martes, 1 de octubre de 2019

Bitna, bajo el cielo de Seúl - J. M. G. Le Clézio


Título: Bitna, bajo el cielo de Seú
Autor: J. M. G. Le Clézio

Páginas: 192
 
Editorial: Lumen
 
Precio: 18,90 euros
 
Año de edición: 2019 

La magia de la sencillez. El arte de contar. La importancia de lo que no se dice, pero se sugiere. Lectura con varias capas. Sensación final de haber recibido mucho más de lo que hemos leído. 

Y es que, a pesar de quienes critican enardecidamente los premios y, cómo no, de entre ellos el más emblemático -el Nobel-, «algo tiene el agua cuando la bendicen».

El autor de esta novela, «bendecido» hace 11 años con el máximo galardón, nos ofrece una narración que se lee con mucha facilidad, que parece una historia sin complicaciones. Sin embargo, no es sencilla y mucho menos simple ni en su concepción ni en su estructura. Podríamos compararla con un concierto en el que asistimos a la bella ejecución de una estupenda sinfonía en la que la unidad no empasta los diversos instrumentos que componen la orquesta, sino que podemos distinguirlos en su individualidad mientras disfrutamos de la fantástica armonía del conjunto. 

Es una novela en la que el autor, gran amante de los cuentos -dice que los cuentos nos humanizan- los utiliza como el medio para que su protagonista, una joven apasionada por la literatura cuyo nombre es Bitna -estrella-, lleve luz y haga más llevadera la enfermedad terminal que padece una mujer cuyo único vínculo con el mundo es la enfermera que le cuida.

La estructura de la narración es tal que todos los elementos acaban encajando a la perfección y los cuentos se entrelazan y se ligan con la vida real de las protagonistas de manera sutil, a través de símbolos sugerentes de significados que llegan a formar parte de sus realidades. La magia se produce por la manera en la que el autor introduce elementos fantasiosos, espíritus, mitos y creencias. Son imágenes tan hermosas, poderosas y que convienen tanto a las situaciones, las explican de forma tan poética, que no osaríamos dudar de su verdad. Y de esa manera fantástica, imaginativa, nos plantea un tema de gran calado: ¿qué es la verdad?, ¿cabe la mentira en la verdad?, ¿se puede decir la verdad y mentir?

El autor, en apenas doscientas páginas, ha introducido una gran cantidad de temas que le ocupan y le preocupan, que aparecen a lo largo de su prolífica obra, sea o no de ficción, como: la pobreza; la soledad en las grandes ciudades y la necesidad vital de lazos afectivos; la emigración y sus consecuencias; la aparición de sentimientos contradictorios, incluyendo la crueldad, en una relación de amor; la compasión; los niños -las niñas- abandonadas; las niñas y mujeres inocentes abusadas, extorsionadas, utilizadas; las difíciles relaciones de los seres humanos con la escasa naturaleza -especialmente en las ciudades- que nos rodea; el miedo; el suicidio; los problemas de los jóvenes por no tener perspectivas laborales; la libertad, y… ¡la literatura -la palabra escrita y hablada- como necesaria para vivir, para sobrevivir, para resistir, para conocer, para progresar, para disfrutar, para sentir y sentirse parte del mundo!

No se puede pedir más ni mejor contado. 

J. M. G. Le Clézio 

Jean-Marie Gustav Le Clézio nació en Niza en 1940. Es una persona con una vida interesantísima. Él mismo se define como nómada. Lo es por orígenes -un antepasado fue un aventurero que recaló en Isla Mauricio- y de hecho él tiene doble nacionalidad, francesa y mauriciana; por matrimonio, ya que su mujer es del Sahara occidental, y por convencimiento. Ha vivido en Francia, África, Perú con los Emberá -una tribu cuyo objetivo es proteger a la madre naturaleza- durante 3 años que dice le cambiaron profundamente; 20 años en México, en Estados Unidos, China, Corea del Sur…

Sus primeros 8 años los pasó junto con su hermano, en Niza, rodeado de mujeres que tuvieron gran importancia en su vida: su madre, a quien se puede encontrar en la protagonista de su libro «La música del hambre», y su abuela materna, de la que dice le enseñó a amar los cuentos por haber sido una gran contadora de historias que inventaba para entretenerles en las tediosas horas que tenían que pasar en los sótanos de la casa para evitar los bombardeos.

Conoció a su padre -que no había podido quedarse en Francia por ser inglés- cuando pudieron viajar a África, en donde era cirujano militar. Según cuenta, de él aprendió a controlar la expresión de los sentimientos y, de hecho, es fácilmente detectable en las entrevistas. En una de ellas le preguntaron si nunca perdía la calma y contestó que se mostraba tranquilo porque en su interior albergaba mucha cólera. Cólera y rebeldía que ha mostrado en muchas ocasiones para denunciar situaciones injustas. Y lo hace utilizando lo que mejor sabe hacer: la escritura. Es una persona muy comprometida.

Como muestra, la expulsión de Tailandia que sufrió, ya de joven, por protestar contra el maltrato a las mujeres. Su compromiso también está presente en los temas que trata en su amplia obra literaria. Es un hombre con una gran cultura y sin embargo, de una gran humildad. La sensación que transmite escuchándole es de coherencia, compromiso, pero sobre todas las cosas, se percibe el gran humanista que es. Por desgracia se prodiga poco, pero merece la pena entrar en la red en donde hay conferencias y charlas suyas.

Y si es interesante que le escuchemos todos, debería ser obligatorio en estos momentos para muchos de los políticos a los que oímos unas proclamas indignantes en las que, entre otras barbaridades, dicen que unas personas tienen más valor que otras, que hay que defenderse de quienes amenazan la riqueza de sus  países... en fin, mensajes que nos resuenan a los prolegómenos de las más grandes indignidades que los hombres han cometido apenas hace un siglo y de los que parecía que tanto sufrimiento como acarrearon nos había hecho, al menos, aprender la lección.

Interesante persona, importante escritor. Leamos a Le Clézio, oigámosle.

Publicado por Paloma Martínez.

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