viernes, 23 de junio de 2023

Mire al pajarito - Kurt Vonnegut

 

Título: Mire al pajarito                                                                                                        Autor: Kurt Vonnegut   

Páginas: 274 pág.

Editorial:
Sexto piso

Precio: 20,95 euros

Año de edición: 2010

Considerado como uno de los escritores norteamericanos más innovadores del siglo XX, la fama de Kurt Vonnegut va unida a su gran novela «Matadero cinco» (1969), una fabulosa sátira con tintes tragicómicos acerca del terrible bombardeo de Dresde en 1945. Además de otras inclasificables novelas, que se mueven entre el posmodernismo y un sencillismo demoledor, Vonnegut fue un consumado escritor de cuentos y relatos breves, en donde brillan la claridad expositiva, la excelente construcción, el humor, un gusto por el absurdo y una mirada nada complaciente a los aspectos menos agradables de la sociedad americana. Todo ello desde una perspectiva aparentemente leve e infantil que acaba resultando devastadora. Por decirlo en tres palabras: menos es más. La austeridad de los recursos literarios contribuye a la precisión de una denuncia social entre paradójica e irónica. El minimalismo es una opción acertada para los propósitos de Vonnegut

«Miren al pajarito» (2010) es una colección de cuentos en donde se demuestra su maestría para las distancias cortas. Los relatos van acompañados de dibujos del propio autor. Tienen las mismas características de su literatura: una grata sencillez en el trazo que contrasta con el desconsuelo de fondo. En el singular mundo de Vonnegut pasan cosas raras. Pero estas rarezas les ocurren a personas corrientes y vulgares, de la calle, del montón, como usted y como yo. Es una forma genuinamente americana de realismo mágico. Ejemplo: un señor muy grande y algo tosco, casado con una mujer pequeñita y rubia, inventa un peculiar audífono que quiere comercializar con el nombre de «confido». Como buen americano optimista y emprendedor, aunque algo bobalicón, cree que el cacharro le convertirá en millonario. Sin embargo, confido da opiniones por su cuenta y riesgo. Es una voz corrosiva que dice en alto aquello que se murmura o jamás se menciona. Ya se sabe que hay historias que por el bien de la convivencia deben estar muertas y enterradas. 

Otro ingenioso relato: un sujeto triste y apagado es el empleado modélico al que se le hace eternamente la puñeta. Está aparcado en un inmenso edificio vacío. No tiene nada que hacer, excepto aburrirse. Mira por la ventana. Da vueltas. Se levanta y se sienta. Piensa en la enfermedad de su madre. Ordena papeles. Escucha ruidos. Bosteza. Hasta que un buen día llega una compañera joven, guapa y llena de ilusiones. La chica le enseñará a disfrutar de la vida en su trabajo, aunque de un modo poco ortodoxo. 

La ciudad de Llium está dominada por el crimen organizado, que incluye a todas las fuerzas vivas, desde el juez hasta el capitán de policía. Una pareja que nunca ha roto un plato se verá envuelta en una pesadilla cuando se la acuse falsamente de dar muerte a una prostituta. La historia, cada vez más acelerada, tomará visos de irrealidad. Los buenos son los malos y los malos son los buenos. El desesperado protagonista se lanza a una fuga progresivamente delirante. Este relato, «El Key Club de Ed Luby», el más largo y uno de los mejores, oscila entre «El hombre que fue jueves» de Chesterton y una comedia de los hermanos Marx. La hilarante parodia que Vonnegut hace de la sociedad americana se basa en la inversión del sentido: los policías infringen la ley, los mafiosos son gente honrada, los médicos son agentes secretos, las buenas gentes son corruptas o estúpidas, y los inocentes son culpables, como en las fábulas de Kafka. Una comedia de enredo en la que cada personaje interpreta el papel que no le corresponde.   

Un caballero educado y civilizado, vendedor de linóleo de profesión, pero con pinta de coronel inglés, espigado y con bigotillo rubio, encuentra en la parada del autobús un bonito abrecartas. Se lo guarda en el bolsillo. Está ilusionado porque es el séptimo aniversario de su boda. Piensa regalarle a su mujer, rica y ostentosa, un gran ramo de rosas. Ya en casa, advierte que su esposa no está. Encuentra una sospechosa vitola de puro sobre el sofá. Nota que el abrecartas está hueco, como si llevara algo dentro. Comienza una situación estrambótica que convertirá al irrelevante y mantenido Lowell Swift en lo más parecido a un Dios. 

También conoceremos a un matrimonio de profesores cuya vida tranquila se esfuma por culpa de una novela autobiográfica subida de tono escrita por la mujer. Mientras arrecia el drama familiar, con ribetes de farsa, un desconocido contumaz, que no entiende nada, insiste en venderles unas contraventanas. Un cuento melancólico: individuo de pelo rojo y que ha perdido una pierna trabaja en la cabina de una inmensa grúa al lado de un puente. Desde su habitáculo, ve a una niña de ocho años salir de un ostrero. El pelo de la niña es una llamarada roja. No puede verle la cara. Tiene una certeza. Los demás, también.  

Si las cosas serias se tratan demasiado en serio se corre el peligro de la solemnidad. La pedantería es un mal que puede hacer ilegible cualquier libro. Pero el escritor puede tener de su lado al ángel de la gracia: sabe contar lo serio con un desenfado próximo a la parodia, empujando levemente lo que se cae por sí mismo. Cuando se derrumba con estrépito, se encoge de hombros con sonrisa de picardía: no fue culpa mía. El resultado es que se consigue una irreverencia aguda e intencionada. Vonnegut convierte la payasada o lo insólito en crítica certera. Creo que es un gran logro. Pasen un buen rato leyendo estos cuentos.

Kurt Vonnegut

Kurt Vonnegut (1922-2007), escritor norteamericano de origen alemán nacido en Indianápolis, escribía desde niño, pero un profesor tonto le dijo que sus relatos no eran lo suficientemente buenos. Su madre se suicidó. El joven Vonnegut estudió en las universidades de Cornell y Carnegie Mellon asignaturas tan poco literarias como química. Luchó en la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes le hicieron prisionero al final de la contienda. Fue trasladado con otros prisioneros a Dresde. Allí fue testigo de la aniquilación apocalíptica de la ciudad durante el bombardeo aliado de febrero de 1945, que luego relataría en «Matadero cinco» (1969), su novela más popular. 

De regreso a los EE. UU. se graduó en antropología. Trabajó en el departamento de relaciones públicas de la General Electric. Siempre atribuyó a este trabajo su estilo literario sin adornos. Sus primeras novelas fueron de ciencia ficción, luego experimentó con otros géneros. Acuñó un estilo sencillo, humorístico, crítico y de fondo pesimista que le hizo muy popular entre la juventud norteamericana influida por la contracultura. Vonnegut intentó suicidarse en la década de los ochenta, recibió muchos premios y falleció en su casa de Manhattan a los 84 años como consecuencia de una caída. Entre sus influencias siempre destacó a Aristófanes y Mark Twain

Publicado por Alberto.

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