miércoles, 30 de abril de 2025

Primero estaba el mar - Tomás González

Título: Primero estaba el mar                                                                                                Autor: Tomás González

Páginas: 176

Editorial: Sexto piso

Precio: 17,90 euros

Año de edición: 2024

Tomás González es un gran escritor colombiano, muy poco conocido en España hasta que, hace un par de años, Sexto Piso publicó La luz difícil (2023), una novela poderosa, espléndida, que sorprendió a los lectores por su calidad. El año pasado, esa misma editorial rescató esta su primera novela, Primero estaba el mar, aparecida en 1983, lo que nos permite comprobar que ya entonces era un autor formidable y comprobar cómo ha evolucionado con los años.

En esta obra se ve que González tiene ya un estilo contundente, rico y expresivo, un lenguaje potente, matizado y preciso que es una delicia para el lector. Maneja un amplio vocabulario, salpicado, eso sí, con americanismos, que no sé qué les parecerá a los lectores colombianos, pero que a nosotros nos trae resonancias algo exóticas y todo el colorido de otras latitudes: piola (despejado), paila (cacerola), anjeo (tela metálica para mosquitos), cuncho (posos de una bebida), chapola (mariposa), alaraquiento (que habla o actúa de manera exagerada), teso (difícil), bahareque (mezcla de barro y paja), paca (bolsa de papel), chuzar (pinchar), rastra (camión, remolque)... nada que entorpezca la lectura o que no se pueda resolver con una consulta al Diccionario de americanismos en línea de la ASELE.

Por otro lado, qué bien cuenta las cosas este hombre. Convierte cualquier acción nimia, cualquier detalle en algo interesante de leer. Mención especial merece el capítulo 23, una maravilla que describe uno por uno los olores del lugar en una descripción sensual y detallada. A pesar de la riqueza de vocabulario, su escritura no resulta barroca, es más bien algo escueta, casi conceptista y tiene un ritmo muy vivo. El texto no está exento de frases de cierta dureza, que le dan consistencia a la historia, por ejemplo: «El ángel exterminador es un moco comparado con vos», «Del mutismo amargo pasó a la acidez atenta», «No nos jodamos más la vida dijo. Si no nos acordamos, entonces no fuimos nosotros». Y utiliza una artimaña que resulta muy eficaz: anuncia repetidamente, con una cadencia estudiada, el desenlace, haciendo notar que los protagonistas no saben lo que va a ocurrir en esa habitación, antes de que acabe el mes, en esa casa...

En conjunto, una novela espléndida, con aires de tragedia y no muy larga, pero muy convincente, sobre un tema quizás ya tratado otras veces, pero que en manos de este autor nos atrapa y parece que nos hipnotiza: una pareja huye de la ciudad y sus problemas para instalarse en una vieja y desvencijada hacienda, abandonada, sin agua corriente y cerca del mar. Buscan el paraíso perdido, pero encontrarán el purgatorio que llevan dentro, porque los conflictos, aunque parezcan de origen externo, suelen anidar en nuestro interior y los llevamos a cualquier parte a la que viajemos. Un tema que recuerda a Los galgos, los galgos y que aquí, resulta fascinante.

En fin, una novela formidable, un brillante debut, una obra de cinco estrellas, alta literatura que se disfruta y paladea frase a frase. Excelente lectura.

Tomás González (Medellín, 1950) es un escritor colombiano. Sobrino del escritor, abogado y filósofo Fernando González Ochoa, compartió con él los años de su infancia, en una relación muy cercana, gracias a que ambos vivían en fincas vecinas. De su tío aprendió «a mirar la vida con los propios ojos, no con los de nadie más» y de su madre, la pasión por la literatura. Siendo niño descubrió a Julio Verne y a Salgari, y ya no dejó de leer. Luego leyó a todos los autores del boom latinoamericano y decidió ser escritor.

Para él, la escritura es una forma de exploración del mundo, que ayuda a entenderlo y a vivir en él, ejerció durante años el periodismo y considera que esa práctica le sirvió para encontrar un estilo y depurarlo. Lleva más de 40 años dedicándose a la narrativa, pero el reconocimiento no le ha llegado hasta hace poco. Autores como William Ospina y Héctor Abad Faciolince han reconocido su influencia. Ha publicado hasta ahora 11 novelas, 4 libros de relatos y 1 de poesía. En España, la fama le llegó con La luz difícil (2011). En este enlace podéis leer una interesante entrevista que le hicieron a raíz de la publicación de esa novela.

Tomás González

 Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

martes, 29 de abril de 2025

Cuéntamelo todo - Elizabeth Strout

Título: Cuéntamelo todo                                                                                                      Autora: Elizabeth Strout

Páginas: 312

Editorial: Alfaguara

Precio: 21,90 euros

Año de edición: 2025

Esta escritora tiene la cualidad de saber mezclar la calidad literaria con las mejores virtudes de los superventas más afamados. Hoy vamos a hablar de la última novela de Elizabeth Strout, una autora que es una mina, que ya descubrimos cuando cayó en nuestras manos Ay, William, un libro estupendo.

