viernes, 31 de mayo de 2024

Cuatro años en París. 1940-1944 - Victoria Kent

Título: Cuatro años en París. 1940-1944                                                                            Autora: Victoria Kent

Páginas: 181 pág.

Editorial: Gadir

Precio: 17 euros 

Año de edición: 2007

Este libro poco conocido cuenta la precaria vida a hurtadillas de una exiliada española en el París ocupado por los nazis. Es un testimonio de una belleza literaria poco común. Su autora es Victoria Kent, política e intelectual republicana, una de las voces más respetadas del feminismo en nuestro país. Como tantos miles de españoles, después de 1939 tuvo que comer el negro y amargo pan del exilio. Se refugió en París. Pero a la capital francesa llegaron los amigos de Franco en 1940. Rápidamente se organizaron batidas por los agentes franquistas, los colaboracionistas franceses y la Gestapo para detener y extraditar a los refugiados españoles. Algunos, como Companys o Zugazagoitia, fueron ejecutados no bien pusieron los pies en España. Victoria Kent estaba en la lista negra de los fascistas. Se ocultó. Durante esos años de angustia llevó un diario. Esas notas fueron publicadas por vez primera en 1948 en Argentina bajo el título de «Cuatro años en París. 1940-1944». En España no se editaron hasta 1978. 

Este libro tiene la gran virtud de transfigurar la dura realidad de la clandestinidad en un canto a la libertad del hombre, aunque sea dentro de las cuatro paredes de su cerebro. El pensamiento libre equivale al viento que sopla, orea la tierra y nadie alcanza, un poco al estilo de León Felipe. Dice Victoria Kent que «en aquellos días, semanas, meses, años de soledad inmersa en un clima de tragedia y de sangre, mi ánimo tendía espontáneamente a la reflexión, a la abstracción». 

Un personaje masculino, Plácido, alter ego de la autora, está solo en la habitación de un barrio de París. Pasan las semanas. La mente del refugiado divaga acerca de muchas cosas: la naturaleza huidiza de una libertad que debe empezar por ser individual para luego abrirse a los demás (no la falsa libertad de las masas dirigidas por consignas), las calles tristes de París holladas por botas hostiles, la pesadilla totalitaria que sustituye la ley por una anarquía dirigida o el carácter mecánico de los credos que obcecados por preservar una dudosa alma colectiva acaban matando el alma real de cada persona. 

A Plácido le asalta a veces el recuerdo de España: una plaza inundada de sol, niños correteando, flores. Basta con mirar por la ventana el gris panorama de la ciudad muerta para que esta imagen idílica se evapore como un sueño. Mientras tanto, el tic tac del reloj marca el paso implacable de las horas. Hastío. Monotonía. Aceptación resignada de que el fin puede llegar con un simple golpe en la puerta. 

Plácido deberá abandonar su refugio porque van a por él. Manos amigas le proporcionan refugio, documentación falsa y tarjetas de racionamiento. Todo lo indispensable para sobrevivir, si es que hay suerte, porque el azar, siempre tan caprichoso, pende como una espada de Damocles sobre los perseguidos. Así que Plácido contempla los monótonos desfiles de los alemanes, las primeras acciones armadas de la resistencia o la deportación de los judíos a los hornos del este. Francia se adapta a la nueva situación como el pueblo calculador que es. 

El tiempo pasa, la derrota nazi se anuncia y las esperanzas (tímidas, susurradas) empiezan a brotar como los trinos de los pájaros en primavera. La libertad no estaba muerta sino en libertad vigilada. El fantasma de la barbarie empieza a desvanecerse envuelto en mil crímenes. Aún muerde, pero sus días están contados. 

Si tuviera que elegir dos pasajes de este libro me quedaría primero con esta admirable observación poética acerca de la oscura vida de las cosas:

«Las cosas tienen su expresión propia, una expresión menos bulliciosa que la de los seres y se hacen sensibles siempre que nuestro espíritu abre el dispositivo; no les prestamos la suficiente atención porque somos víctimas todos de las voces altas, de la precipitación, de dar órdenes o recibirlas; pero si nos ponemos a tono con ellas nos apuntan a veces direcciones y consejos y hasta nos cuentan su intimidad».

Y con esta maravillosa descripción del París humillado:

«Sus calles, bulliciosas y floridas antes, están silenciosas y marchitas; su luz maravillosa azulada y malva, rosa y verde, llega hasta mí más tamizada; pasó ya el tiempo en que su río indolente mecía ilusiones; pasó ya el tiempo en que paseantes se podían acodar en sus puentes y contemplar las golondrinas huyendo de las primeras sombras, y los murciélagos corriendo a la caza de su presa. Sus puentes están desiertos, tiene libres sus márgenes y ya no arrastra cadáveres; va lleno hasta los bordes de almas».

Un libro magnífico que merece la lectura. Por desgracia, fue el único que escribió Victoria Kent

Victoria Kent

Victoria Kent Siano (1892-1987) fue una abogada y política española nacida en Málaga. Su familia era de clase media y de mentalidad abierta. Victoria estudió magisterio en Málaga y derecho en Madrid. Se vinculó a la Institución Libre de Enseñanza, verdadero jardín de infancia del progresismo español. A partir de 1925, Victoria Kent comienza a ejercer su profesión de abogada, llegando a defender al político republicano Álvaro de Albornoz. En 1931 se convierte en una de las tres diputadas en las Cortes Constituyentes de la Segunda República, junto con Clara Campoamor y Margarita Nelken. Al contrario que Clara Campoamor, se opuso al sufragio femenino. Azaña la nombró directora general de prisiones. Intentó humanizar el crudo sistema penitenciario de la época y alcanzó gran popularidad. En 1936 fue elegida diputada por Izquierda Republicana. 

