Título: Ajuar funerario Autor: Fernando Iwasaki
Páginas: 126
Editorial: Páginas de espuma
Precio: 15 euros
Año de edición: 2004 (5ª edición)
Ajuar funerario (2004) de Fernando Iwasaki es una estupenda colección de relatos breves y microrrelatos de terror. Iwasaki pasa revista a todos los personajes que pululan por las sombras. Así que en sus cuentos aparecen muertos vivientes, fantasmas, pesadillas, casas malditas, monjas endemoniadas, enterrados vivos, chicas pálidas que aguardan en el recodo de la carretera nocturna que algún conductor incauto pare a recogerlas, asesinos, asesinados, criaturas indefinidas que hacen mucha pupa, la ouija, cementerios, cuartos cerrados con inquilinos evanescentes y escalofriantes, visitantes inesperados, aparatosos accidentes, ruidos inexplicables y hasta un monstruo que asciende por las cañerías para morder las posaderas de quienes están tranquilamente leyendo sentados en la taza del váter.
Iwasaki es un magnífico narrador que, con los mínimos recursos, es capaz de contar una historia con todas las resonancias siniestras habidas y por haber. Maestro de la sugerencia, tampoco le hace ascos al horror puro y duro, sangriento, brutal. Algunos de sus cuentos se componen de unas pocas líneas perfectas que se condensan en un final escalofriante. Ejemplo: un hombre acude al velatorio de su madre. Cuando entra, la ve salir. Pero ella está muerta. Una sensación fría, muy fría, recorre el espinazo del lector. Pues así son la mayoría de los relatos. Como ven, Ajuar funerario promete. No falta el humor negro. Vayan frotándose las manos aquellos aficionados al placer del miedo.
Iwasaki apunta sus baterías contra la familia tradicional y la iglesia. Las dulces monjitas no suelen ser trigo limpio. A veces adoran a deidades que no son las del cielo. O esconden en sepulcros olvidados cosillas que es mejor que no vean la luz del día. Y eso, cuando los ancianos que cuidan amorosamente no sufren inexplicables accidentes. La institución familiar, por su parte, esconde secretos inconfesables. Cuando mamá quiere que regrese la abuelita, ésta lo acaba haciendo, solo que cubierta de gusanitos, como dice la asombrada nieta. O vuelve el hermanito muerto a hacerle compañía al hermanito vivo, que se queja de que huele a flores podridas y habla como Drácula.
Tampoco es recomendable comprar una casita de juguete que por la noche emite una luz fría. Por no hablar de esos macabros retratos decimonónicos de niños muertos (vestidos de domingo, con el pelo cuidadosamente peinado, la expresión helada y los ojitos entreabiertos) que todavía parecen albergar alguna vida. Cuidado. Como decía Machado del pintor Gutiérrez Solana, en sus cuadros lo vivo parece muerto y lo muerto, vivo. Lo mismo pasa con Iwasaki.
Leyendo Ajuar funerario, los aficionados a la literatura fantástica sin duda recordarán a M. R. James, Stephen King, Bram Stoker, Bécquer, Alarcón o Machen. Uno de los mejores cuentos es un homenaje a Lovecraft y Borges. Un tipo compra por internet el infame Necronomicón, escrito por el árabe loco Abdul Alhazred. Quien se lo trae es un individuo alto y borroso. Pronto se da cuenta de que el libro maldito no tiene principio ni fin. Sus páginas se multiplican hasta el infinito ya que contienen todos los males posibles del universo.
En definitiva, un libro estupendo para pasar un buen (mal) rato. Es preferible leerlo de noche, con la casa en silencio, las luces apagadas y la atención puesta en cada frase, excepto cuando sentimos que algo avanza por el oscuro pasillo hacia nuestra habitación. Es el momento de cerrar el libro, apagar la lamparilla y meter la cabeza debajo de la manta. Quedan avisados.
Fernando Iwasaki (1961) es un escritor peruano nacido en Lima, que tiene asimismo la nacionalidad española. Su familia tiene raíces japonesas, entre otras. Iwasaki ha dado clases en diversas universidades y desde 1989 reside en Sevilla. Autor polifacético, ha escrito ensayos históricos, cuentos, novelas, crónicas, antologías y dirigido revistas literarias. También es un destacado gestor cultural.
Publicado por Alberto.
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