domingo, 12 de abril de 2020

Aute, cantautor y poeta


El pasado sábado, al empezar la primavera, nos dejó Luis Eduardo Aute (Manila, 1943-2020), un trozo de nuestra memoria más íntima y un artista total, que fué músico, cineasta, escultor, pintor y poeta, y todo lo hacía bien. Aunque para mí será siempre cantautor y poeta, el primero que conocí, allá por los años 60 y uno de los que más ha marcado a mi generación. Vamos a recorrer su vida con algunos de sus temas y de sus obras.

En 1967, compuso Rosas en el mar, una canción de la que ya hemos hablado aquí. Supuso el debut de Massiel y luego el propio Aute la incorporó a su repertorio. Dos cosas llaman poderosamente la atención: cómo consiguieron sortear la censura en aquellos años en los que el franquismo todavía estaba vivito y coleando, y la impresionante actualidad de la letra. Aquí la canta en la película Codo con codo, acompañada al piano por Micky, otro cantante de la quinta de Luis Eduardo, que luego iría a Eurovisión en 1977.

 

En 1975, dedicó esta críptica canción titulada Al alba a las últimas ejecuciones del régimen franquista. Ese ese mismo año fueron fusilados cinco condenados a muerte, tres del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y dos de ETA político-militar, alguno por conducir el coche. La pena de muerte fué abolida tres años más tarde por la Constitución de 1978. La estrenó Rosa León y luego ha conocido muchas versiones, hasta una de José Mercé que me gusta especialmente. En los años 70, todos la cantábamos sin saber su significado. Ésta es el tema que mejor resume el estilo de Aute y su saber hacer.

  

Al alba
Si te dijera, amor mío,  
que temo a la madrugada,
no sé qué estrellas son estas  
que hieren como amenazas.
Ni sé qué sangra la luna
al filo de su guadaña.
Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga.
Quiero que no me abandones
amor mío, al alba.
Al alba, al alba, al alba, al alba.

Los hijos que no tuvimos
se esconden en las cloacas,
comen las últimas flores,  
parece que adivinaran
que el día que se avecina  
viene con hambre atrasada.
Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
Quiero que no me abandones.
Amor mío, al alba.
Al alba, al alba, al alba, al alba. 
En 1978 grabó De paso, un tema que es toda una delaración de intenciones y una postura intelectual.

 

De paso 

Decir espera es un crimen,
decir mañana es igual que matar.
Ayer de nada nos sirve,
las cicatrices no curan el mal.

Solo morir permanece
como la más inmutable razón.
Vivir es un clavo ardiente,
un ejercicio de gozo y dolor.

Que no, que no,
que el pensamiento no puede tomar asiento.
Que el pensamiento es estar,
siempre de paso, de paso, de paso.
De paso.

Quien pone reglas al juego
se engaña si dice que es jugador.
Lo que le mueve es el miedo
de que se sepa que nunca jugó.

La ciencia es una estrategia,
es una forma de atar la verdad,
que es algo más que materia,
pues el misterio se oculta detrás.

Que no, que no,
que el pensamiento no puede tomar asiento.
Que el pensamiento es estar
siempre de paso, de paso, de paso.
De paso.

Hay demasiados profetas,
profesionales de la libertad
que hacen del aire bandera,
pretexto inútil para respirar,

en una noche infinita
que va meciendo este gran ataúd
donde olvidamos que el día

solo es un punto, un punto de luz.
Que no, que no,
que el pensamiento no puede tomar asiento.
Que el pensamiento es estar
siempre de paso, de paso, de paso.
De paso.


Y en 1980, No te desnudes todavía, una canción que todos hemos cantado y tarareado más de una vez (de ilusión también se vive), sobre el amor, el deseo, la espera y la prolongación del placer.

  

No te desnudes todavía 

No te desnudes todavía,
espera un poco más.
No tengas prisa, el tiempo
es algo que quedó detrás.
La eternidad es un latido,
un solo corazón.
El tuyo, el mío, abrazados

en perfecta comunión.
Cuando el deseo estalle
como rompe una flor,
te quitaré el vestido,
te cubriré de amor.
Y en la espera, te pediría
no te desnudes todavía,

no te desnudes, todavía no.
No quiero aún que me descubras
toda la verdad.
Que la verdad no es lo evidente

sino su mitad.
Quiero mirarte con los ojos
del amanecer,
Como la noche mira el día
que tarda en nacer.
 
Cuando el deseo estalle
como rompe una flor,
te quitaré el vestido,
te cubriré de amor.
Y en la espera, te pediría
no te desnudes todavía,

no te desnudes, todavía no.

Hay muchas otras composiciones de Aute que valen la pena, éstas son mis cuatro favoritas. Pero este hombre polifacético hizo muchas otras cosas, por ejemplo:


El niño que miraba el mar


Pasión (1983)


Pompas, perlas, planetas, pupilas, pezones... y algún huevo frito (1991)


Delicado, tierno, sensible, poetico... Aute.

  
Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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