a una fotografía de su marido y dijo «Diez años son suficientes para esperar a un hombre» y dió la cuestión por concluida. Desde entonces, es tradición que el 31 de octubre los espiritistas celebren sesiones en las que intentan ponerse en contacto con el gran escapista húngaro. Hay gente que sigue creyendo.

Para más información, véanse este enlace, este artículo y el libro «Sherlock Holmes contra Houdini» (2014) de la editorial La Felguera.

Publicado por Antonio F. Rodríguez.    

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