Título: Amado monstruo
Autor: Javier Tomeo Páginas: 111
Editorial: Anagrama
Precio: 6 euros
Año de edición: 2002
El pasado sábado falleció a los ochenta años el escritor oscense Javier Tomeo, un autor inclasificable, no muy conocido, al que leí bastante en la década de los 70 y que ya ha aparecido en este blog a propósito de «El castillo de la carta cifrada».
«Amado monstruo», publicada en 1984, es otra de sus novelas más representativas y una obra maestra. En ella, bajo la forma de una entrevista de trabajo, se va desvelando poco a poco la personalidad de los dos protagonistas, entrevistador y entrevistado, dos tipos poco convencionales y con sus rarezas, desde luego, pero a la vez muy humanos. Y es que Tomeo, defensor de la monstruosidad esencial de la persona, nos convence enseguida de que lo habitual es ser excéntrico, rebuscado, maniático y peculiar.
Este genial aragonés parece haber aprendido de Goya y Buñuel a escribir en blanco y negro sobre las deformidades humanas, con humor, ironía y un toque de compasión. Recuerda inevitablemente a Kafka y a a veces, a las teorías de Freud. Desde luego todos coinciden en dos cosas: en que es muy bueno y en que no se parece a sus contemporáneos. Sabe mezclar en sus cuentos y novelas cortas el absurdo y lo grotesco, con cierta ternura y la lírica más delicada.
Su lenguaje es muy peculiar, preciso, recortado y sintético; «si puedo decir algo en cuatro palabras, no uso ocho» decía. A la vez manejaba el español con una propiedad, con una perfección poco habitual en estos días. Corregía obsesivamente sus textos y era un especialista en las distancias cortas, es decir el cuento y la novela de cerca de cien páginas.
Un autor único, singular, muy original y creativo, muy maduro, que nos devuelve nuestra imagen deformada en el espejo de su literatura para mostrarnos nuestros defectos y enseñarnos más verazmente cómo somos en realidad. No es demasiado conocido, aunque siempre ha tenido lectores de culto. Os recomiendo que os acerquéis a sus libros y los disfrutéis.
Javier Tomeo (Quicena, Huesca, 1932-2013) fué un escritor aragonés, autor
de novela y teatro, con una presencia física ruda e impresionante y un estilo espléndido: conceptista, recortado y de una pureza poco común. Licenciado en Derecho y en Criminología por la Universidad de Barcelona, trabajó en la multinacional Olivetti y comenzó escribiendo por encargo novelas del oeste y una «Historia de la esclavitud».
En 1971 ganó el Premio de Novela Corta Ciudad de Barbastro con «El unicornio». Luego llegaron los premios y el reconocimiento de la crítica. Fué un autor muy prolífico, que publicó más de 30 novelas y volúmenes de cuentos, y tuvo mucho éxito en Francia como autor teatral.
Seguía escribiendo a diario, siempre se mantuvo algo alejado de los medios y el mundillo literario y odiaba cordialmente la televisión. «Sólo me sirve para ponerme de mala leche, pero eso me ayuda a escribir» llegó a decir. Él mismo parecía uno de sus monstruos literarios, solitario, grandote, tímido, lacónico, tierno y con un cierto aire de no encajar bien en ningún sitio.
Javier Tomeo
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Tenía una estética inquietante y poderosa.
ResponderEliminarSí. Poseía un lenguaje preciso. muy cuidado, y daba siempre la sensación de saber de nosotros un poco más que nosotros mismos.
ResponderEliminarUn fenómeno.
Salud y libros