En esta ocasión, Strout vuelve a utilizar a su personaje favorito, Lucy Barton, que vive en una pequeña localidad del estado de Maine, al noroeste de Estados Unidos, al lado de Canadá, y a la red de amigos, familiares y conocidos que la rodea, algunos presentados ya en otras novelas, como William. El personaje central es su amigo Bob, tal y como se declara en el arranque de la obra: «Esta es la historia de Bob Burguess, un hombre alto y robusto, que vive en el pueblo de Crosby, Maine, y tiene 65 años». A partir de ahí, van apareciendo personajes poco a poco y vamos conociendo la historia de cada uno, siempre con un estilo muy peculiar y habilidoso, que profundiza en las líneas maestras de la vida de cada uno y en su psicología. La autora mantiene así con el lector un diálogo parecido a las conversaciones inteligentes que tenemos en ocasiones sobre las personas que conocemos. Esta mujer tiene la gran virtud de explorar en profundidad los rincones del ser humano, y hacerlo de manera muy amena, con facilidad y una engañosa sencillez aparente.

En realidad, se puede decir que esta novela es una colección de cotilleos sobre un grupo de personas, pero ¡qué calidad tienen esas habladurías y qué bien contados están! De ahí el título de esta magnífica obra, Cuéntamelo todo, que puede decirse que es el chisme elevado a categoría literaria, descrito con profundidad psicológica, con mucho arte y con compasión, que se sintetiza a veces en esa expresión tan socorrida: «Ay, Fulanito», «Ay Menganito». La escritura, como hemos dicho, es muy agradable, cercana y amigable, el estilo, sencillo y profundo a la vez, el texto tiene ritmo y la autora emplea continuamente un truco que sabe ejecutar a la perfección: describir lo externo, lo visible y dejar la interpretación de lo dicho y lo que pasa en el interior de los personajes para que el lector se lo imagine. Es decir, se lo pone en bandeja. Los protagonistas son frágiles, vulnerables, con carencias emocionales y están presentados con ternura y compasión. También llama la atención la precisión matizada con la que se describen sentimientos y situaciones. Los diálogos son naturales y creíbles, y las descripciones del paisaje, breves y muy buenas. Mención aparte merece la planificación de la novela. Al principio, se presentan los personajes y el entorno. Transcurrido un tercio del texto, se plantea un thriller que acompaña a la trama principal: ha desaparecido una mujer y el protagonista, Bob, defiende al principal sospechoso. Se van planteando conflictos, se crean expectativas y en las últimas cincuenta páginas se resuelve todo.

En suma, una novela encantadora para todos los públicos, triste, tierna y sensible, que tiene la virtud de transformar una ristra de cotilleos en alta literatura. Un texto que tiene magia y propone al lector una verdadera montaña rusa de emociones. Una historia que contiene mil pequeñas historias, como miniaturas engastadas, estructurada en capítulos muy cortos, de tres o cuatro páginas, que se leen cómoda y rápidamente. Una obra que nos deja perlas como ésta: «La gente sufre. Vive, tiene esperanza, incluso amor, y aun así, sufre. Todo el mundo. Los que creen que no sufren se mienten a sí mismos». Una novela muy recomendable.

La traducción, que a ojos de un lector español parece impecable y fluida, es obra de Flora Casas Vaca, una talentosa traductora que empieza su carrera sobre la que hay poca información en la red.

Elizabeth Strout (Portland, 1956) es una escritora estadounidense. Hija de un profesor de ciencias y de una profesora de inglés, creció en pequeñas ciudades de Maine y New Hampshire, según los destinos de sus padres. Estudió Derecho en Bates College (Maine) y Oxford. En 1982 acabó sus estudios y publicó su primer relato en una revista literaria.

Se mudó a Nueva York y empezó a trabajar como camarera, mientras seguía publicando relatos. Ejerció la abogacía durante seis meses y dedicó siete años a su primera novela larga «Amy e Isabelle» (1998) con la que cosechó un gran éxito, el reconocimiento de la crítica y varios premios. Fue preseleccionada para el Premio Orange, nominada para el premio Faulkner de ficción y adaptada como película para televisión.

Ha publicado nueve novelas más, ha ganado los premios Llibreter, Bancarella, Mondello y en 2009, el Premio Pulitzer con «Olive Kitteridge». Ha impartido cursos de escritura creative en la Universidad Colgate (Estado de Nueva York) y  en la Universidad Queens de Charlotte, de Carolina del Norte.

Sostiene que «No existen las personas aburridas. Realmente, todos somos extraordinarios. Nada me ha fascinado nunca más que la gente». Vive a caballo entre Nueva York y Brunswick (Maine).

Elizabeth Strout

 Publicado por Antonio F. Rodríguez.