lunes, 5 de mayo de 2014

Don Segundo Sombra - Ricardo Güiraldes

 
Título: Don Segundo Sombra
Autor: Ricardo Güiraldes

Páginas: 315

Editorial: Cátedra
 
Precio: 10,10 euros 

Año de edición: 2004 (7ª edición)


Éste es uno de esos libros que me ha hecho disfrutar una barbaridad y que recomendaría a todo lector que se precie. Es en realidad una historia de iniciación, la de un chico argentino que, a principios del siglo XX, deja atrás la adolescencia mientras aprende el duro oficio de gaucho trabajando como domador y resero (el peón que trabaja con reses), es decir un vaquero, pero con cuchillo y boleadoras en lugar de revólver, y con un saber estar y una filosofía de la vida que deja a los aventureros del Lejano Oeste (Far West) un poco malparados.

En ese proceso de maduración tiene como modelo y padrino a un gaucho mítico, Don Segundo Sombra, un personaje paradigmático que atesora las cualidades clásicas del gaucho (valiente, sobrio, discreto, duro para el trabajo, parco en palabras, amante de la soledad, un poco escéptico, esencialmente libre e independiente, con su código del honor, amigo de sus amigos, un poco filósofo y buen contador de cuentos) inspirado en un personaje real, llamado Segundo Ramírez, un peón que conoció el autor. 

 
Segundo Ramírez con al atuendo típico del gaucho: 
chambergo, golilla, corralera, chiripá y alpargatas.

Un aspecto que me encanta de este personaje, Don Segundo Sombra, es que es un héroe bastante humilde, poco prepotente y sobre todo, con un gran sentido del humor. Se pasa media novela embromando al chico y muy a menudo sus respuestas están cargadas de ironía.

El chaval pasa con su protector todo tipo de aventuras: peleas de gallos, carreras de caballos, bailes de pueblo, cortejos, doma de potros, rodeos, estampidas, peleas a cuchilla... que sirven para describir mejor que una enciclopedia cómo era la vida de los mensuales (peones que se contrataban mes a mes), estancieros, reseros y domadores, todos gauchos.

El texto está lleno de historias dentro de la historia, como un juego de muñecas rusas, redondas y muy interesantes en sí mismas, como el cuento del corajudo Dolores o la jugosa historia del pobre Miseria. 

Otro detalle interesante es ver cómo viajan las tradiciones y lo que parece una seña de identidad única y esencial en una cultura, procede a veces de donde menos se piensa uno. Algunos ejemplos: los bombachos típicos del gaucho fueron intoducidos por los ingleses, que los tomaron de los otomanos durante la guerra de Crimea; el juego de la taba, de origen romano, fué introducido por los españoles, y de nuevo los ingleses fueron los que introdujeron las carreras entre dos caballos, a las que se aficionaron en seguida los argentinos.

Como ya adivinaréis el lenguaje tiene un sabor y un colorido inigualables; está plagado de palabras en quechua, y de frases y expresiones de lo más jugoso, como: «El sueño cayó sobre mí como una parva sobre un chingolo», «Tenía más charla que un loro barranquero y más leyes que un gallego», «Una luz fresca chorreaba de oro el campo» o «No tengo condición de víbora p'andar en pelechos ni mejorando en traje».

Cuando se publicó esta novela en Argentina, en 1926, tuvo un éxito enorme. En ese mismo año se agotaron dos ediciones y tanto Leopoldo Lugones como Jorge Luis Borges se rindieron a sus encantos y la acogieron como una de las obras clave en la literatura argentina, que retomaba la figura clásica del gaucho, pendenciero, cuchillero y algo peligroso, la dignificaba y la convertía en una figura legendaria, como un hombre valiente que no peleaba más que cuando era inevitable.

En 1969, Manuel Antín dirigió una producción argentina, una película basada fielmente en el libro, protagonizada por Adolfo Güiraldes (sobrino de Ricardo Güiraldes) y por Héctor Alterio, que ganó varios premios. En este enlace se puede ver la película completa y en esta otra dirección se puede leer esta estupenda novela capítulo a capítulo.


Un clásico estupendo, una auténtica joya, una novela inolvidable por su calidad, por su estilo inigualable y por lo bien que refleja una cultura, más profunda y valiosa de lo que puede parecer a primera vista, la del gaucho individualista, solitario, heroico a su manera y muy amante de su libertad.

El gaucho Segundo Ramírez

Ricardo Güiraldes (Buenos Aires, 1886-1927) nació en una familia bien acomodada y con propiedades. Su bisabuelo fué amigo del General San Martín, el libertador, y su padre era un hombre de una gran cultura y educación exquisita. Cuando Ricardo tenía un año, toda la familia inició un viaje por toda Europa y cuando volvió, tenía cuatro años y hablaba francés y alemán.
  
El francés le fascinó, influyó mucho en su estilo y en los originales que escribió hay párrafos enteros en ese idioma, que tuvo luego que traducir, y palabras sueltas en ese idioma, como si no se hubiese acordado del término español. Tuvo varias institutrices, un preceptor mexicano y estudió en algunos insntitutos, pero fué un desastre en los estudios. Sólo pensaba en leer, escribir, viajar a Europa y correr detrás de las chicas. Empezó Arquitectura y Derecho, pero no acabo ninguna de las dos. 

Paso su juventud entre Buenos Aires y la gran estancia familiar, «La Porteña», allí conoció a los gauchos que trabajaban como peones y se empapó de su forma de vida, lo que luego utilizaría en sus novelas.

Viajó por Japón, Rusia, la India, Oriente Medio, España y finalmente se instaló en París, donde murió, víctima de la enfermedad de Hodgkin . En la capital francesa, entre fiestas, una intensa vida social, amoríos y diversiones, empezó a escribir cuentos y un día se llevó la sorpresa de reunir más de cien páginas de relatos y decidió hacerse escritor. Allí conoció a varios escritores e intelectuales que le influyeron notablemente.

Parece que supo aunar el uso de las formas más auténticas y tradicionales argentinas con cierta influencia francesa, lo que le permitió ser profundamente original y a la vez mantener sus raíces culturales. 

«Don Segundo Sombra», con el «Martín Fierro», forma una pareja de obras de la literatura gauchesca  imprescindibles, que proporcionan un placer muy profundo. Dos libros que no hay que dejar que leer.
 
 
Ricardo Güiraldes

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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