Título: Cuéntamelo todo Autora: Elizabeth Strout
Páginas: 312
Editorial: Alfaguara
Precio: 21,90 euros
Año de edición: 2025
Esta escritora tiene la cualidad de saber mezclar la calidad literaria con las mejores virtudes de los superventas más afamados. Hoy vamos a hablar de la última novela de Elizabeth Strout, una autora que es una mina, que ya descubrimos cuando cayó en nuestras manos Ay, William, un libro estupendo.
En esta ocasión, Strout vuelve a utilizar a su personaje favorito, Lucy Barton, que vive en una pequeña localidad del estado de Maine, al noroeste de Estados Unidos, al lado de Canadá, y a la red de amigos, familiares y conocidos que la rodea, algunos presentados ya en otras novelas, como William. El personaje central es su amigo Bob, tal y como se declara en el arranque de la obra: «Esta es la historia de Bob Burguess, un hombre alto y robusto, que vive en el pueblo de Crosby, Maine, y tiene 65 años». A partir de ahí, van apareciendo personajes poco a poco y vamos conociendo la historia de cada uno, siempre con un estilo muy peculiar y habilidoso, que profundiza en las líneas maestras de la vida de cada uno y en su psicología. La autora mantiene así con el lector un diálogo parecido a las conversaciones inteligentes que tenemos en ocasiones sobre las personas que conocemos. Esta mujer tiene la gran virtud de explorar en profundidad los rincones del ser humano, y hacerlo de manera muy amena, con facilidad y una engañosa sencillez aparente.
En realidad, se puede decir que esta novela es una colección de cotilleos sobre un grupo de personas, pero ¡qué calidad tienen esas habladurías y qué bien contados están! De ahí el título de esta magnífica obra, Cuéntamelo todo, que puede decirse que es el chisme elevado a categoría literaria, descrito con profundidad psicológica, con mucho arte y con compasión, que se sintetiza a veces en esa expresión tan socorrida: «Ay, Fulanito», «Ay Menganito». La escritura, como hemos dicho, es muy agradable, cercana y amigable, el estilo, sencillo y profundo a la vez, el texto tiene ritmo y la autora emplea continuamente un truco que sabe ejecutar a la perfección: describir lo externo, lo visible y dejar la interpretación de lo dicho y lo que pasa en el interior de los personajes para que el lector se lo imagine. Es decir, se lo pone en bandeja. Los protagonistas son frágiles, vulnerables, con carencias emocionales y están presentados con ternura y compasión. También llama la atención la precisión matizada con la que se describen sentimientos y situaciones. Los diálogos son naturales y creíbles, y las descripciones del paisaje, breves y muy buenas. Mención aparte merece la planificación de la novela. Al principio, se presentan los personajes y el entorno. Transcurrido un tercio del texto, se plantea un thriller que acompaña a la trama principal: ha desaparecido una mujer y el protagonista, Bob, defiende al principal sospechoso. Se van planteando conflictos, se crean expectativas y en las últimas cincuenta páginas se resuelve todo.
En suma, una novela encantadora para todos los públicos, triste, tierna y sensible, que tiene la virtud de transformar una ristra de cotilleos en alta literatura. Un texto que tiene magia y propone al lector una verdadera montaña rusa de emociones. Una historia que contiene mil pequeñas historias, como miniaturas engastadas, estructurada en capítulos muy cortos, de tres o cuatro páginas, que se leen cómoda y rápidamente. Una obra que nos deja perlas como ésta: «La gente sufre. Vive, tiene esperanza, incluso amor, y aun así, sufre. Todo el mundo. Los que creen que no sufren se mienten a sí mismos». Una novela muy recomendable.
La traducción, que a ojos de un lector español parece impecable y fluida, es obra de Flora Casas Vaca, una talentosa traductora que empieza su carrera sobre la que hay poca información en la red.
Elizabeth Strout (Portland, 1956) es una escritora estadounidense. Hija de un profesor de ciencias y de una profesora de inglés, creció en pequeñas ciudades de Maine y New Hampshire, según los destinos de sus padres. Estudió Derecho en Bates College (Maine) y Oxford. En 1982 acabó sus estudios y publicó su primer relato en una revista literaria.
Se mudó a Nueva York y empezó a trabajar como camarera, mientras seguía publicando relatos. Ejerció la abogacía durante seis meses y dedicó siete años a su primera novela larga «Amy e Isabelle» (1998) con la que cosechó un gran éxito, el reconocimiento de la crítica y varios premios. Fue preseleccionada para el Premio Orange, nominada para el premio Faulkner de ficción y adaptada como película para televisión.
Ha publicado nueve novelas más, ha ganado los premios Llibreter, Bancarella, Mondello y en 2009, el Premio Pulitzer con «Olive Kitteridge». Ha impartido cursos de escritura creative en la Universidad Colgate (Estado de Nueva York) y en la Universidad Queens de Charlotte, de Carolina del Norte.
Sostiene que «No existen las personas aburridas. Realmente, todos somos extraordinarios. Nada me ha fascinado nunca más que la gente». Vive a caballo entre Nueva York y Brunswick (Maine).
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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