Título: A flor de piel
Autor: Javier Moro
Páginas: 496
Editorial: Seix Barral
Precio: 19,95 euros
Año de edición: 2015
Durante la epidemia que nos afecta, el ejército se ha desplegado en diferentes lugares del territorio nacional para llevar a cabo acciones tales como el montaje de un gran hospital de campaña, elogiado por la Organización Mundial de la Salud, o la desinfección de residencias y centros de mayores. A todo ese operativo se le ha denominado Operación Balmis, pero ¿de donde viene el nombre? En este libro, Javier Moro nos lo cuenta maravillosamente bien.
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FranciscoXavier Balmis Berenguer (1753-1819) fue un alicantino que, con gran tesón y esfuerzo y tras
recorrer diferentes estamentos en la sanidad civil y militar, llegó a ser
médico-cirujano. Era un hombre inquieto, estudioso, renovador y con gran ansia
de saber, muy interesado en las enfermedades infecciosas y en particular en la
viruela, que en brotes epidémicos afectaba a todo el mundo. Conoció los trabajos
de Jenner sobre la inmunización al inocular liquido de las lesiones de la
viruela de las vacas a las personas (de ahí el nombre de vacuna). Los asumió
con gran entusiasmo, los defendió en círculos científicos de la capital y, tras
vencer reticencias y obstáculos de los escépticos, comenzó a utilizarlo con
éxito.
La viruela asolaba los territorios de Hispanoamérica y convenció al rey Carlos IV para llevar la vacuna al nuevo mundo; el rey le prestó todo su apoyo para organizar la Real Expedición Filantrópica dela Vacuna. Aparte de los problemas logísticos y financieros que logró superar con el impulso del monarca, se encontró con dos problemas: conseguir líquido vacunal de Inglaterra, porque el ganado autóctono no desarrollaba la enfermedad, y lo mas importante: trasportarlo de forma eficaz al otro lado del Atlántico. Eso último solo lo pudo solucionar utilizando a niños sin contacto previo con el virus para vacunarlos y obtener liquido de sus vesículas; como las lesiones sanan en unos días precisaba establecer una cadena de niños para inocularlos secuencialmente en una forma de trasporte de brazo a brazo.
Reclutó 22 niños huérfanos y abandonados de los hospicios de Madrid y La Coruña y se embarcó con ellos y con un grupo de colaboradores entre los que destacan Josep Salvany, medico y subdirector de la expedición, y sobre todo Isabel Zendal, responsable del Hospicio de La Coruña que embarcó como cuidadora de los niños, enfermera y ayudante para todo, autentica alma máter de la expedición.
Tras varias travesías en barco y a través del continente, viajaron a Puerto Rico, Cuba, Nueva Granada y Nueva España para finalizar en Filipinas y China. Tuvieron que sortear numerosos obstáculos causados por la población desconfiada, funcionarios corruptos y un virrey rebelde, pero consiguieron expandir la vacuna de forma exponencial por un territorio muy amplio. Se inocularon a miles de personas y se creó una infraestructura de salud pública, las Juntas de Vacunación, en las que se enseñó el procedimiento a los sanitarios locales.
Es imposible calcular el numero de vidas que se salvaron a partir de esta expedición épica, solo la subdivisión de Salvany vacunó a unas 250 000 personas; pero no tuvo una gran proyección histórica porque coincidió en el tiempo con la invasión francesa y las guerras napoleónicas en Europa, supongo que también por la nacionalidad de sus protagonistas, seguramente si fueran de un país de raíces anglosajonas tendrían una divulgación enorme y contaríamos con varios libros y películas sobre ellos. Pero también hubo reconocimientos notorios: Jenner manifestó «no imagino en la Historia que haya otro ejemplo de filantropía tan noble y extenso como este»; y la OMS reconoció en 1950 a Isabel Zendal como la primera enfermera en la historia en misión internacional.