Se exilió en Francia después de la guerra. En París sobrevivió en la clandestinidad a las persecuciones de franquistas, nazis y petainistas. Recibió la Cruz de Lorena por su participación en la resistencia francesa. En 1948 se fue a México. Allí siguió trabajando para humanizar las cárceles. En 1950 se instaló definitivamente en Nueva York. Fue ministra sin cartera en un gobierno republicano en el exilio. Fundó y dirigió la revista antifranquista Ibérica, que se publicó entre 1954 y 1974, gracias al apoyo económico de su compañera Louise Crane. En 1977, ya anciana, Victoria regresó a España. Falleció en Nueva York en 1987.

Publicado por Alberto.

jueves, 30 de mayo de 2024

Los árboles - Percival Everett

Título: Los árboles                                                                                                                 Autor: Percival Everett

Páginas: 360 pág.

Editorial: De Conatus

Precio: 22,90 euros 

Año de edición: 2023

¡Ja, ja, ja... qué divertida es esta novela! Sobre todo la primera mitad. Es desternillante, aunque hay que advertir que el autor practica un humor bastante negro (nunca mejor dicho), algo sarcástico y a la vez, sutil. Por añadidura, la historia es bastante surrealista y oscura. Una combinación muy original que hace que se trate de un libro sorprendente de principio a fin.

Pero empecemos por el principio. Publicada originalmente en 2021 y finalista del Premio Booker 2022, esta novela sitúa la acción en una pequeña localidad del sur más profundo de Estados Unidos, en el estado de Misisipi. Un pueblo llamado irónicamente Money, un lugar que todavía no está en el siglo XXI y al que apenas ha llegado el XX, en el que imperan el racismo y la tensión racial, los hombres beben cerveza Falstaff para que no se les destense la barriga, fuman para ir al baño regularmente y abundan los buenos-para-nada, perezosos, aviesos y de pocas luces, tanto de un color como del otro. En ese lugar olvidado, que ni siquiera figura en los mapas, aparece dos cuerpos ensangrentados, bien muertos y horriblemente mutilados. Siguiendo varios hilos narrativos en paralelo y describiendo siempre el entorno social con un sentido del humor muy particular, se desarrolla esta desternillante novela, a la vez policiaca, negra y de humor, en la que lector va, como los personajes, de sorpresa en sorpresa, dándose cuenta poco a poco de que la herencia de odio dejada por los linchamientos de negros sigue presente y puede sacudir los cimientos de una comunidad que parecía tranquila. Un libro soberbio, que cuando quiere se bromista es muy divertido, pero cuando se pone serio, es muy serio.

El texto se divide en 108 capítulos cortos, de unas cuatro o cinco páginas cada uno, que se dejan leer muy bien. Hay muchísimos diálogos, la mayoría hilarantes y a menudo, algo surrealistas, que describen indirectamente a los personajes, las situaciones y hacen progresar la historia. Los nombres propios son todos irónicos y tienen su significado, aunque a veces se le escape a un lector español. El estilo es, como corresponde al género negro, directo y sin concesiones, con descripciones rápidas y mucha acción. El autor no deja títere con cabeza, ironiza sobre el supremacismo blanco, los complejos de los negros, la policía local, la estatal y la federal, los métodos de investigación,  la iglesia, las instituciones, los hombres, las mujeres... Nadie se salva.

Como muestra de lo dicho, en este enlace podéis leer las primeras páginas y he aquí una pequeña antología de citas: «Más loco que un saco de ratas», «Siempre ayuda cuando alguien miente» (en una investigación), «¿Cuándo empezamos a tener esta puta punta, antes o después de hacernos policías», «El agua que miras no hierve nunca», «¿Qué por qué nos hicimos policías? Pues para que los blancos del barrio no fueran los únicos que llevaban pistola», «No creo en ningún dios, señor Thruff [...], pero creo en el diablo», «Los bebes son más listos que nosotros. Parece que siempre están intentando matarse [...]. Luego nos volvemos tontos y queremos vivir», «Lo pregunto porque hay que tener derechos civiles para poder violarlos», «Suena como si estuvieseis fumando» (por teléfono), «El blues es cuando una mujer te dice que tiene otra mula en el establo» (Louis Armstrong).

Una novela inolvidable, que te da un puñetazo en el estómago mientras te hace reír. Original, onírica, brillante, cómica y muy crítica con la realidad. Una obra que lo tiene todo y cubre varios géneros de una sola tacada. Hay que seguir a este autor, digno heredero de Mark Twain, aunque algo díscolo, porque me parece que tiene muchas cosas que decir todavía. 

Debemos la traducción del inglés al barcelonés Javier Calvo Perales (1973), considerado como uno de los mejores traductores literarios de esa lengua en activo, que también escribe. Ganó el prestigioso Premio Biblioteca Breve 2012 con la novela «El jardín colgante».

Percival Everett (Fort Gordon, Georgia, 1956) es un escritor afroamericano, biznieto de esclavos. Nació en el cuartel en el que su padre era sargento del ejército de los Estados Unidos. La familia viajó de uno a otro destino, hasta que su padre se hizo dentista y se estableció en Carolina del Sur. Everett estudió Filosofía en la Universidad de Miami e hizo un máster en ficción en la Universidad de Brown.

Publicó su primera novela con 27 años. Hasta este momento ha publicado 41 novelas, a un ritmo medio de una cada año y medio, cuatro libros de relatos cortos, cinco volúmenes de poesía, un cuento infantil y alguna cosa más. Ha obtenido una veintena de premios y es un escritor que está consolidando, poco a poco una gran carrera.

Actualmente vive en Los Ángeles con su esposa, la también escritora Danzy Senna, y sus dos hijos.

Percival Everett

Publicado por Antonio F. Rodríguez.