martes, 15 de octubre de 2019

Los caballeros del punto fijo - Antonio Lafuente y Antonio Mazuecos


Título: Los caballeros del punto fijo
Autores: Antonio Lafuente y Antonio Mazuecos

Páginas: 256

Editorial: Serbal
 
Precio: 22,50 euros

Año de edición: 1987


Es una pena que este interesantísimo libro esté agotado y sea un poco difícil de encontrar. Se ocupa de contar la poco conocida historia de la expedición franco-española, que partió en 1736 para medir un arco de meridiano en el Ecuador y comprobar la forma achatada por los polos de la Tierra, comparando su longitud con otro arco de meridiano medido cerca del polo, en la Laponia.

Eran unos años en los que se enfrentaban dos opiniones, la de Newton y los ingleses, que sostenían que la Tierra estaba achatada por los polos y la de los franceses, con Cassini y Picard a la cabeza, que creían por el contrario que era como un balón de rugby puesto de pie.

Ahora es evidente e intuitivo que nuestro planeta tiene una ligera forma de mandarina, pero entonces no estaba tan claro, había datos experimentales a favor de ambas opciones. Entonces, la Academia de Ciencias de Francia, una poderosa institución bien provista de fondos, hija del espíritu de la Ilustración, organizó en 1735 una expedición a Laponia, liderada por Maupertuis, para medir un arco de meridiano y al año siguiente, otra a Perú, al mando de La Condamine, formada por ocho científicos franceses (Bouguer, Verguin, Jussieu, Godin, Groud, Morainville, Couplet, personal auxiliar y el mencionado La Condamine) y dos guardamarinas españoles, con una sólida formación y  que hablaban francés, Jorge Juan y Antonio de Ulloa.

El rey de Francia Luis XV, le había pedido a su primo Felipe V la participación de dos científicos españoles, como gesto diplomático al ir a visitar posesiones españolas y para que facilitasen las cosas en aquellas tierras. La expedición se organizó como un viaje ilustrado y, además de las mediciones geodésicas, los científicos de las luces estudiaron las plantas, la fauna, la geografía, los indígenas y todo lo que se iban encontrando. Tomaron muestras, rellenaron cuadernos y cuadernos de apuntes, mapas y dibujos, hicieron observaciones, completaron diarios... todo un sinfín de actividades interesantes.

La empresa tuvo todo tipo de problemas, se arruinó antes de llegar a su destino, se quedó aislada debido a la guerra anglo-española y pasó por mil aventuras. El que menos tiempo estuvo por allí fué Bouguer, que volvió a lo 9 años, pero Jussieu se interesó tanto por la botánica que se quedó 27 años tomando muestras y realizando estudios, y Godin se estableció como catedrático de la universidad de Lima. Sufrieron una erupción del Cotopaxi, tuvieron que hacer contrabando para sobrevivir, enfermaron de unas fiebres que no llegaron a diagnosticar, Couplet murió de malaria, les robaron varias veces, los franceses se pelearon por la jefatura de la expedición de forma descarada y vivieron la terrible epidemia de peste de 1743 en Quito. Una de las peripecias más increíbles y terribles sucedió cuando el cirujano del grupo, Senierues, fué a curar a una mujer enferma de fiebres y acabó con ella en la cama. Los lugareños no se lo tomaron muy bien, le persiguieron y acabaron linchándole en una plaza de toros, en una lamentable escena dirigida por el vicario del pueblo.

Estas y muchas otras peripecias y curiosidades se detallan en este libro único y fascinante, sobre un episodio histórico-científico poco conocido, en el que brillaron dos guardamarinas españoles, muy respetados por los franceses. Es curioso que, mientras los galos escribían sus impresiones de países exóticos y pintorescos desde cierta superioridad («Vamos a un país donde es más fácil encontrar una mina de oro que un sabio» decían) Jorge Juan y Ulloa se mostraban mucho más curiosos y abiertos a aprender de cuanto veían, quizás porque no tenían la barrera del idioma.

En fin, una obra única, que cuenta con rigor y multitud de datos la aventura de los argonautas de la ilustración, los franceses y españoles que fueron a medir la Tierra a Perú y acabaron enredados en mil aventuras y peripecias. Cuando explicaron a los indios porqué hacían observaciones a la Estrella Polar como referencia fija para calcular su posición, recibieron el curioso apodo de «Los caballeros del punto fijo».

Antonio Lafuente (Granada, 1953) es un investigadr del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. Licenciado en Ciencias Físicas, se ha dedicado a la investigación de la Historia de la Ciencia y su divulgación. En los últimos años, se ha interesado por el conocimiento compartido y el procomún.

Antonio Mazuecos es también un investigador y especialista en la ciencia de los siglos XVII y XVIII.

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

1 comentario:

  1. Fantástica aventura que merece más que una película, porque hay emociones permanentemente, que dan de si para hacer una serie.

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