La viruela asolaba los territorios de Hispanoamérica y convenció al rey Carlos IV para llevar la vacuna al nuevo mundo; el rey le prestó todo su apoyo para organizar la Real Expedición Filantrópica dela Vacuna. Aparte de los problemas logísticos y financieros que logró superar con el impulso del monarca, se encontró con dos problemas: conseguir líquido vacunal de Inglaterra, porque el ganado autóctono no desarrollaba la enfermedad, y lo mas importante: trasportarlo de forma eficaz al otro lado del Atlántico. Eso último solo lo pudo solucionar utilizando a niños sin contacto previo con el virus para vacunarlos y obtener liquido de sus vesículas; como las lesiones sanan en unos días precisaba establecer una cadena de niños para inocularlos secuencialmente en una forma de trasporte de brazo a brazo.
Reclutó 22 niños huérfanos y abandonados de los hospicios de Madrid y La Coruña y se embarcó con ellos y con un grupo de colaboradores entre los que destacan Josep Salvany, medico y subdirector de la expedición, y sobre todo Isabel Zendal, responsable del Hospicio de La Coruña que embarcó como cuidadora de los niños, enfermera y ayudante para todo, autentica alma máter de la expedición.
Tras varias travesías en barco y a través del continente, viajaron a Puerto Rico, Cuba, Nueva Granada y Nueva España para finalizar en Filipinas y China. Tuvieron que sortear numerosos obstáculos causados por la población desconfiada, funcionarios corruptos y un virrey rebelde, pero consiguieron expandir la vacuna de forma exponencial por un territorio muy amplio. Se inocularon a miles de personas y se creó una infraestructura de salud pública, las Juntas de Vacunación, en las que se enseñó el procedimiento a los sanitarios locales.
Es imposible calcular el numero de vidas que se salvaron a partir de esta expedición épica, solo la subdivisión de Salvany vacunó a unas 250 000 personas; pero no tuvo una gran proyección histórica porque coincidió en el tiempo con la invasión francesa y las guerras napoleónicas en Europa, supongo que también por la nacionalidad de sus protagonistas, seguramente si fueran de un país de raíces anglosajonas tendrían una divulgación enorme y contaríamos con varios libros y películas sobre ellos. Pero también hubo reconocimientos notorios: Jenner manifestó «no imagino en la Historia que haya otro ejemplo de filantropía tan noble y extenso como este»; y la OMS reconoció en 1950 a Isabel Zendal como la primera enfermera en la historia en misión internacional.
En cuanto al
libro, quiero señalar que es un relato magnifico, con un interés constante y mantenido que,
sin recurrir a algunos trucos literarios, se apoya solo en la historia y en la
forma magistral de contarla; es un relato sobrio, interesante y muy bien
documentado. En él destaca sobre todos la figura de Isabel, piedra angular de
todo el viaje y verdadera protagonista de la aventura. También es llamativo el
papel del segundo medico, Salvany, entregado a la causa con abnegación ejemplar.
No sale tan bien parado en el libro el propio Balmis: a sus virtudes de
trabajador infatigable y estudioso permanente hay que añadirle otros rasgos; su
empeño en la expedición y su afán de alcanzar gloria y fama le llevan a
desentenderse completamente de su familia, es un sujeto egocéntrico que
antepone la expedición en sí al bienestar de los integrantes, en particular de
los niños, que están protegidos por la promesa real luego mantenida de
garantizar su futuro, para Balmis son un vehiculo de trasporte de la vacuna y delega
completamente su cuidado en Isabel.
También
durante la lectura se plantean una serie de cuestiones éticas sobre los métodos
de Balmis y la utilización de niños que, con la promesa de un futuro mejor bajo
el amparo de la corona, son embarcados en una aventura peligrosa y larga fuera
de su país. Pero el texto es muy bueno y recomiendo sin duda que lo leáis, lo disfrutéis
y saquéis vuestras propias conclusiones.
Balmis
Javier Moro
nació en Madrid en 1955, se formó en el Liceo Francés y estudió Historia y Antropología
en la Universidad Jussieu en Paris. Colaborador habitual en prensa nacional y
extranjera, ha sido investigador para Dominique Lapierre y coautor con él de una
de sus obras. Guionista de películas, ha vivido cinco años en Hollywood.
Novelista reconocido y gran viajero varias de sus novelas están ambientadas en
America y Asia. Se documenta ampliamente sobre el tema de sus obras lo que le
ha llevado a viajar y residir en el lugar de la acción. Recibió el Premio Planeta en 2011.
Javier Moro (foto NOPI)
Publicado por John Smith.
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